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El patrimonio legislativo de México vive en un templo interactivo

Una iglesia jesuita de 1572 sirve de sede para el recinto que guarda entre sus paredes la carta magna del país
dom 05 febrero 2012 03:20 PM

El Museo de las Constituciones, que fuera el templo y colegio de San Pedro y San Pablo, es actualmente la casa de las leyes y otros documentos que han permitido organizar al Estado mexicano a lo largo de su historia.

Es una construcción jesuita de 1572, erigida como el Colegio de San Pedro y San Pablo, con un templo que destacó por haber sido el primero en tener cúpulas en toda América.

En ese recinto de la Ciudad de México se instaló el Primer Congreso Constituyente Mexicano en 1822 y se promulgó la primera Constitución Política de México (1824).

El objetivo del museo es difundir la importancia que tienen las leyes para la vida cotidiana, a través de la revisión de los contenidos y la interactividad con los visitantes.

“Nunca antes se habrían reunido y sistematizado todos estos documentos”, dijo José Gamas Torruco, director del Museo de las Constituciones.

Actualmente resguarda las constituciones de los estados, diarios de los debates y los documentos que condujeron a aprobar las leyes supremas, así como textos clásicos de constitucionalistas y juristas, que se encontraban dispersos en el Archivo General de la Nación y en poder de gobiernos estatales y también de particulares.

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La museografía fue el mayor reto

La apuesta museográfica (es decir, el conjunto de técnicas y prácticas relacionadas al funcionamiento de un museo) fue integrar el acervo a la construcción. Para ello fue clave la restauración de las ventanas conforme a la arquitectura original del inmueble, lo que permitió la entrada de luz natural, explicó Xiutezca Garibaldi, arquitecta de la Dirección General de Obras y Conservación de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Un elemento arquitectónico que destaca en el nuevo museo son los trabajos que se hicieron para sumir el piso a manera de escalón, con tal de formar círculos de dimensiones similares a las cúpulas del techo.

“Bajo tres de sus cúpulas se exhiben en vitrinas las tres últimas Constituciones; bajo la más grande (de esas cúpulas) está la de 1917”, explicó Esterlina Campuzano, del Taller de Arquitectos Mauricio Rocha.

“Nuestro principio conceptual de intervención fue brindar al visitante la posibilidad de vivir el edificio, de aprovechar su carácter señorial y convertirlo nuevamente en un templo”, dijo Gabriela Carrillo, directora del proyecto por parte del Taller de Arquitectos Mauricio Rocha.

En el recinto se encuentra además el mural Árbol de la vida, pintado entre 1921 y 1922 por Roberto Montenegro y Jorge Enciso (precursores del muralismo mexicano).

Para presentar una propuesta contemporánea, se creó un espacio flexible, apoyado en un sistema de modulación de un piso falso, que rige la configuración de los elementos museográficos. Eso permite un recorrido divertido, reverencial y casi escultórico.

Para crear ese efecto, los arquitectos colocaron un bosque de 30 esbeltas estelas, 13 de ellas tienen un sistema de audio, de gráficos y de videos que refieren información de manera dinámica y cinco reproducen contenido interactivo.

Documentos en su propio hábitat

Actualmente, las constituciones se exhiben en vitrinas debajo de cada una de las cuatro cúpulas de la edificación. Pero en un futuro se moverán a una bóveda especialmente diseñada para conservar los documentos históricos que funcionará con microclimas y filtros ultravioleta.

Las vitrinas, que controlan los niveles de humedad y temperatura para conservar los documentos, se alimentan de paneles solares. Esta tecnología crea sistemas inteligentes que identifican las variaciones que hay dentro de una estructura, como cuando una persona entra en un cuarto y la temperatura de éste aumenta.

La restauración del recinto tomó un año, luego de que se concluyó la desocupación del mismo, el 21 de junio de 2010.

La meta del museo es crear un espacio lúdico para todo público, con modelos educativos que permitan aprender sobre los temas expuestos, y que propicien que el visitante se relacione de forma diferente y mejor con la ley.

Los rostros del templo

1816: lo ocuparon los jesuitas hasta su expulsión. A partir de entonces, los agustinos lo administraron y distribuyeron sus retablos, pinturas y reliquias en diferentes iglesias.

1823 y 1824: se realizaron las reuniones previas a la promulgación del Reglamento Provisional del Imperio y las sesiones del Congreso Constituyente que redactó la Constitución de México.

Entre 1863 y 1921: fue depósito de forrajes, bodega de la aduana, asilo para enfermos mentales hasta su restauración. Después  se ocupó como taller de la Academia de San Carlos.

1996: tras años de abandono, la UNAM determinó destinarlo al Museo de la Luz y para los festejos del Bicentenario las autoridades decidieron transformarlo en un nuevo museo.

2011: es el Museo de las Constituciones, una idea que surgió de Emilio Óscar Rabasa, ex secretario de Relaciones Exteriores, su mayor promotor, quien murió antes de concluir el proyecto.

Fragmento del texto El museo de las constituciones, que fue publicado en la revista Obras de enero de 2012.

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