La música de Bruce Springsteen, un llamado enérgico a la justicia social
Pregúntenle a Bruce Springsteen de dónde saca sus ideas, y probablemente los lleve a una casa en Freehold, Nueva Jersey, desgarrado por el enojo y la decepción.
No es la imagen popular que generalmente proyecta el cantante.
En varios puntos de su carrera ha sido el salvador del rock & roll, un héroe estadounidense, un poeta de la clase trabajadora y, tal vez, por encima de todo eso, el icono de la iglesia de Bruce (o si así lo prefiere de 'Bruuuuuuuuce') con sus admiradoras pendientes de cada gesto, de cada boleto para verlo. Es un dios de la guitarra, un multimillonario, un hombre de familia.
Pero Springsteen no ha olvidado.
“La motivación más profunda viene de la casa donde crecí y las circunstancias que ahí había, las cuales se ven reflejadas alrededor de Estados Unidos con el nivel de desempleo que tenemos ahora”, dijo a los reporteros europeos durante una plática intima sobre su nuevo disco Wrecking Ball.
La conversación, una extraña charla con el músico generalmente penoso ante las cámaras, la filmó el director y archivista de Springsteen, Thom Zimmy, y la adaptó como un corto entretejido con música y videos de Wrecking Ball. El publicista de Springsteen contactó a CNN para hablar sobre la premier del corto después de acordar la entrevista durante el el Festival Southwest en Austin, Texas. Esta es la premier en Estados Unidos.
Los arraigados admiradores de Springsteen ciertamente han oído algunas de estas historias. En concierto, maratones que pueden durar tres horas o más, el músico frecuentemente intercala canciones con monólogos sobre su vida. Aquellos que hablan sobre su padre, Douglas Springsteen, son como cicatrices estudiadas bajo el microscopio.
Aun con eso, la forma tan llena de sentimiento como recuenta su niñez en este concierto puede sorprender a la gente: está sentado en el escenario vacío de un teatro en París junto con el famoso presentador de la televisión francesa Antoine de Caunes. Los reporteros están distribuidos en el lugar donde se coloca la orquesta, y el músico responde con observaciones mesuradas y pensadas.
La relación entre padre e hijo se fracturó cuando Bruce era un adolescente. Doug Springsteen, quien murió en 1998, trabajó en una fábrica de tapetes, como conductor de un taxi y como carcelero. En ninguno de esos trabajos pareció durar mucho. En cierto punto los Springsteen se vieron en la necesidad de mudarse con los abuelos de Bruce; en otro momento, tuvieron que rentar una vivienda.
Doug Springsteen no era un hombre feliz en ese momento, y las actividades nocturnas de su hijo tocando en clubes y bares de la costa de Jersey no ayudaron a mejorar la situación.
“Algunas noches, (Doug) simplemente se sentaba en la cocina de la casa de la calle South, tomando cerveza completamente a oscuras”, escribió Marc Doland en la nueva biografía de Springsteen: Bruce Springsteen and the Promise of Rock ‘n’ Roll.
Bruce ha descrito sus años de adolescencia llegando tarde a casa, esperando entrar de puntitas y así evadir al señor Springsteen. Muchas veces no lo lograba y las conversaciones se transformaban en airadas discusiones que solo tenían fin una vez que su madre intervenía.
“Mi padre luchaba por encontrar trabajo. Me di cuenta que eso era extremadamente doloroso y le hacía padecer una crisis de masculinidad”, dijo durante su charla en París. “Y eso da como resultado una casa que se convierte un poco en un campo minado”.
La realidad contra el sueño estadounidense
Casi 40 años después de haber lanzado su primer disco en 1973, Greetings from Asbury Park, N.J., Springsteen aún es una fuente de fascinación. Born to Run de 1975 lo convirtió en una estrella; Born in the U.S.A. de 1984 lo convirtió en un fenómeno. En las últimas dos décadas sus discos han ido desde lo melancólico (The Ghost of Tom Joad) hasta lo desenvuelto (The Seeger Sessions), pasando por lo que tal vez sea lo más popular —The Rising de 2002— una meditación sobre los hechos del 11 de septiembre.
Su último disco, el altamente político Wrecking Ball, debutó en el lugar número 1 de la lista Billboard a inicios de marzo; este sería el décimo disco de Springsteen en entrar a lo más alto de la lista. También es el tema de dos biografías que se lanzaran este 2012, la versión de Dolan y el próximo libro de Peter Ames Carlin , quien también ha escrito las biografías de Brian Wilson y Paul McCartney.
