José Saramago suma niños lectores a su ejército de seguidores
¡Saramago!, gritaron los niños en el coro de la canción que un grupo de teatro musical escribió para homenajear al premio Nobel de Literatura 1998 y que interpretó previo a la presentación en Guadalajara del cortometraje La flor más grande del mundo.
La actriz Sofía Alvarez, acompañada de dos acordeonistas y dos actores, recreó para los niños que asistieron este sábado a la Feria Internacional del Libro (FIL), un pasaje de la infancia del escritor portugués José Saramago, muerto en junio de 2010.
Literalmente subió al barco a los pequeños, a sus papás y con su ayuda fue dibujando al Saramago niño, el soñador que aspiraba tener una isla desconocida.
Una vez identificado y revelado el personaje, los actores cantaron así: "José Saramago no era un niño vago, jugaba sólo como los demás, con el tiempo se convirtió en un gran mago". Así empezó el cortometraje.
La flor más grande del mundo está inspirado en el cuento de mismo nombre, que escribió Saramago y que fue llevado a la pantalla en dibujos animados por el cineasta Emilio Aragón.
La luz se apaga, los niños se emocionan y en la pantalla se deslizan varios personajes, entre ellos, uno central: un niño que con su compasión y ayuda conseguirá que una flor marchita crezca tan alto como para convertirse en la más grande del mundo.
La historia es narrada por el propio autor, quien a manera de prefacio, ofrece una disculpa.
"Las historias para niños deben escribirse con palabras muy sencillas, porque los niños al ser pequeños, saben pocas palabras y no las quieren muy complicadas. Me gustaría saber escribir esas historias, pero nunca he sido capaz de aprender, y eso me da mucha pena", dice con una voz donde las palabras salen sin prisa.
"Porque, además de saber elegir las palabras, es necesario tener habilidad para contar de una manera muy clara y muy explicada, y una paciencia muy grande. A mi me falta por lo menos la paciencia, por lo que pido perdón", agrega otra vez con esa voz pausada y acento portuñol, que vuelven melancólica la confesión.
En la sala estuvo presente Pilar del Río, viuda de Saramago, quien no pudo contener la emoción al ver a todos esos niños saltar, cantar y repetir el nombre de quien fue su compañero de vida.
"Quiero agradecerles a todos estar aquí, Saramago nos muestra su generosidad, su amor a la naturaleza y nos enseña, que si cuidamos la naturaleza, ellas nos cuidará a nosotros", les dijo.
Saramago escribió novelas, ensayos, discursos políticos, mundos alejados de los niños y sin embargo, bastó un solo guiño para hacerse de decenas de pequeños lectores.
Al término del espectáculo, lo más pequeños de la casa llevaban bajo el brazo, La flor más grande del mundo, el cuento ilustrado que ya ha comenzado a distribuirse.
"¿Y si las historias para niños fueran de lectura obligatoria para los adultos?. ¿Seríamos realmente capaces de aprender lo que, desde hace tanto tiempo, venimos enseñando?", concluye Saramago.