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Alumnas y amigas de Poniatowska cuentan cómo influyó en ellas

Nissan, Loaeza y Berman describen a la autora como una profesora estricta, una persona generosa y peligrosa por su ingenuidad
sáb 19 mayo 2012 07:11 AM
Elena Poniatowska
Elena Poniatowska Elena Poniatowska

Nota del Editor: Este artículo fue publicado originalmente en 2012 con motivo de los 80 años de la escritora.

Elena Poniatowska sonríe desde el malecón de La Habana. Elena escribe entre flores rosas en el bosque de Chapultepec. Elena está junto a Carlos Salinas de Gortari mientras los restos de su esposo, el astrofísico Guillermo Haro, son trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres. Elena arde en fiebre. Elena se disfraza de prostituta en un show de la actriz Jesusa Rodríguez.

La escritora Rosa Nissan muestra varias fotografías de su maestra y amiga, que este sábado cumple 80 años.  Elena Poniatowska ha escrito más de 40 libros , entre ellos La noche de Tlatelolco, que la catapultó a la fama internacional al mostrar el conflicto estudiantil desde una posición contraria al discurso oficial.

A ella, Nissan le debe su voz: "antes de conocerla era muda. Mis libros salieron porque ella los sacó de adentro de mí". Hace más de 30 años entró al taller literario de Poniatowska, donde también estudiaron las escritoras Silvia Molina, Alicia Trueba, Guadalupe Loaeza...

En su departamento en el céntrico barrio de la Condesa, en la capital mexicana, una enredadera casi cubre el techo. Adornan el lugar varias servilletas de tela con una frase bordada: "Mujeres casadas tienen derecho a estudiar".

"A través del taller rompí con la inercia de ser madre de tiempo completo y jugar barajas. Ahí me sentí por primera vez escuchada", cuenta.

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Como maestra, Elena era una crítica feroz. "Un día se puso un poco loca y nos dijo: 'Yo ya no quiero estar con ustedes, son unas señoras popis, yo nada más vengo a perder el tiempo y tú Rosca —me gritó— nada más vas de tu casa al deportivo, no haces nada'".

La influencia de Poniatowska fue tal para Nissan, autora de la novela Novia que te vea, que a los 40 años decidió divorciarse, tomar su cámara, recorrer el país y tener tantos romances como pudiera.

Rosa acaricia a su gata Paciencia mientras cuenta todo tipo de anécdotas. "Un día salimos varios y no cabíamos en el coche, Elena quiso irse en la cajuela. Se va atrás, se mata haciendo entrevistas, hace cosas así".

Después del terremoto de 1985, la Ciudad de México estaba devastada. Poniatowska , quien entonces ya era una autora reconocida, reunió a un ejército de escritoras de su taller literario y comenzó a delegar. Debían entrevistar, guardar periódicos y registrarlo todo. Afuera de su casa, las personas hacían fila para dar sus testimonios.

"Algunas duraron bastante más que yo, pero al final se quedó sola a terminar esa cosa tan dolorosa. Yo estaba segura que Elena no sobreviviría a ver tanta muerte; su cara me lo decía", cuenta Rosa. El resultado fue el libro Nada, Nadie. Las voces del temblor.

Mujeres que huelen bien

De negro, a punto de salir a la ceremonia de cuerpo presente del escritor Carlos Fuentes, Guadalupe Loaeza habla de Poniatowska. "La leía con fervor antes de estar en su taller; la admiraba muchísimo".

Una amiga en común organizó una comida para presentarlas. "Fue muy amable, me dijo que claro que podía ir al taller, pero me advertía que eran puras señoras como yo, que huelen muy bonito".

Se reunían todos los jueves en casa de una de las alumnas, Alicia Trueba. "Éramos, efectivamente, señoras muy burguesas, pero con muchas inquietudes y, sobre todo, con muy buena asesoría. A las once teníamos clase con Elenita y nos platicaba todas sus cuitas: a veces llegaba tarde porque se quedó sin gasolina en Revolución o porque no llegó la muchacha. Siempre nos contaba sus cosas y nos tenía encantadas".

