La basura es un negocio rentable
Para Álvaro Avelar ha sido difícil convencer a su mamá y a su esposa de que separen la basura. Pero con todo y la reticencia, ellas y otros habitantes de Amecameca (Estado de México) ya llevan a la fábrica de Avelar, 300 ó 400 kilos de plástico cada día, para que los recicle y convierta en láminas para techos, cisternas, cabinas para baños secos portátiles y otros productos.
Su empresa, Avelop, tuvo siete años de dificultades, porque “la gente no creía en el producto”. La máquina que recicla el desperdicio fue un diseño de su padre, quien dejó el negocio a sus dos hijos. Y ahora lleva ya ocho años con crecimiento continuo: en 2006 tuvo ventas por más de 3.6 mdp.
Casi 80% de su producción anual es de láminas que, según Avelar, serían suficientes para techar más de 1,500 casas de interés social al año. Su principal mercado es el de casas económicas, aunque también vende láminas para cobertizos en desarrollos residenciales.
La planta requiere una tonelada de desperdicios al día; Amecameca genera 300 kilos y el resto lo consigue en Morelos.
La recolecta de plástico para reciclar en Amecameca ha servido para reducir el volumen de basura que llega al relleno sanitario y, con eso, alargó su vida útil, dice José Cázarez, regidor y presidente de la Comisión de Medio Ambiente del municipio mexiquense.
Además, desde que opera en esa zona al pie de los volcanes, hay menos basura en las tierras de cultivo. Entre los recolectores más activos están los ancianos del pueblo. “Hay una persona, don Diego, que ha de sacar como 700 pesos a la semana del plástico que nos trae”, comenta Avelar.