Pemex, ¿perderá el cetro de Las 500?
La reforma energética que termina con el monopolio del sector en México cambiará a la petrolera estatal: a partir de ahora, Pemex deberá ser “una empresa productiva del Estado” y competir como una compañía más para obtener licitaciones y contratos. ¿Eso significa que dejará de ser la número uno de L as 500 Empresas más Importantes de México?
Las transformación del sector energético no será una revolución que acabará con la familia Pemex y supondrá el principio del fin de un emblema de México, según Fluvio Ruiz, uno de los cuatro consejeros profesionales de la petrolera; funcionarios encargados de asesorar a los directivos.
“Yo no tengo esa visión trágica”, dice el doctor en Economía del Petróleo por la Sorbona de París, en un artículo que publica la revista Expansión en su edición del 20 de junio de 2014.
La petrolera estatal ocupa el primer lugar del ranking de Las 500 Empresas Más Importantes de México desde que la revista Expansión lo elaboró por primera vez en 1975. La gran mayoría de expertos consultados por la publicación coincide en que no dejará de ser la mayor compañía del país a mediano plazo.
“Nunca en nuestras vidas veremos que eso deje de ocurrir”, afirma David Shields, analista experto en asuntos energéticos.
Aun así, enfrentará muchos retos. La nueva Pemex ya no será la encargada de hacer las licitaciones en las que participan las empresas privadas que le proveen servicios. Ahora, ella misma deberá acudir a las licitaciones del regulador del sector, la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), donde competirá, en supuesta igualdad de condiciones, con otras compañías por ganar contratos. Por tanto, Pemex perderá negocio y cuota de mercado.
Pero hay truco: la Ronda Cero le permite pedir primero con qué yacimientos quiere quedarse y cuáles dejará a la iniciativa privada. Así podrá centrarse en lo que mejor sabe hacer y ser más eficiente.
Además, el monopolio que tuvo durante 75 años la convierte en la principal experta del sector en el país. En los primeros años de la apertura, en lugar de competir, las empresas buscarán asociarse con Pemex.
Por todo ello, seguirá siendo el rey en el sector enegético.“La idea es pasar de un modelo de operador único a un modelo de operador dominante”, dice Ruiz.
El mejor socio
Pemex aún será el líder porque parte con una enorme posición de ventaja, sobre todo en las áreas donde es experta, como yacimientos marítimos de menos de 500 metros de profundidad, llamados aguas someras.
“Lo que Pemex sabe hacer lo hace muy bien”, afirma Antonio Acuña, director de plataformas de Constructora y Perforadora Latina (CP Latina), una empresa que provee servicios de perforación, entre otras cosas, a la petrolera estatal.
“Pemex sabe desarrollar muy bien (...) todo lo que es la Sonda de Campeche (donde están los mayores yacimientos de México), aguas someras”, dice Eduardo Núñez, socio fundador, especializado en energía, del bufete Núñez Rodríguez Abogados. “La gran ventaja que tiene es que es el jugador local (...), el que conoce, centímetro a centímetro, todo el territorio nacional”.
En aguas someras, Pemex es una de las empresas más productivas en el mundo”, afirma Núñez. Acuña está de acuerdo.
Esta expertise hará que “en un primer momento, veremos más interés de los operadores extranjeros en asociarse con Pemex, antes que a competir”, dice Ernesto Marcos, socio director del despacho especializado en energía Marcos y Asociados. “Son más de siete décadas de conocer el terreno en exclusiva. Para la mayoría de proyectos, Pemex será un socio casi obligado”.
Así lo reconoció Ali Moshiri, presidente para América Latina y África de la gigante petrolera estadounidense Chevron: “No hay duda de ello, nuestro principal socio en México va a ser Pemex”, dijo en mayo de 2014 durante unas jornadas organizadas en el Distrito Federal por ProMéxico y el Consejo de las Américas.
Entre los diferentes tipos de contratos que permitirán operar en México a las empresas privadas, la reforma energética contempla los de utilidad compartida, en los que compartirán un porcentaje de las utilidades con Pemex, y los de producción compartida, en los que recibirán una parte del petróleo o del gas extraído.
Además, que Pemex pueda solicitar en una Ronda Cero los yacimientos que quiere quedarse “es una ventaja clara que no tienen los demás”, dice David Enríquez, socio propietario experto en energía de la firma Goodrich, Riquelme y Asociados.
La Secretaría de Energía responderá en septiembre de 2014 a la solicitud que Pemex presentó en marzo. Lo más probable es que no le conceda todo lo que pidió —coinciden los analistas consultados—, sino que le entregue los yacimientos donde es más eficiente, como en aguas someras, y deje el resto para que las empresas privadas puedan entrar, solas o en asociación con la estatal.
“Las empresas petroleras americanas están a la espera de que se establezcan las reglas de juego definitivas para presentar sus proyectos”, dice por correo electrónico una fuente de la Cámara de Comercio Americana en México.
