<i>Leonora</i>, la vida de una artista plástica escrita por Poniatowska
Una novela que evoca la vida de la pintora Leonora Carrington, la última artista surrealista viva, le debió a la escritora Elena Poniatowska el premio Biblioteca Breve para novela en Barcelona, España.
El premio es promovido por la editorial Seix Barral y se entrega a novelas inéditas escritas en lengua castellana.
En Leonora, nombre de la novela, el “escenario cosmopolita y con recursos verbales magistrales, Elena Poniatowska construye una figura femenina turbadora en la que se encarnan los sueños y las pesadillas del siglo XX", afirmó el jurado conformado por José Manuel Caballero Bonald, Pere Gimferrer, Rosa Montero, Darío Villanueva y Elena Ramírez.
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) felicitó a la escritora y periodista mexicana.
Aunque Poniatowska aclaró que la novela "no es ni una crítica de la pintura de Leonora Carrington, ni una biografía", dijo que sí estuvo inspirada en las conversaciones que mantuvo con ella, desde 1954, y de los libros de la pintora y los que escribieron sobre ella Whitney Chadwick, Susan L. Alberti o Julotte Roche.
Carrington y Poniatowska se conocieron en 1954, cuando la pintora ilustró el primer libro de la escritora mexicana, Lilus Kikus y, recientemente, Rondas de la niña mala, en 2008.
Leonora, una vida solitaria
Durante la premiación, Elena Poniatowska hizo referencia a la soledad en la que vive la pintora de origen inglés.
"Vive en su casa sin hablar con la prensa, hace unos moles poblanos con mucho chocolate y antes de venir a Barcelona la visité y la invité a venir, pero me dijo que no; y no creo que lea la novela, porque nunca lee lo que se escribe sobre ella”.
Sus conversaciones, continuó Poniatowska, se centran "en su perro Yeti y en lo mal que está la política en México, y pasa el tiempo fumando, tomando el té y pasándolo bien".
A decir de Poniatowska, "lo único que preocupa a Carrington, que no es creyente, es la muerte y pregunta si al morir nos evaporamos o nos vamos de la mano".
La también escultora coincidió en el París vanguardista con Max Ernst, Joan Miró y André Breton, así como con otros pintores que acudían a las tertulias del Café Les Deux Magots, como Pablo Picasso o Salvador Dalí .
Carrington se hizo surrealista con Max Ernst, pero tuvo que abandonar París por la Segunda Guerra Mundial y "acabó enloqueciendo cuando Ernst, que era alemán, fue deportado a un campo de concentración", relató la escritora.
Tras dejar París, fue confinada en una institución mental, de la que escapó para lograr -tras un breve período en Madrid y Lisboa- llegar a Nueva York, donde conoció a Peggy Guggenheim, antes de instalarse en México.
"Leonora Carrington fue un ser muy solitario, que vivió en el miedo que significa estar internada en un centro psiquiátrico" y esa soledad creció "al llegar sola a un país, sin hablar su idioma y sabiendo que tenía que vivir de su pintura, pues su padre la había desheredado", ha comentado Poniatowska.
Para la escritora mexicana, Carrington no pintaba de manera explícita como los surrealistas, sino que "simplemente pintaba su mundo infantil, su mundo celta, su mundo interior, al igual que le sucedía a la también pintora española Remedios Varo, con la que coincidió en México" y con quien tenía en común que venían de Europa huyendo de la guerra.
Múltiples galardones
A sus 78 años, el trabajo periodístico y literario de Elena Poniatowska ha recibido el mismo número de reconocimientos.
Es doctora Honoris Causa por varias universidades y, en 2007, el gobierno de la Ciudad de México instauró el Premio Iberoamericano de novela que lleva su nombre, en reconocimiento a "su ambición literaria, la subversión y el talento infinito de esta gran dama de las letras", a la que muchos consideran ya "un clásico vivo".
Uno de sus libros más conocidos es La noche de Tlatelolco: testimonios de historia oral, con el que ganó el premio literario Xavier Villaurrutia, galardón que rechazó.
Otras obras ligadas al periodismo literario, el género que más ha cultivado, han sido Tiníssima (1992), Las soldaderas (1999) o La herida de Paulina: crónica del embarazo de una niña violada (2000), en las que escribe sobre la condición femenina.