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"Los fans me hicieron sentir que nunca estaba sola": Jenni Rivera

Una noche, la cantante pasó del público al escenario, entonces supo que era reconocida, según su biografía de la que publicamos un fragmento
mar 23 julio 2013 10:06 AM
jenni rivera diva de la banda
jenni rivera diva de la banda jenni rivera diva de la banda

Nota del editor: El siguiente texto son dos fragmentos del libro Inquebrantable, una autobiografía de la cantante Jenni Rivera  (1969-2012) y publicado en México por editorial Grijalbo. Se reproducen con autorización de la editorial.

(CNNMéxico).-

Sobre mis fans

Mi familia y mis amigos sabían que podían echar relajo de mi amá, mi apá y mis hermanos. Yo podía aguantarlo. ¡Pero que nadie se meta con mis fans!

Cuando volví de viaje, entré en mi casa nueva y lo que me dio la bienvenida fue mi primer montón de cartas de mis admiradores. Era como si me hubieran oído defenderlos en la recepción de ese ridículo hotel de ricos. Esa noche abrí los sobres uno por uno. La gente me escribió bellas palabras de apoyo y de inspiración; hablaban de lo mucho que apreciaban mi música, de haberles dado a las mujeres una voz fuerte y de que mis canciones les ayudaron en momentos difíciles. Me dijeron que me habían visto con Don Francisco hablando de cosas personales y que les hizo sentir que ellos no estaban solos con sus problemas. Lo que estos fans no sabían era que sus palabras me hicieron sentir que yo tampoco estaba sola.

Ese año contraté a una persona para que me ayudara con el correo porque yo quería comunicarme directamente con todos los que se tomaban el tiempo para escribirme. También contraté a alguien para que viajara conmigo y llevara una cámara Polaroid; así, cuando la gente se me acercaba podría tener una foto al momento. Yo ya tenía a estas personas como empleadas antes de que tuviera un representante.

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Mis fans eran tan especiales para mí porque me querían a pesar de que ellos no tenían por qué quererme y eso siempre me ha tocado muy profundamente. No eran mis parientes. Ellos no tenían que estar a mi lado cuando cometía errores o tomaba riesgos que todo el mundo pensaba que no debería tomar. No tenían que respaldarme cuando me metía en peleas públicas o si alguien hablaba mal de mí. No tenían que creer en mí ni apoyarme, yo aún no era nadie.

Sin embargo, desde el principio, así lo hicieron.

Desbordante

La gente a menudo me pregunta sobre el momento en que supe que «la hice». Yo no sé de otros artistas, pero para mí nunca hubo un solo día o evento al que pudiera señalar y decir: «Ése fue». No fue la primera vez que me escuché en la radio o el montón de cartas de mis admiradores o la primera vez que me reconocieron en la calle. Fue una serie de eventos, una colección de momentos pequeños y grandes que se acumularon para hacerme creer que a lo mejor, a lo mejor, yo estaba aquí para quedarme.

En noviembre de 2001 fui al concierto de Vicente Fernández en el Universal Amphitheatre (al que luego le pusieron Gibson Amphitheatre). Toda mi familia admira a Vicente Fernández y todos los años íbamos por lo menos a uno de sus conciertos. La primera vez que lo vi cantar fue en el Teatro Million Dollar en el centro de Los Ángeles durante la década de 1970. Yo tenía unos cuatro o cinco años cuando mi padre y yo fuimos a tomar fotos con una cámara Polaroid para vender al público. En esta ocasión, durante el concierto, Vicente me invitó a subir al escenario para tomarme una foto con él. Yo estaba muy orgullosa. Nadie es más grande en la música mexicana que Chente. Crecí escuchando su música y admirándolo. Era un artista enorme en los años setenta y ahora, más de dos décadas después, todavía seguía fuerte y cuando se presentó en el Universal Amphitheatre las entradas se agotaron las tres noches que estuvo ahí.

Esa noche en 2001, mientras caminábamos a nuestros asientos, la gente empezó a aplaudir y se puso loca. Yo pensé que era por Vicente. Me tomó un momento darme cuenta de que me estaban mirando, llamándome por mi nombre y pidiéndome una foto o un autógrafo. Vicente vio el alboroto y una vez más me invitó a subir el escenario con él. Pero esta vez él quiso que yo cantara. Estaba muy nerviosa y me dije «¡cálmate!» Canté «Por un amor» mientras él observaba desde el escenario. Nunca olvidaré las palabras que le dijo a la gente cuando terminé la canción:

—Esta mujer no le pide nada a ningún artista de aquí ni de allá.

Estuve en las nubes esa y muchas otras noches más.

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