Que gane el mejor, dice Salinas Pliego

Hoy, las telecomunicaciones son una parte sustancial de una economía. Son un claro indicador del desarrollo de un país. Sin un sector de telecomunicaciones con competencia vigorosa y que ofrezca una gran variedad de servicios de buena calidad y a buenos precios, es muy difícil que una economía se desarrolle.

Las telecomunicaciones son indispensables para cerrar la brecha digital y fomentar la equidad en la sociedad.

El acceso a la información permite que los ciudadanos se informen en pluralidad. No es un secreto que a mayor ciudadanía, mejor democracia. De aquí la importancia de la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones.

La reforma sienta las bases para emparejar la cancha de juego, permitiendo declarar a Telmex/Telcel como preponderante de forma sencilla y expedita, y así regularlo diferente que a los demás competidores.

Con ello, todos los proveedores del sector de telecomunicaciones tendrán la oportunidad de innovar y competir.

Ahora el resultado en el mercado estará determinado por la calidad, el precio y el servicio al cliente y no por las ventajas indebidas de una compañía. Haremos que el dicho sea una realidad: que, por fin, gane el mejor.

Todos los empresarios sabemos que invertir es arriesgar. Por eso creo que ahora la inversión debe ser para que cada vez más personas tengan acceso a las telecomunicaciones, pero también habrá que invertir en innovación para impactar en el desarrollo de la economía.

Hay que decirlo con claridad: el éxito o el fracaso de esta reforma residen en su implementación y en la actuación del órgano regulador.

Si el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) ejecuta con capacidad, talento y compromiso las disposiciones, esta ambiciosa reforma tendrá resultados muy benéficos para toda la sociedad mexicana. En caso contrario, continuaremos con los mismos resultados. Reguladores ineficaces para cumplir con su mandato mantendrán -a poco más de 20 años de la privatización de Telmex- un mercado sumamente concentrado.

Nuestra expectativa es que la regulación secundaria se apegue al espíritu de la reforma y permita al Ifetel regular al preponderante de los mercados de forma ágil. Con ello, tendremos mejores servicios y negocios.

Si el órgano regulador no lo hace, si entrega a los intereses políticos el futuro de México como nación competitiva y en crecimiento, estará en entredicho.

Las reformas, todas, deben buscar construir las reglas para un país más atractivo para la inversión, que impulse la equidad, el desarrollo y la competitividad. Las reformas deben ver por México y hacia el futuro.