"Soy una 'Sancho Panza'" que camina al lado de los ilusos: Poniatowska
La escritora mexicana Elena Poniatowska agradeció este miércoles el Premio Cervantes con un discurso en el que destacó a los "dolientes" de América Latina y a los millones de pobres cuyo silencio "es también un silencio de siglos de olvido y de marginación".
Poniatowska recibió en Madrid el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos “por una brillante trayectoria literaria en diversos géneros, de manera particular en la narrativa y en su dedicación ejemplar al periodismo. Su obra destaca por su firme compromiso con la historia contemporánea", según el ministerio de Educación Cultura y Deporte español.
La también periodista dijo que se consideraba "una Sancho Panza femenina", una escritora que "no puede hablar de molinos, porque ya no los hay, y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buenaventura y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan".
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"Niños, mujeres, ancianos, presos, dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo pedía María Zambrano, 'ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas'", dijo Poniatowska.
La galardonada estuvo acompañada de sus tres hijos y de siete nietos, y vestida con el traje "rojo chillón y amarillo" que le regalaron las mujeres de Juchitán en Oaxaca, México) para que se lo pusiera en las ocasiones solemnes.
En la entrega del premio a la princesa roja —es hija del príncipe Jean E. Poniatowski— estuvieron presentes los reyes de España; el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; el ministro de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert; y del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, entre otras autoridades.
La escritora dijo que, en la época actual, cuando el poder financiero "manda no solo en México, sino en el mundo", quienes se enfrentan a ese poder y "lo resisten, montados en Rocinante y seguidos por Sancho Panza, son cada vez menos", pero a ella le "enorgullece caminar al lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos".
Las mujeres del Cervantes (no de Cervantes)
Poniatowska dijo que en un primer borrador de su discurso sí hablaba del Quijote y de las mujeres de Cervantes, pero que le salió "horripilante de la patada" y decidió cambiarlo.
Solo mencionó a Teresa Panza, Dulcinea del Toboso, Maritornes y la princesa Micomicona, aunque sí habló de las tres escritoras que han ganado el Premio Cervantes antes que ella. Tres, frente a treinta y cinco hombres.
La española María Zambrano fue la primera en recibirlo en 1988. Cuatro años más tarde lo ganó la cubana Dulce María Loynaz, y en 2010 la novelista española Ana María Matute.
Sobre México
Sus referencias a México, el país en el que vive desde los 10 años y al que ha dedicado su obra, fueron constantes en su intervención.
Tras vivir sus primeros 10 años en París, Poniatowska llegó en 1942 a México en el Marqués de Comillas, el barco con el que Gilberto Bosques "salvó la vida de tantos republicanos (españoles) que se refugiaron en México".
También mencionó a sor Juana Inés de la Cruz, quien "supo desde el primer momento que la única batalla que vale la pena es la del conocimiento"; a Jesusa Palancares, la protagonista de su novela Hasta no verte, Jesús mío; a Rosario Ibarra de Piedra, que en la década de 1970 "se levantó en contra de una nueva forma de tortura, la desaparición de personas", como luego lo harían en Argentina las Madres de Plaza de Mayo con su pañuelo blanco en la cabeza por cada hijo desaparecido. "Vivos los llevaron, vivos los queremos".
Además hizo referencias a Octavio Paz y a José Emilio Pacheco.
Poniatowska dijo que muchos mexicanos "se ningunean", algo que según ella comprobó durante el terremoto de 1985, cuando "jóvenes punk" se pasaron la noche entera sacando escombros.
A las cinco de la mañana, cuando ya se iban, la escritora les preguntó por su nombre y uno de ellos le respondió: "'Pues póngame nomás Juan', no solo porque no quería singularizarse o temiera el rechazo sino porque, al igual que millones de pobres, su silencio es también un silencio de siglos de olvido y de marginación".
La escritora recordó que aprendió el español "en la calle, con los gritos de los pregoneros y con unas rondas que siempre se referían a la muerte".
"Todavía hoy se mercan las tripas femeninas", dijo Poniatowska, que también mencionó a las dos mujeres que el pasado día 13 "fueron asesinadas de varios tiros en la cabeza en Ciudad Juárez, una de 15 años y otra de 20, embarazada. El cuerpo de la primera fue encontrado en un basurero".
El idioma fue "la llave" para entrar en ese "enorme país temible y secreto llamado México" y en el mundo indio.
"¿Cómo iba yo a transitar de la palabra 'París' a la palabra 'Parangaricutirimicuaro'? Me gustó poder pronunciar 'Xochitlquetzal', 'Nezahualcoyótl' o 'Cuauhtémoc' y me pregunté si los conquistadores se habían dado cuenta quiénes eran sus conquistados", advertía la escritora.