Michael, sus hijos y 500 mdd en herencia

El testamento de Michael Jackson escrito hace siete años, presentado el miércoles en un tribunal en Los Ángeles, coloca todos sus bienes en un fideicomiso de la familia, pero excluye a su ex esposa Debbie Rowe.

El testamento, fechado el 7 de julio del 2002, calcula su patrimonio en ese momento en más de 500 millones de dólares. Le deja todo al Fideicomiso Familiar de Michael Jackson.

Los documentos dicen que los bienes de Jackson consistían casi por completo en "activos no efectivos, no líquidos, que incluyen primordialmente un interés en un catálogo de derechos de regalías musicales que actualmente administra Sony ATV, y los intereses de varias entidades".

Nombra a su madre, Katherine Jackson, como una beneficiaria del fideicomiso y custodia de los tres hijos de Jackson, también nombrados en el testamento.

Jackson, que murió el pasado jueves a los 50 años, dejó tres hijos: Michael Joseph Jr., conocido como Prince Michael, de 12 años; Paris Michael Katherine, de 11; y Prince Michael II, de siete.

Rowe era la madre de los dos mayores, un niño y una niña; el menor fue concebido por medio de una madre en alquiler que nunca ha sido identificada.

El testamento nombra a la cantante Diana Ross como fideicomisaria en sucesión de la madre de Jackson en caso de ser necesario.

También nombra al abogado de Jackson John Branca y a John McClain, un ejecutivo musical y amigo de la familia, como coalbaceas testamentarios.

Katherine Jackson recibió el lunes la custodia temporal de sus tres nietos. Un juez no decidió en torno a su solicitud para controlar la herencia de los niños, y le dio control limitado sobre las lucrativas pero atribuladas finanzas de su hijo.

Rowe, quien se casó con Jackson en 1996 y presentó una solicitud de divorcio tres años después, renunció a sus derechos como madre. Un tribunal de apelaciones luego halló que eso se hizo por error, y Rowe y Jackson llegaron a un acuerdo fuera de la corte en el 2006.

Ni Rowe ni sus abogados han indicado si la mujer planea pedir la custodia de sus hijos.

Neverland

Grupos de admiradores y decenas de trabajadores de la prensa se lanzaron a este bucólico paraje cercano a la hacienda Neverland de Michael Jackson, con la esperanza de atestiguar el final de la historia del Rey del Pop.

Pero después, se dieron cuenta que el viaje fue innecesario.

Una multitud de dolientes acampó frente a las puertas de Neverland, con sillas plegables y hieleras llenas de envases con agua, mientras las habitaciones de hotel alrededor de la finca de Jackson se ocuparon en cuestión de minutos, después de que el martes surgieron reportes --erróneos-- de que el astro podría ser sepultado en la hacienda.

Los residentes de Los Olivos, que vieron afectada su vida cotidiana cuando los reporteros llegaron a la zona para dar seguimiento a la detención de Jackson en el 2003 por acusaciones de abuso sexual de un menor, se encontraron de nuevo con el mismo paisaje de camionetas de los canales de televisión y admiradores ansiosos por rendirle un homenaje a la estrella pop, tras su fallecimiento.

Pero parece que todo ese movimiento fue en vano.

Un portavoz de Jackson dijo el miércoles, en un comunicado, que una ceremonia fúnebre pública se estaba planificando, pero no se realizaría en Neverland. No se informó de más detalles.

También el miércoles, una fuente cercana a la situación dijo que Jackson podría ser sepultado en Los Angeles, aunque la familia podría realizar una ceremonia privada en Neverland, después del sepelio.

La fuente, que no tenía autorización de la familia para hablar y solicitó por ende el anonimato, dijo que no hay nada previsto, al menos hasta el viernes.

Esas noticias no apagaron el entusiasmo de los seguidores más apasionados de Jackson, muchos de los cuales se negaban a creer que la familia sepultaría a su hijo más famoso sin agradecer al público que lo lanzó a la condición de superestrella.

Unos 40 camiones de los noticiarios de la TV y cientos de vehículos más se aparcaron frente a Neverland, y el cordón tendido por la policía impedía que los visitantes entraran a la propiedad de una escuela que se ubica frente a la finca.

La carretera estrecha de dos carriles, flanqueada por haciendas ganaderas y colinas cubiertas de robles, era casi intransitable, lo que obligó a los visitantes a estacionarse a más de kilómetro y medio, para hacer a pie la última parte del "peregrinaje" a Neverland.