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¿En dónde está el amor de la música R&B?

La música afroamericana contemporánea no cuenta con suficientes canciones de amor. El autor dice que son necesarias para la esperanza
lun 05 diciembre 2011 11:06 PM
barry white
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Cuando era un adolescente que trataba de descubrir qué es lo que les gustaba a las mujeres, encendía la televisión las tardes de sábado para ver The Hippest Trip in America.

Cerraba la puerta de mi habitación para asegurarme de que mi hermano menor no veía, y entonces empezaba a imitar los últimos pasos de baile en Soul Train, el programa afroamericano de baile. De pie frente al espejo, daba rienda suelta a una serie de pasos de baile espasmódicos antes de que me avergonzara tanto yo mismo que lo dejaba de hacer.

Los bailarines de Soul Train nunca tuvieron ese problema. Como tocaba el alegre tema del programa, los tiesos bailarines en pantalones ajustados de doble punto bailaban a lo largo de la pista de baile. Adoraba sus enormes afros, las solapas que eran tan grandes que podías aterrizar un avión pequeño en ellos, y al genial anfitrión de Soul Train, Don Cornelius, quien despedía cada programa con la frase, “¡Les deseamos amor, paz (…) y aaaaaalmaaaa!!! (soul)!”

Pero más que nada amaba la música de Soul Train, especialmente las improvisaciones lentas.  Tenían todo: letras evocadoras, ritmos que hacían sacudir la cabeza, enormes arreglos de cuerda y hablaban mucho del amor.

Pero ahora, cuando escucho R&B, me hago la misma pregunta que se formularon Roberta Flack y Donny Hathaway en su dueto clásico de 1972: Where is the Love? (¿En dónde está el amor?).

Escuchar la música afroamericana de hoy es deprimente. A las canciones de las listas de radio de música urbana actuales les falta romance, ternura y seducción. Y no es sólo por el surgimiento del hip hop duro o los raperos que denigran a las mujeres.

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Los afroamericanos le dieron al mundo el sonido Motown, Barry White y Let’s Get It On. Pero ya no hacemos más canciones de amor.

¿Por qué?

Le pregunté a algunas de las celebridades que crearon los clásicos del R&B de finales de las décadas de los 60, 70 y principios de los 80. Su respuesta fue: La música cambió porque los afroamericanos perdimos algo esencial, algo que todos los estadounidenses, independientemente de la raza, debemos lamentar.

“Teníamos tanta armonía”

Algo de lo que perdimos, dicen, fue apreciar al mismo amor.

El tecladista y miembro fundador de Earth Wind & Fire, Larry Dunn, dice que la nueva generación de artistas afroamericanos de R&B son más cínicos porque cada vez más vienen de hogares y comunidades rotas.

“¿Cómo vas a escribir sobre el amor cuando no sabes lo que es?”, pregunta Dunn, cuyo nuevo álbum N2 The Journey, contiene una nueva versión de una de las baladas más famosas de Earth Wind & Fire, Reasons.

EWF, que nos dio clásicos de la década de los 70 como After the Love is Gone, no creó canciones sólo para que fueran éxitos, dice Dunn. También querían cambiar vidas. El grupo fue conocido por canciones como Devotion y Shining Star, que celebraban el amor por uno mismo y por Dios.

Esos sentimientos pueden sonar cursis ahora, pero Dunn dice que EWF puede decir que sus canciones tuvieron el efecto para las que fueron creadas. La gente tocaba las canciones de amor de EWF en sus graduaciones y en sus bodas, y la gente todavía le escribe cartas de agradecimiento al grupo el día de hoy.

“Un hombre se nos acercó antes de un concierto y nos dijo que lo ayudamos a dejar la heroína”, dice Dunn, quien es claramente optimista y cálido como la música de Earth Wind & Fire.

Kenny Gamble llevó la misma ambición a su sonido. Gamble es el cofundador de Philadelphia International Records, conocido como el Motown de la década de los 70. La disquera patentó el Soul de Filadelfia, arreglos ajustados y sofisticados con elegantes cuerdas que formaron el telón de fondo de canciones de amor clásicas como Me and Mrs Jones, de Billy Paul, y Come Go With Me, de Teddy Pendergrass.

A pesar de que las canciones de Gamble también se impulsaban por el orgullo afroamericano y la autoayuda. Junto con su coproductor y escritor Leon Huff, Gamble creó temas de conciencia social como Wake Up Everybody, de Harold Melvin & The Blue Notes, y Love Train, de The O’Jays.

