Turistas europeos perfeccionan sus pasos de baile en Cuba
Los fines de semana, jóvenes y viejos llenan la pista de baile del club Las Canitas en La Habana. Un sábado por la noche reciente, la mitad de los bailadores se movían al ritmo de los éxitos más recientes de la salsa… los bailadores venían desde Suiza.
Los cubanos están orgullosos de sus complicados movimientos de cadera, y suelen distinguir fácilmente a los locales de los extranjeros.
“Mira, velo. Necesita mover más las caderas”, grita una joven cubana en medio del ruido mientras ve bailar a un turista suizo.
Pero algunos la han sorprendido.
“Míralo, baila con gran sentimiento”, dijo señalando a otro bailarín mientras hace girar y girar a su pareja. “Definitivamente podría ser cubano”.
Esta isla caribeña es mejor conocida entre los turistas por sus playas inmaculadas y sus autos estadounidenses clásicos, pero los viajeros van a Cuba, cada vez más, para bailar salsa.
La música tropical llegó súbitamente y con gran fuerza a Europa y Asia, pues los estudios de baile y los clubes nocturnos tienen una alta demanda, sobre todo en el Reino Unido, Alemania y Japón.
Y cuando de viajar se trata, tienen la salsa en la cabeza. La instructora cubana de baile, Marisuri García, abrió una academia en Suiza, donde vive una parte del año.
En Cuba recibe a locales y a turistas en su departamento en un segundo piso en el centro de La Habana. Muchos cubanos como ella han comprado licencias gubernamentales, que les permiten cobrar por impartir clases privadas, a un costo de 5 dólares por hora.
"Bailar te ayuda a vivir mejor. Te ayuda a ver hacia adentro y a abrirte, a ser más libre en mente y cuerpo", dijo a CNN Marisuri Garcia.
El Ministerio de Cultura de Cuba también ofrece paquetes de salsa con estudios estatales como SprachCaffe, donde los turistas bailan con instructores privados.
Un tour de dos semanas que incluye clases de baile, hotel y algunas comidas, tiene un costo de 900 euros, cerca de 1,300 dólares.
Garcia convirtió su terraza en estudio con un techo de plástico verde, espejos en las paredes y con una vista a los tendederos de los vecinos.
“¡Más sexy!”, grita al conjunto de visitantes suizos mientras mueven la cadera y practican sus pasos. Este grupo llegó en un paquete de dos semanas que incluye tiempo en la playa y visitas a la ciudad. Pero su objetivo es regresar a casa bailando mejor de como lo hacían cuando llegaron.
“Llevo bailando tres o cuatro años”, dice Peter Schaffer, contador. “Ahora voy a encontrar mi estilo individual”.
Los orígenes de la salsa se disputan. Sus raíces están en el son cubano y el mambo, pero tiene una fuerte influencia de la música estadounidense y de los latinoamericanos que viven en Nueva York.
Evelyn Hiestand, sobrecargo, dice que ha bailado salsa desde hace años, pero siente que encontró algo más genuino en Cuba.
“Como creo que son las raíces de la salsa, es un gusto. Es el gusto por la vida”, dijo.
Dadas las restricciones de viajes de Estados Unidos, muy pocos turistas estadounidenses pueden llegar a Cuba. García cree que la salsa podría ser un puente ahora que el gobierno del presidente Barack Obama permite más intercambios culturales . Ella espera que esto ayude a la gente a superar las diferencias políticas en la pista de baile.
“Tenemos suizos y alemanes bailando salsa como cubanos”, dice. “Es hora de ver más estadounidenses”.