Damián Alcázar es ya un actor omnipresente en Latinoamérica. Sólo en este año lo hemos visto como fiel soldado villista en Chicogrande, de Felipe Cazals; como ingenuo narcotraficante en la taquillera El Infierno, de Luis Estrada, y como agresivo padre irresponsable en la aún no estrenada (pero si multipremiada) De la Infancia, de Carlos Carrera.
Ahora su trabajo vuelve a Colombia, país que también ha tomado por asalto y en que ha realizado por lo menos otras dos cintas, una de 2007: Satanás, de Andrés Baíz, donde interpreta a un asesino a sueldo.
En el marco del Octavo Festival Internacional de Cine de Morelia, Alcázar presenta García, ópera prima de José Luis Rugeles.
Alcázar no puede evitar expresar sus opiniones políticas sobre el país, la comparación con Colombia y su miedo de que regrese el PRI a la presidencia.
"Pero al menos ya se van estos que nos gobiernan ahora", dice el actor mexicano, refiriéndose al Partido Acción Nacional, el cuadro política al que pertenece el presidente Felipe Calderón.
"Que chinga nos pararon", expresa. "Entonces hay que luchar y seguir trabajando lo mejor posible, sí, pagando nuestros impuestos, pero exigiendo responsabilidad y no guerra... guerra entre mexicanos, parece la cosa más absurda".