Tanto las canciones de amor como las que de mensaje surgieron de la misma fuente, la creencia de que el amor al prójimo y a la comunidad es importante, dice Gamble, quien todavía vive en Filadelfia, renovando barrios pobres a través de su organización sin fines de lucro, Universal Companies.

“Teníamos mucha armonía, mucho propósito en nuestra música”, dice. “Nuestro propósito era el mensaje que hay en la música, y ese mensaje era el amor al prójimo y hacer a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti”.

Las canciones de amor florecieron durante esa era también porque los afroamericanos eran más optimistas, escribió el crítico de música, Rashod Ollison, en un ensayo sobre Barry White, el rotundo cantante al que Ollison describió como “una voz grave tan baja como el océano”, quien nos dio canciones de amor como Never Gonna’ Give You Up.

White estaba atrapado en las mismas patologías sociales que tienen los jóvenes afroamericanos de hoy. Fue un padre adolescente y miembro de una pandilla y estuvo en la cárcel, pero la “música lo salvó”, describió Ollison.

Cuando hoy escucho las canciones de White, me impresionan las constantes referencias al amor. White estaba enamorado del amor. Incluso llamó a su banda The Love Unlimited Orchestra (La orquesta del amor ilimitado).

Parecía una época más fácil para hablar del amor porque las cosas parecían mejorar, escribió Ollison en su ensayo en el periódico The Virginian-Pilot.

“El pop afroamericano que llegó con la música era un reflejo de las aspiraciones de la gente que cumplía algunos de los sueños del movimiento de derechos civiles”, escribió Ollison. “Los guetos se convirtieron en cascarones agotados después de que MLK (Martin Luther King Jr.) fue asesinado. Todos aquellos que tenían los medios para salir, ahora vivían en los suburbios, trabajaban en las oficinas que sus mamás solían limpiar”.

En ese momento, yo sólo era un chico que crecía en una zona descuidada del oeste de Baltimore, que posteriormente serviría como el escenario de la serie The Wire de HBO. Pero incluso entonces podía ver evidencia de esa esperanza.

Mi hermano mayor se convirtió en el primer miembro de la familia que se graduó de la universidad. Lo acompañé cuando compró su primer traje, y después compró su primera casa. Me dio mi primer paseo en su flamante Pontiac Firebird con aroma de pino.

Parecía que todo el mundo seguía el camino de George Jefferson, el personaje afroamericano de la comedia de la década de los 70, The Jeffersons. Aparecía en el montaje inicial y decía “avanzamos” y finalmente “vamos a conseguir un pedazo del pastel”.

Era un tiempo cuando, como un amigo decía, “¡Ser afroamericano es el negocio!” Celebrábamos nuestro cabello ensortijado y nuestra piel oscura y nos saludábamos como “hermano” y “hermana” sin ningún sentido de la ironía. Parecía que todo el mundo tenía una copia de las revistas Jet o Ebony en sus mesas. Un hombre podía recibir una bofetada si le decía perra a una mujer afroamericana.

Parece que todo eso se evaporó. El crack de cocaína diezmó a las comunidades afroamericanas en la década de los 80. Los trabajos como obreros que le dieron a muchas familias un punto de apoyo para entrar a la clase media empezaron a desaparecer. La desagregación dividió a la comunidad afroamericana. Los que tenían dinero y educación se mudaron a los suburbios. Los que se quedaron se aislaron más.

Hoy, tenemos una primera familia afroamericana, pero nuestras propias familias se colapsan. En un estudio de 2009 del Instituto de Valores Estadounidenses y el Centro Nacional de Matrimonios Afroamericanos y Crianza de la Universidad de Hampton en Virginia hace hincapié en esa erosión.

En el estudio se encontró que mientras que el 70.3% de los adultos afroamericanos estaban casados en 1970, ese índice cayó a 39.6% en 2008. En el estudio también se mostró que mientras el 37.6% de los nacimientos de afroamericanos se daban con padres no casados en 1970, esa cifra subió a 71.6% en 2008

Nuestra música se volvió tan sombría como esas estadísticas. Cantar acerca del amor ahora perece fuera de moda.

Demasiado narcisista para amar

Algo más sucedió: los afroamericanos se volvieron más narcisistas, y eso también pasó con nuestras canciones de amor.

Se ha escrito mucho acerca del narcisismo de los jóvenes estadounidenses. No quieren pagar sus deudas. Son muy ensimismados —tuitean, mandan mensajes de texto, responden en Facebook— y constantemente están inmersos en sus mundos privados.

Ese ensimismamiento se filtró en las canciones de amor afroamericanas contemporáneas.

