Fanáticos de la moda: Los 'dandies' del diseño en El Congo
Vistiendo sólo las prendas de diseñador de más estilo, además de escoger meticulosamente la combinación de colores, los dandies del Congo son la personificación de la elegancia de sastre.
Conocidos como los Sapeurs, estos figurines son una subcultura congoleña de personas devotas al culto del estilo. En Brazzaville y Kinshasa, las capitales de la República del Congo y de la República Democrática del Congo, respectivamente, los Sapeurs destacan de entre la pobreza que se vive en las ciudades, recorriendo las calles como si fueran obras de arte en movimiento.
“Es la fetichización de la moda; son adoradores de la moda, es su dios y es muy poderoso”, dice Didier Gondola, autor de Historia del Congo que ha investigado ampliamente a los Sapeurs.
Pero para los Sapeurs —que son casi siempre hombres— no se trata de lo que está en boga, sino de vestir con estilo. Las etiquetas que prefieren casi siempre son aquéllas que evocan la elegancia clásica.
Los trajes de Yves Saint Laurent, Jean Paul Gaultier y Armani están muy demandados, así como algunas marcas japonesas como Kenzo y Yamamoto, dice Gondola. En cuanto a los zapatos, los monarcas supremos son la exclusiva marca francesa Weston y la firma británica Church’s. Y no se toleran imitaciones.
“Puedes perder tu reputación si usas imitaciones”, dice Gondola. “Es una blasfemia”.
Pero resulta que estas marcas no son baratas. Gondola, quien nació en El Congo y da clases de Historia en la Universidad de Indiana en Estados Unidos, explica que los Sapeurs no son ricos; generalmente se desempeñan en trabajos secundarios y se sabe que en ocasiones incluso han robado tiendas para alimentar su adicción por las prendas. En Brazzaville es común que los Sapeurs renten o pidan ropa prestada a sus compañeros o que les hagan algunos encargos a los que visitan Europa.
Así como la diáspora congoleña se ha difundido, lo han hecho los Sapeurs y ahora es posible encontrarlos en capitales europeas como Londres, Bruselas y París.
Dixy Ndalla, de 30 años, nació y creció en Brazzaville pero ha vivido en Londres desde los 17 años. Está encaprichado con los cortes clásicos que utiliza la aristocracia británica y es capaz de gastar 1,000 libras esterlinas en un mes en nuevas camisas y sacos.
“Soy muy apasionado para vestir, me apasionan los colores y los trajes”, dice. “En invierno me gusta todo lo que tenga que ver con tweeds, en verano un buen blazer y unos bonitos jeans con una linda camisa.
Me gusta especialmente Hackett, uno de los mejores diseñadores del Reino Unido… los trajes de Hackett comienzan por ahí de las 600 libras y un traje hecho a la medida puede ir de 1,000 libras en adelante”.
Ndalla regresa a Brazzaville en el verano y se enorgullece de presumir su atuendo superbritánico.
“En las vacaciones de verano todos van a presumir su guardarropas”, dice. “Todos se reúnen en una calle o en bares y se muestran los colores o la etiqueta de sus trajes… queda a discreción de la gente juzgar y apreciar quién está bien vestido”.
Una vez que están vestidos con estas delicadezas, usualmente los Sapeurs de Brazzaville se dirigen a Le Main Bleu, uno de los bares favorito, en donde llevan a cabo concursos informales. Cada uno intenta vencer a los demás con una combinación de estilo, comportamiento y etiquetas de diseñadores, conocidas como “griffes”.
Pero Ndalla no se considera un Sapeur, porque no se viste para competir con otros. Para él, sólo es cuestión de enorgullecerse de lo que vistes. “A la gente del Congo le encanta vestirse bien; es algo que está en mi sangre”, dice.
Aunque cada Sapeur tiene un estilo propio, algunos looks son especialmente populares. Los trajes de tres piezas en colores pastel son un emblema de los ensambles meticulosamente arreglados por los Sapeurs. Se complementan con una corbata, pañuelo o corbata de moño, y con el obligatorio bolsillo cuadrado que sobresale de los sacos inmaculadamente confeccionados. Los puros y las pipas —encendidos o apagados— son de rigor.
El fotógrafo italiano Daniele Tamagni se encontró con los Sapeurs cuando viajó a Brazzaville en 2007. El siguiente año regresó a fotografiarlos, recolectando sus imágenes para formar el libro Caballeros de Bacongo .
Dice que los individuos a menudo pertenecen a subgrupos dentro de la cultura Sapeur, tales como el grupo Picadilly, que se viste con faldas escocesas.
“Uno de los miembros tiene una hermana en Escocia que le trae faldas”, explica. “Las usan y las adaptan a su gusto personal y a su individualidad. Son maestros del estilo, crean su propio estilo”.
Algunos desaprueban el hecho de que los Sapeurs se gasten el poco dinero que tienen en las frivolidades de la moda. Pero Gondola argumenta que ser Sapeur no es solamente por vanidad, sino que es una declaración política.
En los años setenta, la “autenticidad” era parte de la ideología de Estado en El Congo, una política que prohibía el uso de trajes occidentales. Las Sapeurs se rebelaron, utilizando agresivamente prendas de inconformidad, incluyendo trajes de piel, comenta Gondola. Al día de hoy, los Sapeurs de Kinshasa se visten menos conservadoramente que su hermandad de Brazzaville.
“Ser Sapeur también se trata de masculinidad, de política, de cambiar los estereotipos sobre cómo las personas ven a África”, dice Gondola. “Se trata de muchas cosas a la vez, se trata de vencer a occidente en su propio juego, que es la moda: ‘Ustedes nos colonizaron pero nos vestimos mejor que ustedes’”.
Gondola señala que es posible rastrear la historia de los Sapeurs hacia el siglo XIX, cuando la República del Congo era una colonia francesa. Algunos amos de la colonia solían pagar a sus sirvientes con ropa usada y los sirvientes solían organizar desfiles usando la ropa de sus amos los domingos.
Añade que el fenómeno creció en los años veinte y treinta entre los congoleños que vivían en París, particularmente con el pionero del movimiento Sap y activista anticolonial André Matswa. Pero cuando floreció en realidad fue después de la independencia en 1960, cuando la gente congoleña ordinaria comenzó a viajar a París y regresaba vistiendo la última moda.
En los setenta, el músico popular Papa Wemba, de la República Democrática del Congo (antes Zaire), comenzó a promocionar la idea de los Sapeurs, formando la Societé des Ambianceurs et Persons Élégants, o SAPE, de los que los Sapeurs contemporáneos reclaman ser miembros.
Así que, ¿cuál es atractivo perdurable de los Sapeurs? “Es algo político, espiritual, estético, social, es muchas cosas”, dice Gondola. “Es toda una ciencia. Son artistas”.