Andrés Calamaro: “Este es el verdadero yo, el de antes era un maldito yo”
Andrés Calamaro dice ser más genuino que nunca, personal y profesionalmente. Asegura estar lejos de la “parranda” que lo envolvió en sus primeros años como músico y se ha dedicado a “hacer las cosas bien: de casa al trabajo y de trabajo a casa”.
“Este es el verdadero yo, el otro era un maldito yo”, dice a CNNMéxico el músico argentino de casi 52 años. “Yo me prohíbo la juerga porque no tengo límites en ese sentido. Como juerguista fui demasiado ambicioso”.
Calamaro recuerda sus inicios en la música. Se visualiza como un niño cuyo artista favorito era el integrante de The Beatles, Ringo Starr, “porque tocaba la batería”.
Nació en Buenos Aires en agosto de 1961, un año antes del lanzamiento de la canción Love me do, que marcaría el inicio de la etapa triunfal del cuarteto de Liverpool. Para cuando tocó su primer instrumento, The Beatles ya no existía.
“Crecí con el pelo largo y una guitarra de cartón imaginaria”, dice Calamaro, quien inició en la música con el grupo Los Abuelos de la Nada, aunque alcanzó mayor fama como vocalista de la banda española Los Rodríguez.
Han pasado más de 30 años desde sus inicios y, aunque su legado ha sido reconocido por los más grandes exponentes de la música en español, el cantautor argentino asegura que la historia ya lo absolvió por sus viejas grabaciones. “No me gusta escucharme cantando tan verde”, señala.
"Amigo" de Pancho Villa y Emiliano Zapata
La relación entre Calamaro y México tiene casi la edad del intérprete. Parte de su familia vive en el Distrito Federal, a donde ha acudido desde los 10 años a la Plaza de Toros, una de sus grandes aficiones.
Es amigo cercano de los integrantes de La Maldita Vecindad y de Caifanes, a quienes conoció en la década de 1980, cuando acudía a Rockotitlán, uno de los primeros escenarios en el país que abrió su puerta a la difusión del rock en español.
En 2011 participó en el Unplugged que grabó para el canal MTV la agrupación mexicana de Los Tigres del Norte. Calamaro cantó en los temas La mesa del rincón y Quiero volar contigo.
“Ser invitado por los Tigres del Norte, para mí, fue como ser invitado por los Rolling Stones.
“Los Tigres del Norte son conciencia pura. Los escuché cantar en Houston, Texas, canciones reivindicativas de mexicaneidad y los aplaudí de pie sin saber que íbamos a estar cantando juntos años después”, dice.
Calamaro recién finalizó una serie de conciertos en su cuarta visita a México. En esta gira se presentó con una nueva banda, pero además incluyó una serie de imágenes y menciones a iconos de la cultura popular mexicana.
“Sumamos a Emiliano Zapata, Pancho Villa y José Alfredo Jiménez como amigos ausentes en nuestros conciertos (…) Aquellos que murieron muy pronto de forma violenta, siguen de alguna manera caminando en el viento entre nosotros”, dice.
Calamaro dice sentirse atraído por la cultura fronteriza. Entre broma y serio, el cantante dice que “mi sueño inconfesable es llevarme a Buenos Aires una AK-47 de oro.
“Me gustan las armas, como me gustan los coches, pero no uso armas ni uso coches, sería esa prolongación artística ingenieril del cuerpo humano”, añade.
Sin una “próxima canción”
Andrés Calamaro estrenará disco en octubre después de dos años de su último material, Salmonalipsos now.
Para este nuevo material, que se titulará Bohemio, el cantante señala que realizó más de 2,000 grabaciones de los distintos temas.
“Para cantar hay que escribir una canción con una letra primero y mucho mejor si la letra no es superficial, si es honesta, si es sincera, si es atrevida, si es graciosa, valiente, política o críptica”, dice.
Una noche de 2012, el argentino estaba escribiendo letras para las canciones del disco. Luego de una jornada de desvelo, la inspiración llegó al mediodía siguiente, cuando hizo las dos últimas composiciones. “Después de eso, no tengo planeado escribir todavía mi próxima canción y lo he intentado, pero no puedo”.
Calamaro se considera una persona sencilla, “pero sofisticada”, sube sus pruebas de música a SoundCloud, se comunica por WhatsApp con sus amigos e igual puede comer en un restaurante gourmet que tacos al pastor afuera de alguna estación del Metro de la Ciudad de México.
“Prefiero comer tacos no por cantidad, sino por tiempo. Yo pido pónganme 20 minutos de tacos al pastor”, dice. “Soy rápido casi para todo, menos para las cosas que se tienen que hacer despacio...”.