La venta de 'burkinis' crece a raíz del debate por su prohibición en Francia
La polémica suscitada por la prohibición del burkini -traje de baño islámico- en algunas localidades francesas contribuyó a aumentar las ventas de esta prenda de baño islámica, afirmó su creadora australiana, Aheada Zanetti.
"Es una locura", declaró Zanetti.
"El domingo, recibimos 60 pedidos en línea, todos de personas no musulmanas", agregó la creadora de Sídney, de 48 años, quien afirmó que normalmente recibe entre 10 y 12 pedidos un domingo.
Zanetti dijo que no podía precisar el número de pedidos que se hicieron durante la semana pasada, pero afirmó que había recibido numerosos mensajes de apoyo desde que varios municipios del litoral francés decidieran vetar este traje en sus playas.
Zanetti, de origen libanés, explicó que había diseñado el burkini hace más de 10 años en Sídney, concibiéndolo como un útil de integración para que las mujeres musulmanas practicantes pudieran disfrutar plenamente de los placeres de la playa.
"Numerosas personas que me escribieron eran mujeres que habían tenido cáncer de pecho y que me explicaban que siempre habían buscado algo así", señaló Zanetti.
Existen varios fabricantes de bañadores islámicos, pero Zanetti registró las marcas "burkini" y "burqini" (contracción de burka y bikini). La diseñadora asegura que fue la primera en elaborar un traje de dos piezas capaz de cubrir la cabeza de manera integral.
El origen
Desde que el alcalde de Cannes decidió a finales de julio prohibir en las playas de la ciudad el uso del burkini, suscitó numerosas críticas en Francia. Asociaciones lo acusaron de distorsionar el principio de laicidad y alimentar la tensión.
Aunque en Francia el uso del velo integral en el espacio público está prohibido, la legislación nada dice sobre la utilización de símbolos o vestimenta religiosa, como sería el caso del burkini, que cubre todo el cuerpo a excepción de la cara, las manos y los pies de la mujer.
Sin embargo, el alcalde de Los Republicanos (derecha) de Cannes, David Lisnard, decidió a finales de julio prohibir "el acceso a las playas y al baño a toda persona que no lleve un atuendo correcto y respetuoso de las buenas formas y el laicismo".
Para Lisnard, "una vestimenta de playa que manifiesta de manera ostentosa una cierta creencia religiosa, en un momento en que Francia y los lugares de culto son objetivo de atentados terroristas, podría crear riesgos de problemas de orden público (como tumultos o altercados) que es necesario prevenir".
Sin embargo, la Liga de Derechos Humanos consideró que la prohibición "distorsiona el laicismo que tiene por vocación". El Colectivo Contra la Islamofobia en Francia mostró su "profunda preocupación" ante lo que considera "un nuevo atentado contra los principios más elementales del derecho".
Respaldo
El primer ministro francés, Manuel Valls, ha expresado su respaldo a los alcaldes que prohíben el burkini, que han prohibido esta prensa por considerar que representa una reivindicación comunitaria de un islam político.
"Entiendo a los alcaldes que, en este momento de tensión, tienen el reflejo de buscar soluciones, evitar desórdenes públicos", declaró Valls en una entrevista del diario regional francés La Provence.
"Las playas, como todo espacio público, deben ser preservadas de reivindicaciones religiosas", subrayó Valls.
El burkini "es la traducción de un proyecto político, de contrasociedad, fundado sobre todo en la esclavitud de la mujer", declaró.
Detrás del burkini "está la idea de que, por naturaleza, las mujeres serían impúdicas, impuras y deberían estar totalmente cubiertas. Esto no es compatible con los valores de Francia y de la República", argumentó el jefe del gobierno.
"Ante las provocaciones, la República debe defenderse", añadió.
Cannes, Niza, Villeneuve-Loubet, Sisco y Le Touquet, son algunos de los municipios que han prohibido el uso de la prenda en Francia, que se ha visto golpeada por varios atentados yihadistas desde 2015.