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Acapulco vuelve a la vida

Conoce las nuevas joyas con las que el puerto guerrerense busca recuperar el lustre que tuvo antaño; sus restaurantes, su vida nocturna y sus nuevos hoteles boutique renuevan su promesa de renacer.
jue 19 marzo 2009 06:00 AM
Por su ubicación, el restaurante Becco al Mare está en la competencia por ganar la vista a la indestructible bahía de Acapulco. (Foto: Patricia Madrigal/Quién)
Acapulco (Foto: Patricia Madrigal/Quién)

Si Roma es la ciudad eterna, Acapulco es la promesa eterna, y ahora está de vuelta... otra vez. Cada cinco o seis años, el puerto preferido por los capitalinos anuncia que ahora sí se va a reformar y va a recuperar el lustre que tenía cuando era el favorito del Hollywood Gang.

La verdad es que ese pasado no debería preocuparnos tanto, porque nosotros tendremos el Acapulco reluciente de aquellos años cuando Hollywood produzca de nuevo a leyendas de la estatura de Rita Hayworth, Johnny Weissmuller, Orson Welles y Elizabeth Taylor (que ahí se casó con Mike Todd).

La nueva promesa incluye un poco más de dignidad para el turismo popular y mucho, pero mucho lujo, con nuevos hoteles boutique y más lustre que los tradicionales.

1. Para quedarse

Qué mejor lugar para abrir un hotel boutique que Caleta, la playa que es a la diversión lo que la Villa de Guadalupe a la devoción de los mexicanos: es el punto de encuentro con lo verdaderamente nacional –para bien y para mal.

El Boca Chica, un monumento de la arquitectura moderna del siglo pasado, es reabierto con una intervención a cargo del arquitecto Fernando Romero y bajo la marca Habita.

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Dos íconos más de Acapulco también se renuevan: el hotel Las Brisas y el famoso Fairmont-Pierre Marqués, que ahora tendrá un hotel spa, llamado Pearl.

(En estos hoteles, los precios están en alrededor de 200 dólares por noche.)

2. Para comer

¿Quién va a un restaurante de lujo con el único propósito de comer?

La vista hacia la bahía compite con ver a los otros comensales.

Y aun así, en la costera de Acapulco se encuentra tan buena comida como en Polanco en el DF.

Sólo algunos capitalinos avezados podrán apreciar la oferta de mariscos, en lugares tradicionales, como La Trainera, o en los pequeños restaurantes de Pie de la Cuesta, al otro extremo de Punta Diamante.

3. Para estar

Para qué viajar a Acapulco si no es para ver el sol caer en la selva personal de Johnny Weissmuller, el Tarzán que se retiró al Flamingos, el sitio de reunión del viejo Hollywood Gang.

Un coctel margarita puede ser el remate para los jueves de pozole. Muy decadente. Para los que quieren viajar sin viajar, ya se abrió el centro La Isla, donde pueden encontrar a los mismos del DF, haciendo lo mismo en un Starbucks o en Casa Palacio.

4. Para reventarse

Han pasado décadas y nadie puede decir que ha destronado al Baby O, que viene de la época de las discoteques.

Entrar puede costar una pequeña fortuna para un grupo (y es más costoso para los hombres), pero es la esencia del Acapulco que aparece en las novelas de José Agustín.

Para terminar bailando en la playa, hay que ir al Disco Beach, que ahora está en boca de todos.

En el centro comercial La Isla está el Cantabar, un karaoke digno de la Ciudad de México.

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