Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros: Vargas Llosa
El escritor peruano Mario Vargas Llosa recordó a su madre, agradeció a sus parientes y defendió la democracia durante el discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, en una ceremonia celebrada en Estocolmo, Suecia.
Vargas Llosa también criticó severamente a los regímenes : "Quienes duden de que la literatura (…) nos alerta contra toda forma de opresión pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes".
"Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos", dijo. Gracias a la literatura, "la civilización es ahora menos cruel".
Así defendió el galardonado la democracia, y contó cómo siendo joven era un marxista que con los años se convirtió en demócrata liberal . El dircurso fue transmitido en vivo a través de la página de internet del Premio Nobel .
El recuerdo de su madre
"Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y llorar leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda", refirió Vargas Llosa. También su abuelo Pedro, "de gran nariz y calva reluciente", quien celebraba sus primeros versos. O su tío Lucho, quien lo animó a volcarse a la escritura "aunque la literatura en aquel tiempo y lugar alimentara tan mal".
En el discurso recordó que según su madre, los primeros textos que escribió eran una continuación de los cuentos que ella le leía, y que al Vargas Llosa niño no le gustaba que se terminaran.
La lectura como consuelo
Cuando aún era niño, su madre le reveló que su padre no estaba muerto –como él creía– y que ese mismo día se irían a vivir con él a Lima: "Yo tenía 11 años y desde entonces todo cambió, perdí la inocencia y descubrí la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo".
El refugio de Vargas Llosa fueron los "buenos libros"y escribir a escondidas, "como quien se entrega a un vicio inconfesable, a una pasión prohibida".
La literatura fue su manera de resistir la realdad, de protestar, revelarse y su razón de vivir. Desde entonces, en todas las circunstancias en que se ha sentido abatido le ha ayudado entregarse a su trabajo de "fabulador", reconoció.
Vargas Llosa confesó: "El teatro fue mi primer amor desde que de adolescente vi en el teatro Segura de Lima La muerte de un viajante, de Arthur Miller, espectáculo que me dejó traspasado de emoción".
"Si en la Lima de los 50 hubiera habido un movimiento teatral, habría sido dramaturgo antes que novelista", dijo.
Agradeció a los maestros que lo han inspirado a continuar en la lectura: Thomas Mann, Gustave Flaubert, William Faulkner, Miguel de Cervantes, Honoré de Balzac, León Tolstoi, André Malraeux; y a Francia, donde vivió una larga temporada, y en la que descubrió a América Latina al leer a los autores de su región natal: Alejo Carpentier, José Donoso, Julio Cortázar.