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Músicos, comediantes y artistas: la mayor oposición a Margaret Thatcher

Durante la década de 1980, artistas en Reino Unido aprovecharon el descontento contra la ex primera ministra para criticarla con furia
lun 08 abril 2013 02:18 PM

Ningún político británico ha despertado tanta admiración y respeto como Margaret Thatcher. Pero ninguno ha inspirado tampoco el mismo nivel de miedo y aversión.

Para sus seguidores era la reina-guerrera conservadora que venció al “enemigo interno”: los mineros huelguistas de Yorkshire dirigidos por Arthur Scargil, y al enemigo externo: la fuerza argentina del General Galtieri que invadió las Islas Malvinas en 1982 . Fue la única líder mujer del país, y la primera en ganar tres elecciones generales consecutivamente.

En el Parlamento, Thatcher dejó de lado todas las voces disidentes, y durante una década, desde 1979, fue indomable. Aunque la izquierda disputaba cómo combatir mejor sus políticas de derecha sobre austeridad, privatización y leyes para frenar los sindicatos, la única oposición vino de comediantes, humoristas y músicos, quienes satirizaron a la dama de hierro y a sus ministros con ingenio y furia.

La sociedad polarizada en la que Gran Bretaña se había convertido tuvo su banda sonora con la canción Ghost Town, de The Specials, en 1981, mientras las revueltas estallaban en Londres, Birmingham, Liverpool y Leeds. Con una melodía inquietante, la canción contaba cómo “esta ciudad se convertía en una ciudad fantasma / el gobierno dejaba a la juventud en un estante”.

El compositor de la banda de Coventry, Jerry Dammers, dijo que el sencillo estaba inspirado en el odio por Thatcher. “Esa canción era nuestra reflexión política sobre la situación en la década de 1980, que no era tan buena, y que las propias políticas de Thatcher ayudaron a crear.

“Estoy orgulloso de haber sacado canciones opuestas a ella mientras cambiaba a nuestro país para mal. Gran Bretaña ya no es autosuficiente y no pagamos nosotros mismos en el mundo.

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“Muchos músicos estaban felices de poner sus opiniones en una canción, por ejemplo nosotros, Elvis Costello y The Beat, una tendencia que no ha ocurrido desde la época de Thatcher”.

Muchas otras canciones memorables de protesta siguieron: algunas como Town Called Malice de The Jam eran directamente políticas al expresar oposición a la austeridad y desempleo masivo de la época; otras articulaban un odio profundamente visceral por la mujer, como en Stamp the Dirt Down de Elvis Costello o Margaret on the Guillotine de Morrissey.

Un escritor de música dijo que Thatcher inspiró a tantos compositores jóvenes enojados debido a que parecía salir de su camino para remover la confrontación. “Era una figura de oposición, y singularizaba a ciertos enemigos, por ejemplo, la junta argentina, los sindicatos, viajeros, personas con beneficios, la izquierda en general”, dijo Dorian Lynskey, autor de 33 Revolutions Per Minute: A History of Protest Songs (33 revoluciones por minuto: una historia de las canciones de protesta).

“Era inquebrantable y viciosa en sus ataques contra ellos. Había una sensación de que conducía una guerra en ciertas secciones de la sociedad. Se refería a los mineros como ‘el enemigo interno’. Esta no era la forma en que los políticos hablan sobre sus ciudadanos. (El actual primer ministro británico) David Cameron no hace eso; los Tories antes de Thatcher no hicieron eso. Ese aspecto enojó a las personas porque sentían que los trataba con violencia retórica y política. Eso los alentó a responder con su propia violencia”.

Las canciones que fueron lanzadas desde este malestar por las políticas y personalidad de Thatcher formaron una serie de la mejor música de la década, de acuerdo con Lynskey, y toda la mejor música ha sido política de alguna forma.

“Si ves una lista de las mejores canciones en la historia, muchas de estas serán políticas. Strange Fruit (interpretada más famosamente por Billie Holiday), Ohio (Crosby, Stills, Nash and Young), For What It’s Worth (Buffalo Springfield), What’s Goin On (Marvin Gaye), Born In the USA (Bruce Springsteen), Sign O’ the Times (Prince); todas fueron canciones exitosas, pero intensamente políticas al mismo tiempo”.

Thatcher fue depuesta en 1990 por sus compañeros conservadores en el Parlamento, no por músicos, pero de acuerdo con Lynskey, eso pierde el sentido de expresión artística: justo como el Guernica de Picasso, que retrataba el bombardeo en 1937 de una ciudad vasca por parte de los aviones de guerra italianos y alemanas, no terminó con la Guerra Civil española, fue importante al expresar indignación y hacer un punto político.

“El arte puede enojar a las personas, puede informarlas o inspirarlas. Puede hacerlas sentir que no están solas. Puede hacerlas sentir mejor cuando se sienten mal”.

En otras áreas, una nueva era de moda, cine, programas de televisión, revistas de estilo y clubes nocturnos también fluía por la rebelión punk de la década previa. “Había tantas cosas emocionantes en ese entonces”, recordó Lynskey.

Es debatible si alguna de estas explosiones artísticas se debió directamente al efecto Thatcher, especialmente a la luz de su reportada aversión a las artes, pero un lector de una publicación orientada a la izquierda cree que su filosofía ciertamente hizo eco en la cultura juvenil de la época, ya sea que los jóvenes modernos molestos concordara con sus políticas divisivas o no.

