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Las 30 promesas

El investigador que busca armonizar la relación robot-humano

Eduardo Benítez analiza la integración eficaz de asistentes inteligentes a la sociedad humana; realiza su doctorado en Nueva Zelanda, donde experimenta con robots que valen hasta 5,000 dólares.
jue 16 abril 2015 06:00 AM
Un accidente automovilístico le hizo cambiar de la computación a la robótica social. (Foto: Mitchell Charles Wallace Adair)
eduardo benitez 30 promesas 2015 (Foto: Mitchell Charles Wallace Adair)

El auto que conducía el ingeniero biótico Eduardo Benítez no fue lo único que volcó una noche de 2008. Fue su vida entera. Aquel accidente lo impulsó a seguir su verdadera pasión: la investigación en robótica social, una disciplina que estudia la interacción entre los seres humanos y los robots; su objetivo es fomentar un trato igualitario entre ambos.

Benítez, de 34 años, vive hoy en Nueva Zelanda. Allí, en la Universidad de Canterbury, ha analizado en el último año cómo las máquinas pueden interactuar en la sociedad en roles como enfermeros de pacientes de gran peso, niñeras, personal antiterrorismo o bomberos.

Ya obtuvo resultados: comprobó que las mujeres tienen mayor disposición a que un robot esté cerca, en contraste con los hombres. Además, explica, si el robot hace algo positivo por una persona, ésta tiende a responder de la misma manera.

Esto le valió para ser elegido como una de las 30 Promesas de Expansión 2015 .

Cuenta que cuando sufrió un accidente automovilístico en la carretera que va de San Luis Potosí a León, Guanajuato, en la primera vuelta que dió el coche, él cerró los ojo. Al abrirlos, en un segundo, vio su credencial de estudiante de maestría en Ciencias de la Computación del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Lo tomó como una señal porque él ya no quería seguir en esa carrera, publica Expansión en su edición del 27 de marzo de 2015 sobre los 30 talentos de menos de 40 años que prometen transformar a México.

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Robots que prometen tiempo

Benítez es de los pocos mexicanos especializados en robótica social. “Los robots como liberadores”, dice.

En el futuro, éstos podrían desarrollar posiciones aburridas o repetitivas. Eso le daría a los humanos tiempo libre para dedicarse a otros talentos como escribir, pintar o educar a otros, explica.

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Benítez pertenece a la Red de Talentos Mexicanos en el Exterior. Cursa el doctorado en el Laboratorio de Tecnologías de Interfaz Humana en la Universidad de Canterbury, en Christchurch, Nueva Zelanda, donde vive actualmente.

Ahí experimenta con robots –uno de ellos con un costo de 5,000 dólares- y humanos para saber cómo sería su interacción.

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De largo plazo

El estudio sobre robótica social inició en los 70, explica el doctor Luis Pineda, investigador del Departamento de Ciencias de la Computación y del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la UNAM.

Sin embargo, el desarrollo de inteligencia artificial, capaz de sustituir en su totalidad la humana, es lejana. “La inteligencia artificial puede jugar ajedrez o hacer búsquedas de datos”, dice. “Pero no es (...) similar a un cerebro humano”.

Japón es el líder en esta disciplina de robótica social en el mundo. Como ejemplo de ello, el Hotel Henn Na tendrá recepcionistas robots que hacen contacto visual, entienden lenguaje corporal y hablan cuatro idiomas.

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