Una de las canciones más populares de R&B actualmente es Quickie, de Miguel, quien declara, “No quiero que me amen. Quiero un rapidito”.

No hay nada malo de cantar sobre el sexo. Pocas canciones tiene una mayor carga sexual que Let’s Get It On, de Marvin Gaye. Y pocos cantantes pueden evocar el calor de la habitación como Al Green. Pero los hombres afroamericanos ya ni siquiera se preocupan por generar romance con las mujeres en las canciones de amor, dice Kimberly Hines, editor en jefe de SoulBounce, un sitio en línea de música urbana progresista.

Considera una reciente canción del día de San Valentín del popular cantante de R&B Chris Brown de nombre “No Bull S**t”, en donde canta acerca de invitar a una mujer a su casa a las 3 de la mañana porque “tú sabes, estoy caliente”.

Entonces le canta que se quite la ropa porque “ya sabes qué hora es” y le ordena que “vaya al armario en donde están los condones”.

Si comparas las letras de Brown con Come Go With Me de Pendergrass, en donde se pasa la canción diciéndole a la mujer, “te ves tan dulce (…) Parece que deberías estar conmigo (…) podríamos tomar un poco de vino, hacer que las cosas funcionen”.

“Era más acerca del romance y la seducción”, dice Hines sobre las canciones de amor del R&B clásico. “Era más acerca de, ‘déjame preparar el camino para estar contigo’ en lugar de ‘vamos a hacerlo’. Teddy (Pendergrass) tenía que convencer a una mujer para “que venga a mi casa”.

En un estudio reciente de los éxitos de Billboard se confirma la idea de que cortejar a una mujer desaparece del R&B moderno.

El profesor de psicología Gordon Gallup Jr. y la estudiante Dawn Hobbs, estudiaron el tema de la materia de 174 canciones que se llegaron al top 10 en 2009. Analizaron tres géneros musicales entre las canciones de mayor venta: R&B, country y pop.

Los investigadores de la Universidad de Albany en Nueva York, encontraron que el R&B contenía la mayor cantidad de referencias al sexo por canción (un promedio de 16 frases relacionadas con el sexo por canción). Los tres temas principales de las canciones de R&B eran el atractivo sexual del cantante, la riqueza del cantante  con relación a encontrar a una pareja, y descripciones de actos sexuales. Se examinaron un total de 19 canciones.

El tema menos popular en la música R&B era “el cortejo”, mientras que la música country ofreció más canciones de cortejo que cualquier otro género, de acuerdo con el estudio.

Ollison, el crítico de música, dice que los hombres y las mujeres se vuelven objetos del otro en el R&B moderno y se quejan “acerca de no tener lo que piensan que merecen”.

“Es una pena, porque nuestros deseos no cambian y todavía queremos ser amados y abiertos con alguien más, pero la música que compartimos no lo refleja”, dice Ollison. “No se trata de compartir. Es muy narcisista, algo como mírame”.

“Ya no necesitas una banda”.

El narcisismo no sólo se filtró en la composición musical. También infectó el proceso para grabar canciones de amor de R&B.

Durante la época clásica del soul en la década de los 60, 70 y 80, grabar discos era una experiencia de comunidad. Fue un momento de grandes bandas. Piensa en las portadas de los discos de esa era: estaban llenas de músicas.

Se esperaba la capacidad de tocar bien, y con otros. Pero ¿cuántos artistas contemporáneos de R&B pueden en realidad cantar, escribir o tocar instrumentos?

Dunn, de Earth Wind & Fire, dice que tocaba en compromisos profesionales todos los días de la semana desde que cumplió 15 años. Sólo había un requisito previo para estar en una banda.

“Tenías que tocar muchísimo”, dice.

“Entré en la música por una razón, y todos los chicos que conocía lo hacían por la misma razón. Queríamos ser lo mejor que pudiéramos. No sabíamos que te pagaban. Éramos demasiado jóvenes para buscar a las mujeres. No sabíamos lo que eran las joyas”.

Lo que hizo que las canciones de amor del R&B clásico fueran grandiosas no sólo era la forma de cantarlas o las letras. Era la música. El ritmo más loco que el baterista y el bajista pudieran crear en la canción Never Gonna’ Give You Up, de Barry White, los riffs de teclado tipo jazz de Dunn en Reasons, el agridulce acompañamiento de saxofón en Me and Mrs Jones de Billy Paul, todavía suenan bien.

Se perdió la profundidad musical en las canciones de amor del R&B contemporáneo. Se recortó el financiamiento de programas musicales en muchas escuelas, así que los chicos ya no crecen y aprenden a tocar instrumentos.

