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Filantropía bajo presión

Luis Miguel González narra que un albergue para 60 niños cerró en Guadalajara por falta de dinero; el director editorial de Público Milenio Guadalajara dice que les faltaron 125,000 pesos mensuales.
lun 22 diciembre 2008 06:00 AM
La Fundación Telmex es la organización filantrópica de mayor patrimonio en México. (Foto: Notimex)
Fundacion Telmex

No será fácil encontrar otro albergue ni otros donantes. La filantropía vive la crisis a su manera. Empezó 2008 con las dificultades que plantean las nuevas reglas del juego fiscal, donde destaca un límite de 7% a las utilidades deducibles para los donantes. Termina el año bajo un cielo lleno de nubes negras.

Las primeras gotas de la tormenta están empezando a caer. El cierre del albergue en Jalisco es un aviso de lo que viene. En México hay alrededor de 20,000 instituciones no lucrativas que dan servicios a terceros, de las cuales, un poco más de una cuarta parte son ‘donatarias’ autorizadas por la SHCP. De las autorizadas, apenas 30% funciona con criterios profesionales y en un marco de institucionalidad. El resto está integrado, en el mejor de los casos, por organismos donde predominan las buenas intenciones que accionan de manera desordenada. Hay más de 15,000 entidades dedicadas a dar servicios a terceros que tendrán dificultades más que severas para navegar en los tiempos que vienen.

Las crisis provocan la eficientización y detonan la creatividad para resolver de nuevas formas las cosas que antes se resolvían con dinero, dice David Pérez Rulfo, director de Corporativo de Fundaciones, una asociación civil dedicada al fortalecimiento de las instituciones de filantropía en la zona occidente.

Las crisis también nos recuerdan que la realidad es ‘darwiniana’. Desaparecerán las instituciones menos sólidas y vendrá una especie de consolidación: menos instituciones deberán hacer una tarea que crecerá en tamaño y complejidad.

Si lo ocurrido en 1995 sirve como referencia, podemos anticipar que la demanda se multiplicará. Durante aquella crisis, el número de familias que acudía a los comedores populares se duplicó. Lo mismo ocurrió con la demanda de los servicios de Cáritas.

El reto es hacer más con menos. Enfocarse en las tareas sustanciales, eliminar gastos superfluos y concentrarse en el diálogo con los benefactores actuales, dice un editorial de The Chronicle of Philantropy, el único periódico del mundo especializado en filantropía.

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Un efecto de la crisis es que se reduce el dinero disponible para captar nuevos benefactores. Para captar un benefactor adicional se necesitan horas hombre, publicidad y capacidad de organizar eventos. Habrá menos recursos y más competencia, pero también mayores incentivos para colaborar, dice Pérez Rulfo.

El reto es mayúsculo porque estamos en uno de los países más tacaños, si consideramos las aportaciones a la filantropía privada. Un trabajo hecho por la Universidad Johns Hopkins calculaba en 0.12% del PIB el esfuerzo filantrópico de los mexicanos. Dos tercios de este ‘esfuerzo’ se dan a través del trabajo voluntario y el resto, 0.04%, en dinero.

Medido en términos de participación de la filantropía en el PIB, México está cinco veces debajo de Colombia; 10 veces debajo de Argentina y 24 tantos con respecto a Estados Unidos.

El directorio de empresas donantes en México cabría en cuatro cuartillas a renglón seguido: no llega a 150. Más de la mitad de los ‘donatarios’ corresponden a fundaciones empresariales o programas corporativos. Del patrimonio registrado por ellas, destacan los casos de Grupo Carso y Fundación Telmex, que juntas tenían más de 4,000 millones de dólares de patrimonio, según el registro del Centro Mexicano para la Filantropía. Fuera del planeta Slim sólo hay tres nombres que superan los 100 millones de dólares: el Nacional Monte de Piedad, la Fundación Gonzalo Río Arronte y el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza.

El año 2009 pondrá a prueba el grado de resistencia del esfuerzo filantrópico en México. La crisis puede convertirse en un pretexto para no dar. También puede ser el detonador de un cambio. El marco legal y hacendario no ayuda. Las esperanzas están puestas en un despertar ciudadano, que, de vez en cuando, nos demuestra que es algo más tangible que un sueño.

Luis Miguel González es director editorial de Público Milenio / Guadalajara.

Comentarios: opinion@expansion.com.mx

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