Loaeza la recuerda también como una maestra muy estricta. "Ella misma nos decía que lamentaba no tener una formación universitaria, pero era tal su oficio y su pasión por la escritura que nos hacía observaciones oportunas: no está bien construida tu frase, no se te cree, no eres genuina", dice.

"Hace mucho tiempo, durante la presentación de mi libro Primero las damas me pegó muchísimo". Loaeza reconoce que su obra tenía descuidos, erratas y que pudo haberlo escrito mejor.

"Me acuerdo que hasta un amigo me dijo que era como ir a decir que la quinceañera tiene barros en su fiesta. Estuve triste, pero de nuevo fue una manera de mejorar".  

La amistad de Elena y Guadalupe se ha forjado a través de casi treinta años, por coincidencias como su origen de clase alta y su filiación política de izquierda. "Teníamos las mismas nostalgias, nos acordábamos de Francia, del Acapulco del jet set, pero nos encontramos en las marchas de Andrés Manuel López Obrador". Este último propuso a Poniatowska para una nueva  Secretaría de Cultura , en caso de llegar a la presidencia.

Elena la apoyó en su campaña para ser diputada federal y le prologó su más reciente publicación: Las niñas bien 25 años después.

Sin embargo, hay algo con lo que Loaeza nunca ha estado de acuerdo: "A veces siento que abusa de su generosidad. No tiene filtros, vive a flor de piel, siempre exponiéndose a todo tipo de cosas".

Una vez, Poniatowska tuvo a un huésped y durante varios meses le dejó su habitación. "Se fue a un cuarto minúsculo y helado; cerca de la cama había una pequeña pintura de una mujer que se está echando a un precipicio. Me di cuenta que ése es su móvil: la culpabilidad de su origen aristocrático en un país donde existe tanta pobreza. Culpabilidad por su éxito, porque ella nunca se lo programó. La consentida de su madre era su hermana Kitzia; Elena siempre se hizo a un lado y de repente, el éxito rotundo".

El discurso alternativo

Para la escritora y dramaturga Sabina Berman, fue La noche de Tlatelolco el libro que posicionó a Poniatowska como una escritora reconocida a nivel internacional, por describir la masacre contra estudiantes ocurrida en 1968. "En ese momento, aunque todos sabíamos que el discurso oficial era falso, no había otro relato bien estructurado y fue Elena la que lo escribió".

Años después, Sabina le preguntó de dónde había sacado el valor para escribir del tema y ella le respondió que no le había pasado por la mente que estaba haciendo algo peligroso.

"Es la ingenuidad de Elena la que la ha llevado a hacer cosas muy peligrosas y muy valiosas. Ella escribe para la sociedad no para el poder ni para los críticos. Hay gente que ha dicho que Elena es más una actitud que una prosa, quiere decir que no la han leído. Desde muy joven desarrolló un estilo muy personal, muy informado de la literatura, con un gran estilo. Sus entrevistas a personajes como Cantinflas o María Félix son una joya", dice Sabina.

Elena Poniatowska ha escrito la historia de mujeres icónicas en del siglo XX como Tina Modotti, Leonora Carrington, Quiela, la primera esposa del muralista Diego Rivera y de otras anónimas como Josefina Bórquez, protagonista de su novela Hasta no verte Jesús mío. Sin embargo, también ha marcado las biografías de sus sucesoras.

Sabina Berman, quien también la conoce desde su adolescencia, afirma: "Elena es una feminista radical. Nunca ha dudado que las mujeres no tienen lo que les corresponde".

"Tiene un legado, tiene alumnas concretas que estudiaron con ella, pero su influencia es muchísimo más amplia y a veces no tan evidente”, dice Berman, “Ahora en la democracia se dice fácil pero hubo muy pocos escritores que, en su época, se posicionaron en la izquierda y del lado de la gente. No es curioso que eso suceda más entre las mujeres que nos sentimos extranjeras en el sistema de poder”.

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