Cualquier aspirante a cantante con una voz mediocre ahora se puede sentar en su casa en su ropa interior y comer frituras mientras edita una canción en una computadora y la publica en internet al día siguiente.

“Ya no necesitas una banda para hacer música”, dice Hines de SoulBounce, que reunió una lista de las 100 principales canciones de amor de R&B clásico.

“Muchos productores simplemente hacen todo en una computadora y tocan la canción. Sacaron a los músicos de la ecuación”.

Por qué importan las canciones de amor

¿Entonces a dónde vas si quieres escuchar buen R&B contemporáneo? Los críticos dicen que revises las marcas independientes, los sitios en línea de neosoul y los destinos de internet como iTunes.

Ahí encontrarás cantantes como Jesse Boykins III, un joven de 26 años con una voz suave y conmovedora que podría encajar muy bien en la época del R&B clásico.

Boykins y una serie de otros artistas intentan crear un movimiento “nuevo romántico” en el R&B y revivir al género. Dice que todavía escucha artistas como Stevie Wonder y Marvin Gaye para inspirarse.

“Me enseñaron que está bien ser vulnerable como artista”, dice.

Boykins todavía intenta que lo toquen de forma constante en la radio y usa internet y las actuaciones en vivo para difundir su música. Sus canciones también se encuentran en iTunes y YouTube.

“La música romántica no se fue, simplemente es más difícil encontrarla”, dice.

Otras personas dicen lo mismo. Toby Walker, creador del sitio de música soul, Soulwalking, dice que muchos artistas de R&B contemporáneo pueden producir grandes canciones de amor si cambian la manera como hacen música.

“Estos músicos se beneficiarían enormemente si dejan los tacones altos, el maquillaje, los teléfonos móviles y a los representantes, y se pusieran camisetas  jeans, y se retiraran un par de meses a algún lugar con músicos de verdad, instrumentos verdaderos y un estudio de grabación”, dice Walker.

Algunas personas pueden decir que no es importante si dejamos de cantar acerca del amor, pero no estoy tan seguro.

La música afroamericana no sólo es para las personas de ascendencia africana. Es la música de Estados Unidos. Así ha sido durante años. Los músicos afroamericanos que tocaban blues inspiraron a roqueros como Elvis Presley y los Rolling Stones. Los Artistas de hip-hop contemporáneo tienen tantos seguidores blancos como afroamericanos.

¿Qué pasa cuando millones de jóvenes seguidores —sin importar el color— aprenden sobre la intimidad en las canciones que reducen al amor a alcanzar “el armario en donde está los condones”?

¿Y qué pasa con las personas afroamericanas si no podemos cantar acerca del amor?

Cada vez que veo a una pareja de afroamericanos adorar a sus hijos en público, quiero hacer un desfile. Sé que muy pocos afroamericanos están casados. ¿Cómo podemos construir familias y educar a los niños si ni siquiera podemos estar juntos?

La música nunca fue sólo para el entretenimiento en la comunidad afroamericana. Se trataba de la esperanza. Desde las canciones espirituales que los esclavos cantaban para sobrevivir al brutal racismo, hasta los temas de derechos civiles como We Shall Overcome, ama a Dios, a ti mismo y al prójimo era el mensaje en gran parte de nuestra música.

Fue el mensaje que marcó la diferencia durante una parte crítica de mi vida.

Durante mi primer año en la universidad, por poco repruebo porque no creía que alguien de mi barrio podía ir bien en la escuela. Compré la idea de que ser listo era una “cosa de blancos”.

Pero recuerdo que un fin de semana mientras viajaba a la casa de mi hermano escuché a Earth Wind & Fire. Me puse los audífonos, escuché a una banda que me alentaba a Keep My Head to the Sky (Mantener la cabeza hacia el cielo) y me decían que necesitaba Devotion (Devoción) para “abrir todos los tesoros de la vida”.

Necesitaba algo más que canciones, pero me ayudaron a tener confianza. Estaba orgulloso de pertenecer a un grupo de gente que podían crear música tan exquisita, optimista y exuberante. Tal vez, pensé, algún día podría crear algo que valiera la pena.

Llevé esa actitud al salón de clases y cambió mi vida. Me gradué con honores.

Pero me pregunto el lugar en dónde una nueva generación escuchará esas canciones que hablan de la lucha y del amor.

Me pregunto si tan siquiera saben lo suficiente acerca de su pasado para preguntar.

¿En dónde está el amor?

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