Aunque su nuevo disco ha generado críticas positivas, los políticos no lo han apoyado; pero la determinación de Springsteen de abordar temas tales como la falta de empleo, la codicia corporativa y la responsabilidad gubernamental han originado su porción de abucheos.
“Debería limitarse a la música, en lugar de dar entrevista en donde ofrezca comentarios sociales”, escribió Peter Wehner en el conservador diario Commentary , demeritando a Springsteen al llamarlo “un niño pobre de 200 millones de dólares de Nueva Jersey”. Wehner ha sido funcionario de la administración del partido republicano desde la época de Ronald Reagan.
No es la primera vez que Springsteen se ha visto bajo las críticas. Según la descripción que da Wehner, Springsteen es alguien fuera de contacto, sobrevalorado y como alguien que, especialmente se ve en estas épocas, recita “argumentos vacios de izquierda”. Este tipo de quejas han seguido a Springsteen al menos desde 1984, cuando se molestó por haber sido invitado a un discurso de campaña de Ronald Reagan .
Para Springsteen, Wrecking Ball es una pieza más de su trabajo previo, del cual ha comentado más de una vez, describe “lo lejos que están la realidad del sueño estadounidense”.
“Hay un sentimiento patriótico debajo de todo”, dijo sobre Wrecking Ball. “Al mismo tiempo es un patriotismo muy crítico, que cuestiona y frecuentemente siente ira”.
Una llamada de atención
La ira es la fuente de muchos grandes del rock’n’roll: Too Much Monkey Business de Chuck Barry, Kick out the James de MC5’s, God Save the Queen de los Sex Pistols, y prácticamente cualquier canción que oiga un chico de 17 años que haga que suba su amplificador a más de 11. Como ha dicho el mismo Springsteen: “nunca te equivocarás con el rock’n’roll furioso”.
Pero la ira generalmente es pasada por alto en la imagen popular de Bruce Springsteen. Frecuentemente es retratado como un estadounidense bardo, apasionado y tranquilo, que celebra al camino al aire libre y que elogia al pasado, especialmente cuando el presente lo conforman calles trazadas y fábricas cerradas.
Pero ahí está presente, en sus silbantes letras que parecen hierro candente. “Naces en esta vida pagando por los pecados de alguien más en el pasado” (Adam Raised a Cain); “Llevo 10 años quemándome en el camino/sin lugar a correr no tengo a donde ir” (de la frecuentemente malentendida Born in the U.S.A.); “El camino de las buenas intenciones se ha secado como un hueso” (We take care of our own).
Así como le dijo Springsteen al público de SXSW en marzo , ha captado el mensaje de los Animals: “Tenemos que salir de este lugar” (We Gotta Get Out of This Place) , en serio, tanto literal como metafóricamente.
“De eso se trata cada una de las canciones que he escrito”, dijo. “Todas ellas, y no estoy bromeando”.
No está actuando, dice Dolan. Pero se ha convertido en el medio para alcanzar un fin, una manera de inspirar a los que lo escuchan y llamar la atención hacia la justicia social”.
“Conforme se ha vuelto mayor, cada vez cree más en el poder de unir a las personas con la música para después regresarlas al mundo con ideas nuevas que deban ser llevadas a cabo”, dijo Dolan.
Doug y Bruce Springsteen se volvieron unidos en sus últimos años, pero los recuerdos de su infancia nunca abandonaron a Bruce. “Creo que mucho del enojo que surge en mi música viene de esa época de mi vida”, comentó a los reporteros europeos.
Springsteen añadió que tal vez muchas personas no quieran escuchar sobre la ira o cualquier cosa que les recuerde la agonía de la vida real. Cada quien tendrá su propia interpretación. “Lo pones ahí afuera para que la gente lo oiga, después queda en sus manos”, dijo.
Pero Springsteen continuará, aunque ello sea visto de tan diferentes maneras.
“Es gracioso”, dijo Dolan. “Cuando lees sobre Bruce Springsteen todos se acercan a decirte quién piensan que es Bruce Springsteen y todas las opiniones son diferentes”.
No hay nada que Springsteen pueda hacer, salvo ser él mismo, con su ira, compasión, esperanza y todo lo demás.