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Edgar Vivar, la reinvención de un actor a través del teatro y el doblaje

Aunque muchos lo recordarán por sus papeles con Roberto Gómez Bolaños, el actor decidió "salir de su zona de confort" y buscar nuevos retos
jue 15 agosto 2013 06:19 AM

Edgar Vivar, el actor que por más de 25 años dio vida a personajes emblemáticos de la televisión mexicana, ahora apunta su carrera hacia el doblaje y a su verdadera pasión: el teatro.  

Vivar abandonó la empresa Televisa a mediados de la década de 1990, donde luego de hacer comedia y participar en algunas telenovelas, consideraba necesario salir de su "zona de confort".

“(Trabajar con Chespirito) fue una parte definitiva y definitoria, pero yo sabía que podía dar más. Tenía la inquietud de hacer cosas diferentes, aunque nunca me voy a desmarcar de esos personajes”, cuenta Vivar. 

A pesar de que dedicó gran parte de su trabajo a la tele asegura que no la extraña y lamenta el estilo de comedia de los actuales programas.

“Se le ha dado preferencia a la comedia de contenido vulgar, porque se puede ser picante de manera sugerida, que la inteligencia del auditorio complete e intuya la situación”, dice el actor.

“Ahora se estila de que se hable de muchos tópicos que antes en la tele eran tabú, pero el reto es hacer comedia sin echar mano del doble sentido. Está de sobra”, agrega.

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Junto con la actriz Adriana Barraza, la tercer mexicana en estar nominada al Oscar como mejor actriz, Vivar encontró la confianza que necesitaba para incursionar en proyectos distintos gracias a que ambos produjeron en Buenos Aires la serie Postdata. Ahí, asegura, supo que podía reinventarse.

Nueva voz, mismo Edgar

“El doblaje siempre ha sido una actividad interpretativa que se ha visto de soslayo, pero es muy importante y desde el inicio de mi carrera tuve la oportunidad de practicarlo”, comenta Vivar.

Uno de los personajes a los que le prestó su voz durante su nueva etapa y con el que quedó más satisfecho fue Auguste Gusteau de la película animada Ratatouille (2007), de los estudios Pixar. A la fecha ha hecho unos 10 trabajos destacados en doblaje entre los que se encuentra el perro Doug, de Up; Una aventura de altura, ZampulBalam de Brijes; Silas Petraseron, en Mi villano favorito 2, entre otros.

Sobre Mi villano favorito 2, dijo que vio la primera parte “solo por escuchar a Andrés Bustamante, que es alguien a quien admiro como comediante y persona. Nunca me imaginé que estaría en el mismo proyecto que él. Ahora mis personajes favoritos son los Minions”.

“El doblaje ahora tiene un cariz muy importante y el doblador tiene también cierto crédito dentro de la película”, señala el comediante. “A mí me da una profunda satisfacción cuando preguntan ‘¿eres tú esta voz?’, y les digo que sí”.

Entre el cine y el teatro 

Edgar Vivar, a pesar de haber estudiado medicina, estuvo involucrado en el teatro desde que cursaba la preparatoria y posteriormente formó parte de la Compañía Estudiantil de Teatro Universitario. Cuando las grabaciones en televisión se lo permitían, hacía algunas temporadas en foros alternativos.

“El teatro es la génesis de todo actor pero es un amante muy caro que te demanda tiempo, esfuerzo y te da una remuneración económica muy escasa, aunque la satisfacción y el gusto es enorme”, detalla. 

En el cine también interpretó personajes alejados de lo que hacía en tele. Fue parte del elenco de la película ¿No oyes ladrar los perros?, una adaptación de un cuento de Juan Rulfo realizada en 1975 y dirigida por el francés François Reichenbach, aunque no tuvo una amplia difusión. Más adelante participó en Bandidas (2006), All Inclusive (2004) y El orfanato (2007), producida por Guillermo del Toro.

Vivar recuerda que conoció a Del Toro durante una comida en los comedores de Televisa, donde al hablar tendidamente sobre Alfred Hitchcock descubrieron intereses en común. Desde entonces Del Toro prometió a Vivar que lo invitaría a alguno de sus proyectos de cine, y aunque tardó 15 años en cumplir su palabra, tuvo un papel en la película de suspenso El orfanato.

Ahora Edgar Vivar alista su participación en la obra Un corazón normal, bajo la dirección de Ricardo Ramírez Carnero y producida por Horacio Villalobos.

“La obra habla de la diáspora del sida, de cómo empezó en Nueva York, de cuánta gente se vio involucrada para que se le diera nombre a esta pandemia y la importancia y los recursos necesarios para combatirla”, es como Edgar Vivar describe la puesta en escena.

Para seguir vigente como actor de doblaje o teatro, fuera de los personajes de Zenón Barriga y Pesado, Ñoño Botija Godorritúa o Gordón Botija, Vivar concluye tuvo que afrontar dos retos:

“El primero consiste en convencer a los productores de que puedes hacer cosas  diferentes y después, lo más importante, convencer al público: que te pueda ver en otra piel, en otra faceta”, asegura.

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