La danza contemporánea busca atraer al público en México
El proyecto de vida de Erik Tepal, bailarín y coreógrafo de danza contemporánea, es mantenerse de este arte en México. Sabe que será complicado conseguirlo, pero tiene confianza en que es posible.
"Vivir como bailarín (en México) es difícil, uno le tiene que entrar a dar clases o hacerse gestor cultural, pero de que se puede, se puede", asegura Tepal, fundador y coreógrafo del grupo independiente Chocolate con leche.
En años recientes se ha abierto el campo de trabajo para los bailarines en áreas como la rehabilitación y la fisioterapia, según Tepal, quien radica en la Ciudad de México. También se están desarrollando metodologías para dar clases de materias como inglés a través de la danza.
"Cada vez más gente desarrolla estas soluciones creativas, eso nos puede dar cierta seguridad", dice.
Tepal, de 39 años, estudió tres años en Alemania una especialización en estilofolkwang (propio de la Universidad de las Artes de Folkwang). En esa época también se desempeñaba como ejecutante de danza; en término económicos "lo tenía todo", asegura.
Aún así, en el 2005 decidió volver a México.
"Me gustó el resto de demostrarme que también en Latinoamérica es posible vivir dignamente del arte", dice.
Actualmente es profesor independiente de danza en escuelas privadas, lo que le permite tener un ingreso fijo cuyo monto no revela. Ese trabajo también le deja tiempo para su proyecto Chocolate con Leche, con el que busca conseguir una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).
Su idea es que el grupo atraiga suficiente público parar generar ganancias en taquilla.
En el 2011, el monto de las becas Fonca fue de 8,500 pesos mensuales durante un año para proyectos de coreógrafos, y de 15,000 para bailarines que estudian en el extranjero, según información del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
Adriana Alonso Baes, de 27 años, es bailarina contemporánea desde hace 10 años. Vive en la Ciudad de México, donde participa en proyectos de danza independiente, aunque paga sus cuentas con sus ingresos por dar clases de yoga y pilates.
"Hay otras compañeras que trabajan como modelos para pintores, comerciales y esas cosas", cuenta.
Ella coincide con Tepal en que vivir de la danza contemporánea en México es complicado, pero hay posibilidades.
Una opción factible son las becas gubernamentales, tanto la del Fonca (como creador de proyectos) o ingresar al Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac), como coreógrafo o ejecutante.
El Ceprodac es una compañía de danza fundada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Un bailarín profesional estudia una carrera universitaria como cualquier otro profesionista y dedica más de ocho horas al día a ensayos, entrenamientos, funciones, a aprender nuevas técnicas y hacerse de bagaje cultural a través de lecturas, por lo que merecen ganar el sueldo de cualquier profesionista, dice Alonso Baes.
El bailarín de danza contemporánea llega a un estudio por su propio pie, a diferencia de los bailarines de danza clásica , a quienes con frecuencia llevan sus madres desde la infancia. Eso habla del compromiso de los primeros, según el coreógrafo Ruby Gamez.
Contemporánea, una danza en crecimiento
En México, las danzas profesionales más extendidas son la clásica y la contemporánea, aunque esta última vive un momento de expansión, de acuerdo con Elizabeth Cámara, directora del Centro Nacional de Investigación Documentación e Información de la Danza (Cenidi-Danza)
"La clásica necesita una infraestructura más compleja, como espacios teatrales, mientras que es más fácil que la danza contemporánea llegue a más público", explica.
En contraste, los bailarines pueden montar un espectáculo solo con dos personas, un iluminador y un coreógrafo, añade Gamez.
La danza contemporánea comenzó a expandirse por el país a partir de la década de 1980, según Cámara. Ahora tiene polos de desarrollo importantes en Mazatlán, Sinaloa; Hermosillo, Sonora; Monterrey, Nuevo León; así como en Baja California, y San Luis Potosí. También hay escuelas destacadas en Yucatán y Veracruz.
Cámara desconoce cuántos profesionales de la danza contemporánea hay en México, pero dice que sin duda el gremio ha crecido.
"Antes casi todos nos conocíamos, ahora uno no puede abarcar a todos", dice Cámara, quien vivió durante 25 años del baile. Primero fue integrante del ballet folclórico de Amalia Hernández y luego se desarrolló en el terreno de la danza contemporánea.
Tanto ella como los bailarines Tepal y Alonso Baez coinciden que la principal razón por la que es difícil que se viva de este arte es porque los teatros suelen estar vacíos, o en su defecto, llenos de familiares y amigos.
"No hay cultura de los que aman y asisten a ver danza o arte, entonces para los que creamos, generar dinero es difícil porque no tenemos público", reconoce Alonso Baes.
Un reality para atraer espectadores
El Conaculta busca atraer público para la danza contemporánea a través del reality show Ópera Prima El Colectivo, que lanzó el pasado 9 de abril a través de Canal 22 y cuyo costo de producción es de 15 millones de pesos, según información proporcionada por la institución.
La primera temporada estuvo dedicada a la ópera (2010) y la segunda (2011) a la danza clásica.
"La expectativa es que las familias mexicanas puedan tener este contacto con el arte y romper con esa etiqueta de que la danza contemporánea es una danza abstracta que solamente es para un cierto público", dice a CNNMéxico Ruby Gamez, coordinador académico del proyecto.
En general, la danza compite por la atención de los espectadores frente al cine y el internet, añade.
La expectativa es que el reality dedicado a la danza contemporánea tenga al menos la misma audiencia que tuvo el dedicado a la clásica, es decir, alrededor de 450,000, según datos de Conaculta.
"El hecho de que más de 400,000 personas hayan visto un programa de cultura en este país es una bendición de Dios, es un acontecimiento", dice a CNNMéxico el crítico de televisión, Álvaro Cueva.
En México no hay antecedentes de este tipo de programas, es decir, con potencial para seducir al público, de atraerlo hacia manifestaciones artísticas, y cuya calidad es de exportación, añade Cueva.
En el programa participan 20 bailarines elegidos de entre más de 500 jóvenes aspirantes que acudieron a las audiciones. Cada semana se elimina a dos participantes tras ejecutar distintas coreografías.
El primer lugar obtendrá una beca mensual de 30,000 pesos por tres años; el segundo la misma cantidad por dos años; el tercero por un año, y el cuarto, 25,000 pesos mensuales por un año. La final será en junio.
Tepal dice que él y sus colegas tienen un mal sabor de boca sobre los criterios para elegir a los participantes de Ópera Prima, quienes considera provienen de las mismas escuelas que suelen recibir cada año las becas gubernamentales.
Alonso Baes comenta que ella y otros bailarines no han prestado mucha atención al programa.
Aún así, ambos reconocen que el reality show está jugando un papel importante en llamar la atención sobre la danza, y confían en que ese esfuerzo se refleje en taquilla.