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Éxito de los 80, 'Footloose', renace en una versión superior y más ágil

El clásico de 1984 vuelve con su bastante trillada historia de rebelión de rock and roll que se redime por su fe en el baile
vie 14 octubre 2011 05:15 PM
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Si creciste en la década del 80, no hay nada más garantizado para hacerte sentir más viejo que ir ver películas. Conan el Bárbaro, The Thing y Footloose (…) ¿Qué sigue? ¿Top Gun?

Pero si hacen nuevas versiones , entonces que sean tan divertidas como Footloose del director Craig Brewer.

Las películas anteriores de Brewer, El Ritmo de un Sueño (Hustle & Flow) y Black Snake Moan, fueron cintas de explotación en el sur con un pequeño toque retro, sus adornos de mala pinta disfrazaban un corazón de vainilla. Pero ambas mostraron un sentimiento real por la música: hip-hop y blues, respectivamente. Ese es un buen inicio cuando se trata de Footloose, una bastante trillada historia de rebelión de rock and roll que se redime por su fe en el baile.

La cinta original de 1984 fue el primer guión del compositor Dean Pitchford, y Brewer se mantiene lo suficientemente cerca del patrón que Pitchford comparte crédito de guionista con él. Las dos versiones quedan enterradas con diálogos tontos, pero en casi todos los aspectos la alta fidelidad de la versión de Brewer supera a la película original. Es más clara, tiene más pegue, está mejor escrita y en su mayoría también tiene mejores actuaciones.

En todo caso la división cultural entre las zonas de campo y la ciudad afectan más ahora que lo que antes, en la era de Reagan, pero Brewer cambia la acción unos cuantos grados hacia el sur y navega a un curso más equitativo entre ellos. Este pequeño pueblo, Bomont, Tennessee, es descrito de una forma muy compasiva.

Y si las leyes de la ciudad que prohíben la música ruidosa, la bebida y el baile público, hacen que los ancianos locales parezcan una especie de talibanes, el reverendo Moore que interpreta Dennis Quaid no es la estridente caricatura evangélica que interpretó John Lithgow, más bien es un padre preocupado y un pastor que asume la responsabilidad de proteger a su rebaño a raíz de una tragedia personal.

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Interpretando a Ren, un hipster urbano quien es acogido por su tío después de que muere su mamá, Kenny Wormald no eclipsa a Kevin Bacon en su actuación que lo llevó al estrellato, pero es un actor atractivo que se abstiene de posar. Y es un bailarín sensacional.

La alumna de Dancing with the Stars, Julianne Hough —quien interpreta a Ariel, la rebelde hija el predicador— tiene el reto más difícil de mostrarnos a una joven, que es mal portada y sexual, y francamente parece un poco madura para llevarlo a cabo. Eso en parte es culpa de Brewer —Ariel no tiene la oportunidad de explicar su actitud hasta que es demasiado tarde, y eso no ayuda a que Hough parece que intentó parecerse a una joven Jennifer Aniston. Pero nuevamente, ella tiene sus mejores momentos en los números de baile.

Debido a que eligió bailarines reales, Brewer no tiene que desmenuzar la coreografía: las secuencias musicales (que incluyen ocho nuevos números y cuatro de los más grandes éxitos de la versión de 1984) son dinámicos y emocionantes. La coreografía pasa de baile en línea country, hasta el hip hop y el krumping, así como una dulce y divertida secuencia en donde Willar (Miles Teller) el amigo de Ren que no sabe bailar, aprende sobre el ritmo por parte de un grupo de niñas de cinco años.

Por supuesto, nunca podría ser mejor que la original debido a, ya sabes, su originalidad, pero ahora —y entonces— Footloose es una celebración irresistible de cuerpos jóvenes en movimiento. Todos juntos ahora: Loose, footloose, kick off your Sunday shoes.

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