Científicos buscan probar la autenticidad de los restos de Sor Juana Inés
Científicos mexicanos exhumarán los restos de la madre de Sor Juana Inés de la Cruz para confirmar la autenticidad de la osamenta atribuida a la poetisa, explicó la especialista María de Lourdes Muñoz.
Los estudios del ADN mitocondrial en los restos de la mamá de la poetisa son claves para despejar cualquier duda sobre la autenticidad de la osamenta que se encontró en 1978 y que se cree es de Sor Juana.
"El siguiente paso que vamos a dar es exhumar los restos de la mamá de Sor Juana. Se sabe que ella fue enterrada en la iglesia de la Merced y se sabe bien donde están los restos de la mamá", explicó la doctora en Ciencias del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y especialista del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav).
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana (1648-1695), más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, vivió su infancia en una hacienda, su adolescencia y juventud con unos tíos en la corte novohispana y los últimos 27 años de su vida se recluyó en el convento de San Jerónimo.
Muñoz, especialista en biología celular, ya ha realizado el estudio en esos restos del ADN mitocondrial de Sor Juana, que se trasmite sólo por vía materna, y lo ha comparado con el ADN de las actuales descendientes de una hermana de la poetisa.
Ahora, sólo se espera analizar la osamenta de la madre de Sor Juana para concluir su análisis y para dar a conocer sus conclusiones.
"Las secuencias (de ADN mitocondrial) ya las tengo, pero no es suficiente, por eso se requiere estudiar el ADN de la madre", explicó Muñoz.
La especialista convocó a dos descendientes de la hermana de la poetisa, Josefa María Ramírez, y en particular uno de sus hijos que vivió de joven por España y a quien se le llamaba el Ramírez de España, por lo que la familia lleva el apellido Ramírez España.
"Desde mi punto de vista, y por los estudios arqueológicos y antropológicos, la osamenta sí es de Sor Juana debido al contexto en que se encontraron sus restos", advirtió Muñoz.
El sitio donde estaba la osamenta era una tumba para alguien muy importante, pues fue el único de los entierros que conservaba un gran rosario de cuentas, con su hábito de lujo y no amortajada, como las demás monjas, y con los restos de la base del medallón que llevaban las monjas.
Añadió que la última parte del estudio es comparar el ADN de la madre y conocer la edad de la osamenta de Sor Juana, estudio que está a cargo de la doctora Javiera Servini.
Muñoz explicó que el análisis de los huesos muestra que Sor Juana no padecía osteoporosis ni artritis, aunque aclaró que es difícil detectar la presencia de otras enfermedades si éstas no se reflejaron en el sistema óseo.
Según los estudios antropomórficos, Sor Juana tenía una estatura de 1,53 metros y rasgos gráciles y afilados.
La especialista precisó que, aunque se había hablado de utilizar la sangre de Sor Juana con la que firmó uno de los últimos documentos de profesión de fe un año antes de su muerte, son textos que no se pueden utilizar debido a que para analizar el ADN se tendrían que destruir.
Desde el primer semestre del año pasado, un grupo de científicos mexicanos participan en un estudio de los restos encontrados en la iglesia del antiguo convento de San Jerónimo en el Centro Histórico de Ciudad de México, donde se encuentra actualmente la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Sor Juana aprendió a leer a los tres años y desde entonces despertó una pasión por el conocimiento y las letras que la llevó a poseer de manera autodidacta una erudición enciclopédica que abarcaba todas las disciplinas conocidas en ese siglo y que asombró al mundo hispano de su época.
La obra de Sor Juana, que abarca cuatro tomos, está compuesta por cerca de cuatro centenares de poesías, obras sacras, teatro, comedia y diversos escritos en prosa, en particular, un alegato teológico y dos extensas cartas.
Su extensa correspondencia particular se encuentra perdida, así como algunos escritos.