Una mirada a una fábrica de guitarras clásicas en "la ciudad del Quijote"
A solo 40 minutos al sur de Madrid, justo al lado de la autopista hacia Toledo, se encuentra el pueblo de Esquivias, donde Miguel de Cervantes se casó con una señorita en 1584 —según la tradición— y donde tomó inspiración para algunos de los personajes de Don Quijote.
Cuatro siglos después, este pueblo en las laderas contribuye a la riqueza cultural de España, a través de una fábrica familiar de guitarras clásicas españolas llamada Guitarras Manuel Rodríguez e Hijos.
Ahora en su tercera generación, esta empresa ha elaborado guitarras a mano desde 1905, pero la fábrica en Esquivias abrió hace 11 años.
Sin duda, se trata de un negocio que lucha contra la crisis financiera global que ha golpeado con especial dureza a España , donde hay un desempleo de 21.5%, un profundo déficit y un crecimiento débil.
Pero mientras uno camina por el taller y habla con Manuel Rodríguez Jr. —quien ahora maneja el negocio junto con su hermano, tras el fallecimiento de su padre hace algunos años— hay una clara sensación de que no consideran su producto como uno más, sino como un icono esencial de la identidad de España.
¿Quién no ha disfrutado o soñado con disfrutar de un concierto nocturno al aire libre de guitarra flamenca en alguna plaza española? Imagina estar tomando un frío jerez seco, mientras el músico despliega un control total de un instrumento en el que cada nota resuena, aparentemente a la perfección.
La marca Rodríguez forma parte de un número decreciente de talleres que aún fabrica guitarras españolas clásicas para conciertos y para aficionados. Muchos competidores han salido del negocio en los últimos años.
Tienen un joint venture en China, donde mejoraron una fábrica de guitarras existente para que pudiera producir mejores instrumentos, aunque todavía son de calidad estándar. Unas 18,000 guitarras se fabrican ahí cada año y se venden al menudeo a un precio de entre 200 a 1,000 dólares.
Pero las 4,000 guitarras premium —aquellas realizadas a mano y con las maderas más finas— todavía se hacen en España. Una sola guitarra requiere entre uno y tres meses para su fabricación. Comienzan a un precio al menudeo de 800 dólares y llegan hasta 40,000 dólares.
Entonces, ¿cómo suena una guitarra nueva, recién salida del suelo del taller?
Bueno, hemos descubierto que no son fáciles de afinar cuando son tan jóvenes. Manuel pidió a uno de sus trabajadores que tocara algunas canciones para nosotros. A pesar de que ambos trataron durante media hora conseguir que estuviera perfectamente afinada, la nueva guitarra no cooperaba. Es obvio que necesitaba más tiempo antes de estar lista para un concierto.
Y así, en este pueblo donde el propio Cervantes una vez se alojó, la visita al taller sirvió para reforzar la importancia del tiempo, de la tradición, y el lugar especial de la guitarra clásica en la cultura española.