Leonora Carrington: una 'alquimista' que enamoró a México con su arte
Surrealismo puede traducirse como una libertad creativa infinita, una forma de ver la vida opuesta al racionalismo, apartada de toda convención social y artística. Ese era el mundo de Leonora Carrington.
La noticia de la muerte de la pintora anglo-mexicana, despertó la "admiración a su libertad", a la rebeldía que la caracterizó en su juventud, y al imaginario que creó alrededor de su obra.
"Llegó a ser tan dueña de un mundo muy introyectado, muy personal, como si fuera una chamana de si misma, que provoca más admiración que dolor su libertad en el momento en el que tenía que irse", aseguró la Dra. Elia Espinosa López del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
La investigadora universitaria e historiadora del arte señaló -en entrevista a CNNMéxico- que al igual que Remedios Varo, Leonora era una "alquimista".
"Alguien que va en pos de los secretos de la vida, sobre todo espiritual, por vía de la mística, la magia, lo imprevisto, lo azaroso de una fascinante química cósmica".
La escritora Elena Poniatowska hizo hincapié en el papel que juega la imaginación y el misticismo en la obra de quien fuera su amiga por más de medio siglo.
"Leonora influyó ahora, y va a influir cada vez más en los jóvenes, en un mundo mágico para los jóvenes, en ofrecerles un mundo más allá de su realidad", dijo a CNNMéxico la autora de la novela Leonora, inspirada en conversaciones con la pintora.
Poniatowska, quien a inicio del año recibió el premio Biblioteca Breve por la novela , destacó el talento y el genio de la llamada 'última surrealista', aspectos que la inspiraron para escribir ese "tributo amoroso, un homenaje a su vida".
"(México) pierde una época de enorme creación. México es muy inferior a su pasado, que si nosotros miramos hacia atrás y vemos todo lo que significaron Frida Khalo, Diego Rivera, David Alfaro Siquéiros, José Clemente Orozco, es mucho más pobre", acotó la escritora mexicana de 78 años.
De acuerdo con Poniatowska, la 'rebelde' Leonora supo desde muy temprana edad que quería dedicarse a la pintura, por lo que decidió moverse a París, dejándo a un lado su destino como aristócrata británica, y "fue muy fiel a su vocación".
Carrington encontró un campo fértil en el surrealismo, que en palabras de Tere Arq, curadora especializada en esta corriente artística, ningún otro movimiento anterior había integrado tantas mujeres.
"Leonora concibió un poderoso conjunto visionario de pinturas y escritos que representan mundos alternativos, donde las relaciones de espacio y tiempo se trastocan y la línea divisoria entre lo real y lo imaginario parece borrarse", lo que la hizo una importante exponente de la vanguardia artística.
Arq destacó la estructura narrativa y la técnica utilizada por Leonora en sus lienzos poblados de personajes y escenas misteriosas, a partir de un "estilo libre y espontáneo".
"Sus pinturas evocan lo que (André) Breton llamaba 'espejo de lo maravilloso', espejos que distorsionan la imagen de la realidad y la transforman en un universo desconocido", escribió la curadora de arte a CNNMéxico.
El Surrealismo nace después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando el poeta francés André Breton convocó a promover una recuperación del ser humano, a partir de la reintegración de todos los niveles sensibles e intelectuales a través del subconsciente .
"El Surrealismo es uno de los más grandes e inagotables recursos que tenemos los seres humanos en el siglo XX", expresó Elia Espinosa, especialista en artes plásticas y visuales en los siglos XX y XXI.
De acuerdo con la investigadora, Leonora Carrington, Remedios Varo y Kati Horna, representan una "trilogía magnífica de mujeres" que llevan su potencial artístico a una máxima potencia conceptual y expresiva, por la resonancia que el surrealismo hizo en ellas.
"En el caso de Leonora, tenemos un mundo que configura el lado fantástico de su pintura —porque es surrealista, pero también tiene un lado fantástico per sé— donde su intención es la que dicta la generación de esos seres ideales antropozoomorfos e indefinibles que flotan en el ámbito de sus cuadros", señaló la académica.
Sueños celtas navegan por México
Cuando Leonora Carrington llegó a México a principios de la década de 1940, ya había un semillero de artistas surrealistas tras la visita de André Bretón, quien calificó a México como el país surrealista por excelencia.
Como la pintora, otros artistas habían llegado a territorio mexicano, algunos buscando asilo por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) que azotaba en ese entonces el continente europeo.
Bretón organizó en 1940 la Exposición Internacional del Surrealismo en la Galería de Arte Mexicano que estimuló a los artistas locales, que se oponían a la hegemonía impuesta por el muralismo. Pintores como Julio Castellanos, María Izquierdo, y Alfonso Michel ya trabajaban con la fantasía mexicana.
"(Leonora) lo que hace es colaborar a ese gran cúmulo que estos extranjeros legarán a nuestro país, doña Leonora va a acrecentar el potencial fantástico del arte mexicano , y nos dejará su propia obra, pues se nacionalizó mexicana", explicó Elia Espinosa.
De acuerdo con la académica de la UNAM, lo que pintó en México es lo que la hace Leonora Carrington. "Es lo que hace, enriquecer a nivel de imágenes inusitadas".
Elena Poniatowska destacó, por su parte, la inclusión de elementos propios de la cultura mexicana a su obra, un aspecto distinto a lo hecho por su colega surrealista española, Remedios Varo.
"Incluyó a diferencia de Remedios Varo, elementos mexicanos en su pintura, los caballitos de petate, los molcajetes, los metates, escribió obras que tienen que ver con México, como el cuento del arzobispo de Canterbury que se lo comen en mole verde, ella si metió mucho a México en su obra".
En ese mismo plano, la curadora de arte Tere Arq apuntó que la relación entre Leonora Carrington y México "es recíproca".
"El contexto histórico y cultural de México, marcado por la conjunción de tradiciones ancestrales vinculadas al chamanismo, con las tradiciones espiritistas, ocultistas y herméticas que se entremezclaban en este país desde el siglo XIX, impactó porfundamente a Carrington", escribió a CNNMéxico la curadora.
La confluencia de fiestas prehispánicas con procesiones religiosas en las poblaciones mexicanas nutrieron el trabajo de la artista, según la experta.
Poniatowska apuntó que Leonora sólo se avocaba a pintar sus sueños celtas , algo en lo que coincidió Elia Espinosa al señalar que la inglesa era "una pintora de cabellete, totalmente introyectada en sí misma".
Arq coincidió al señalar que principal aportación de la pintora inglesa fue la creación de "ambitos muy íntimos, y al mismo tiempo metafísicos en sus cuadros".
Con información de Sergio P. D'Abbadie.