“Los punks y sus compañeros-viajeros tenían una actitud opositora, capaz, en la que creían que ellos podían lograrlo”, escribió Jason Cowley en New Statesman. “El sentimiento era uno de discontinuidad fundamental con el pasado. Compartieron con los simpatizantes de Thatcher un deseo abrumador de romper con el orden establecido, y hacerlo todo nuevo, como todos los modernistas lo han hecho”.

El mundo de la moda también se unió a las protestas en contra de las políticas del gobierno conservador. En una fiesta en Downing Street en 1983, Katherine Hamnett vistió una playera con el mensaje: “58% de las personas no quieren Pershing” (refiriéndose a una encuesta de opinión que mostraba la oposición pública al despliegue de misiles estadounidenses con capacidad nuclear en Reino Unido).

Hamnett recuerda, tres década más tarde, cómo su compañero diseñador Jasper Conran intentó disuadirla de asistir a la recepción oficial. “Dijo, ‘¿por qué deberíamos de beber una copa de vino con esa asesina?’, pero en un impulso pensé que era una buena oportunidad para obtener fotografías, así que fabricamos una playera esa tarde y la llevé a la fiesta.

“Thatcher no estaba muy feliz y era bastante grosera. Me dijo: ‘No tenemos ese Pershing aquí, tenemos (misiles) de crucero. Creo que te equivocaste de partido’. Pensé que era algo grosero porque ella me invitó en primer lugar. Sin embargo, ¡me quedé en la fiesta!”.

Hamnett concuerda en que las artes florecieron en esa época, pero cree que tuvo poco que ver con la política “destructiva” en sí.

“Era terrible”, dijo Hamnett. “No hizo nada por las artes. Thatcher solía diseñar su propia ropa desaliñada. No sé si hubiera sido una mejor diseñadora de modas que primera ministra, pero no hubiera sido difícil.

“Lo hicimos bien en la década de 1980. Produjimos algunos de los mejores diseñadores en el mundo, debido a nuestra cultura de moda y el hecho de que éramos más liberales con nuestros hijos. Pueden ir a la escuela en atuendos de indios pieles rojas si quieren. Produjimos buenos diseñadores, independientemente de Thatcher”.

El humor fue otro campo que floreció en respuesta directa a Thatcher. Los llamados “comediantes alternativos” en televisión y en una nueva franja de clubes tomaron un fuerte giro alejados de las rutinas de sus predecesores más reaccionarios, con muchos de los recién llegados burlándose de la primera ministra con expresión seria. El más feroz de todos fue Spitting Image, un programa satírico de marionetas transmitido los domingos por la tarde en ITV desde 1984 hasta 1996 que satirizaba a figuras públicas, especialmente a Thatcher, a quien a menudo retrataba el programa como una megalómana loca.

Roger Law, quien junto a Peter Fluck, diseñó las marionetas para el programa, dijo que el propósito del programa era romper la burbuja cada semana, y educar a los británicos sobre lo que el gobierno hacía en su nombre.

“Thatcher era una de las principales razones por las que hicimos Spitting Image; sabía lo que hacía y hubiera asesinado a mi madre para hacerlo”, dijo. “Sabía lo que hacía y lo que intentaba hacer, cosas como el vandalismo sin sentido de la guerra de las Malvinas”.

Law, quien ahora divide su tiempo entre Australia y China , dijo que él y sus colegas intentaron varias formas de interpretar a la primera ministra. “Las marionetas eran solo versiones aumentadas de la realidad, así que había tres Thatcher: una que te hablaba como si tu perro hubiera muerto, una que te gritaba y otra que sacaba espuma por la boca. Realmente nunca hubo una Thatcher sonriente. ¿Cuál sería el punto?”

En una escena famosa en un restaurante, un mesero le pregunta a Thatcher, quien llevó a sus ministros a comer, qué le gustaría comer: bistec, crudo por favor, responde. “¿Y qué hay de los vegetales?”, pregunta el mesero. “Oh, comerán lo mismo que yo”.

La escena se burla de los colegas del gabinete de Thatcher como personas débiles e ineficaces, y aunque Law admite que estaba preocupado por glorificar a Thatcher, dijo que intentó ser justo para ambas partes. “Criticábamos igual a todos, incluido (el líder de la oposición Neil) Kinnock, pero al menos intentábamos hacerlo bien”.

Law cree que Thatcher dejó a Gran Bretaña en una situación peor de la que estaba antes de llegar al poder. “Creo que tuvo un efecto fuerte en lo que ocurrió aquí. Arrojó a muchas personas a los perros y ahora ves que en realidad lo hicieron. Aún estoy enojado por eso.

“Cuando piensas en cómo trabajaron nuestros padres, cuando podías ir al médico sin pensar en el dinero. Personas como yo solo obtuvieron la mitad de la educación. Fui a la escuela de artes con antecedentes de la clase trabajadora sin calificaciones debido a que tenía talento. Intenta hacer eso ahora. Todo eso ya no está y sabes que ese era su objetivo. Era lo que quería”.

“No tengo ninguna respuesta como muchos otros críticos. Pero ve a tu alrededor. Las personas que vinieron después heredaron el cargo de Thatcher: sus herederos… la perra que dejó fue a Tony Blair… y ahora tenemos una enorme clase marginada. Renunció a la política de consenso, y la noción de educar a todos apropiadamente. Básicamente, que se j****”.

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