La lucha de un grupo de jóvenes para recuperarse de los trastornos alimenticios
En el corazón de una campiña polaca hay una pequeña casa amarilla que parece una casa de muñecas, pero lo que ocurre en su interior es mucho más complejo.
Detrás de las puertas de este centro terapéutico en el pueblo de Malawa, muchas mujeres jóvenes están poseídas por la voz de "Ana", como suele llamarse a la anorexia.
El centro, denominado Drzewo Zycia o árbol de la vida, es un hogar temporal para un grupo de chicas que lucha contra los trastornos alimenticios.
"Era como un campamento de verano, con el clima soleado", dijo la fotógrafa Marie Hald, que tomó una serie de fotos en el sitio. "Pero en lugar de un campamento, todo el mundo sufría y el ánimo era a menudo pesado".
Tras encontrar la casa gracias a un mediador polaco, Hald fue recibida con los brazos abiertos por las niñas y la persona a cargo. La experiencia fue capturada en el proyecto de Hald, The Girls from Malawa (Las chicas de Malawa), que documenta el camino de las jóvenes pacientes a la recuperación.
Cada día consiste de seis comidas programadas y terapia individual y en grupo.
"Todos fueron muy amables, y después de medio día, empecé a vivir como el resto de las chicas, comía cada comida con ellas y hacía lo que ellas hacían", cuenta.
Después de cada comida, todas deben sentarse a la mesa durante una hora con el fin de digerir y que nadie pueda ejercitarse en secreto o vomitar. Durante el día, las niñas se quedan en la planta baja. Después de las 8 de la noche, una vez que todas se hayan duchado, les permiten subir a sus habitaciones para dormir.
A pesar de que nunca ha sufrido un trastorno alimentario, Hald se vio a sí misma en las niñas que conoció. Como ella, muchas de las chicas eran estudiantes con buenas calificaciones que tenían amigos, eran muy sociables y abiertas.
Hald creció antes de que existieran las plataformas sociales como Instagram y Facebook, y sin aplicaciones que tuvieran la capacidad de editar nuestra vida y nuestro cuerpo para que lucieran perfectos con un simple clic. Hald se preguntó, "¿Cómo hubiera sobrevivido a eso?"
Aunque Hald es consciente de que estos falsos estándares son imposibles de alcanzar, muchas de las mujeres jóvenes tienen una visión muy limitada y estrecha para convertirse en lo que ellas consideran "perfectas".
"No tenía ni idea de que photoshoppeaban a las modelos en las revistas, o que la gente de Hollywood solía hacerse cirugías plásticas", le contó Ania, una paciente de 16 años.
A través de sus fotos, Hald aspira a azuzar al mundo y provocar un debate.
"Algunos de mis colegas han visto las fotos y han dicho, 'Wow, ella es hermosa, parece una modelo'", explicó Hald. "Y entonces empiezas a pensar en cómo es realmente nuestra percepción de la belleza".
Las niñas también estaban entusiasmadas con el proyecto. Juntas, su esperanza es ayudar a otros al sensibilizar a la opinión pública sobre la cuestión de los trastornos alimenticios, que afectan a aproximadamente 70 millones de hombres y mujeres en todo el mundo, de acuerdo con el Comité Directivo del Día Mundial para la Acción por los Trastornos de la Conducta Alimentaria.
Hald señala que estos trastornos constituyen un gran problema social y que no se trata solamente de ser delgada o delgado, sino más bien una búsqueda de la perfección en todos los aspectos de la vida. Todos los días, estas mujeres escuchan a enfermeras y terapeutas con la esperanza de algún día dejar atrás la voz de "Ana".
Marie Hald es una fotógrafa que reside en Copenhague, Dinamarca. Es miembro del colectivo Moment. Puedes seguirla en Instagram y Twitter.