Pero Pemex no perderá tanto negocio por este aumento de la competencia. En otros países donde hubo una apertura energética, las petroleras estatales mantuvieron su posición dominante.
“En Brasil, Petrobras hubo de afrontar un escenario similar tras una reforma gubernamental (...) y sigue en cabeza”, dice el analista Shields.
El país sudamericano abrió su sector energético a la iniciativa privada en 1995, aunque no completó la Ronda Cero hasta 1998. “Veinte años después, Petrobras produce 93% del crudo brasileño. Cuarenta años después, Statoil produce más de 80% del crudo noruego —dice Fluvio Ruiz—. Entonces, yo esperaría que estuviéramos, en 20 y 40 años, en una circunstancia similar”.
¿Y la tecnología?
Sin embargo, Pemex tiene retos pendientes que le restan competitividad ante las compañías privadas.
En las licitaciones que seguirán a la Ronda Cero, cuando “tenga que competir por los contratos, y que vea que no tenga ni el dinero ni la tecnología, la capacidad de Pemex estará en entredicho”, dice Enríquez.
La nueva empresa productiva del Estado deberá resolver varios problemas. Por un lado, “desprenderse de la dependencia fiscal del Gobierno, a cuyo presupuesto Pemex aporta un tercio del total”, dice Marcos.
“Sin duda, es su gran obstáculo”, opina Acuña, de CP Latina. “Esta carga tan grande es la que le ha impedido hacer las inversiones necesarias en un sector tan intensivo en capital, y eso ha lastrado su producción”.
El gobierno quiere reducir la carga tributaria de la petrolera de 75 a 65% en los próximos 10 años.
Por otro lado, hay áreas donde Pemex no es tan productiva como en aguas someras y donde será poco competitiva frente a las empresas extranjeras.
“Puede ser buena en la operación en ciertas partes de la cadena de valor (...), pero en otras no es buena —dice Enríquez—. Cuando tienes un nivel de imposición fiscal tan alto (...) o tienes un componente social, que eres más un ministerio de asuntos sociales que una empresa, y tienes un componente político-sindical tan alto, tu gestión afecta a los resultados”.
Por ejemplo, Pemex no siempre contrata al proveedor más barato, sino al que tiene los mejores contactos políticos, coinciden analistas y empresarios del sector.
La petrolera estatal es poco competitiva en los yacimientos de shale —petróleo y gas extraídos de rocas de esquisto— del norte del país— y en los de aguas profundas y ultraprofundas (de 500 a más de 3,000 metros) del litoral de Tamaulipas.
Los campos de aguas profundas son los más caros de explotar: una plataforma de aguas profundas cuesta unos 250 millones de dólares (mdd) frente a los 50 mdd de una de aguas someras, según la CNH. En ellos, Pemex “no tiene ni capital ni know-how”, dice Acuña.
Tampoco tiene la expertise tecnológica ni la flexibilidad financiera y de gestión que requiere la explotación de shale.
Un tercer problema que podría perjudicar la competitividad de la petrolera es que no dejará de ser una empresa dependiente del Estado. “(Necesita) de verdad autonomía presupuestal, autonomía de gestión (...) No que digan: Eres empresa, pero te sigo regulando igual”, dice Ruiz, el consejero profesional de Pemex.
“Lo quieren seguir sujetando a un régimen como si fuera una empresa pública”, opina Núñez, de Núñez Rodríguez Abogados. El proceso de transición de dos años por el que Pemex pasará de su régimen legal actual a ser una empresa productiva también le perjudicará, agrega. “Va a estar en una transición que, lamentablemente, puede representar la pérdida de oportunidades, y de negocios, y de inversiones, y de proyectos”.
“Hoy queremos hacerla una empresa, pero tiene una carga histórica tremenda de cargas fiscales, financieras y sindicales”, finaliza Enríquez, de Goodrich, Riquelme y Asociados. “De un plumazo no será una empresa realmente productiva”.
Pemex tiene más de 154,000 empleados, mientras que la mayor productora de petróleo del mundo, Saudi Aramco, tiene poco más de 57,000.
Expansión solicitó entrevista con Emilio Lozoya, director general de Pemex, pero al cierre de su edición del 20 de junio no obtuvo respuesta.
Por último, la petrolera enfrenta una dificultad aparentemente insalvable que, en el muy largo plazo, acabará con su posición de empresa más grande de México: el petróleo es un recurso que se agotará.
Desde 1990, las reservas probadas de hidrocarburos de México —las cantidades que son comercialmente recuperables— cayeron más de 82%, según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos.
Pero eso es el futuro lejano: por lo menos hasta 2030 la producción mundial de petróleo seguirá subiendo, según la Agencia Internacional de Energía.
En el presente, es posible incluso que Pemex salga fortalecida, pues podrá centrarse en lo que más rentable le resulta, coinciden los analistas. También podrá mirar hacia otros mercados, ahora que no será la única encargada de extraer el petróleo y el gas de México.