La industria del hip hop crece en México
Corría el año 2002 y, aunque era el organizador del concierto, el empresario Pedro Moctezuma se sentía como una más de las 12,000 personas que en el Toreo de la Ciudad de México coreaban cada una de las canciones del grupo Cypress Hill, uno de los voceros del movimiento hip hop en Estados Unidos.
Al ver el entusiasmo que el grupo despertaba entre la multitud, Moctezuma llegó a la conclusión de que en México el hip hop podría convertirse en una gran industria. Para promoverlo, hace cinco años fundó Grupo Mantequilla (que cuenta con la disquera Mantequilla Records), cuyo atractivo principal son los nuevos artistas mexicanos del género.
Aunque la mayor parte del tiempo trabajó con números rojos, ahora el negocio empieza a generar ganancias y en un promedio de cinco años éste y otros empresarios esperan que el país se contagie de la fiebre de este estilo urbano.
Nacido en los 80, entre las comunidades de color estadounidenses, el género hip hop, junto con el rap y el reggaeton es una parte importante de la cultura urbana mundial.
En México, el movimiento tiene sus principales exponentes y público en zonas fronterizas como Nuevo León, Chihuahua, Coahuila, Baja California Norte y en estados del centro, como el Distrito Federal.
Toy Hernández, CEO de Machete Music, división de Universal Music dedicada a la promoción de la música urbana latina (hip hop, reggaeton y rap), comenta que se trata de un género que saltó de la piratería a las grandes compañías disqueras. Pero también ha encontrado formas alternativas de distribución, principalmente a través de su página de internet en My Space, donde artistas como Niña Dioz registran un promedio de 98,000 visitas.
Para describir la industria del hip hop sólo existe una palabra: ‘brillo’. Es que a sus grandes exponentes, como los estadounidenses Jay-Z, 50 Cent o Kanye West, les encanta cubrirse con oro desde la punta del pie hasta los dientes. Tan sólo en EU esta industria genera al año un estimado de 10,000 millones de dólares y 45 millones de consumidores, detalla un informe de SLMG Consulting, reproducido por la revista Forbes.
Su influencia se ha extendido más allá de la venta de discos para convertirse en una cultura urbana que exige joyas y ropas exclusivas. México no está ajeno al fenómeno. Y si bien las ganancias de la industria podrían representar en nuestro país apenas 3% de lo que generan en EU (sin que el dato sea oficial), un grupo de empresarios empieza a apostarle al género.
Por algo, grandes disqueras como Universal y patrocinadores como Nokia, Sico, Infinitum y Nike se han dado a la tarea de patrocinar eventos y nuevos artistas del género.
Pese a este interés, uno de los grandes problemas que enfrentan los hip hoperos mexicanos, a decir de Moctezuma, es “la discrimación y la poca apertura de los medios masivos para difundir el género en español… En Francia, Alemania, India hay hip hop, pero en México está marginado”.
El empresario citó el caso de países como Puerto Rico, donde existe una decena de estaciones dedicadas al hip hop, mientras que en México sólo la radio pública ha buscado la forma de abrirle espacios. La estación Reactor 105, propiedad del Instituto Mexicano de la Radio, tiene al aire un programa de nombre Vendetta, con una emisión semanal y un público que principalmente se ubica en zonas populares del Valle de México, como Iztapalapa y Ciudad Neza.
Para Niña Dioz, una de las promesas del hip hop mexicano, uno de los grandes impedimentos para el género es que la industria maneja el estereotipo de los cuerpos y rostros perfectos de los cantantes pop, “el hip hop es otra cosa, es la realidad, pero hay todavía mucha gente que le gusta manejar historias perfectas con personas perfectas. Si hubiera más gente que apoyara este movimiento habría más competencia”.
Ante la falta de apertura, el género encontró en la piratería sus primeros aliados, artistas como el panameño Nigga lograron colocar por esta vía medio millón de copias en el mercado, según explica Hernández.
“El género en México ha madurado, pero 2007 y 2008 representan la consolidación de algunos artistas y, más allá de que también se hayan desplazado copias pirata, ayudó mucho el que algunos éxitos llegaran a nuestro país ya hechos y tocados en radio y discotecas, como Don Omar, Wisin Y Yandell, Calle 13 y Daddy Yankee, que representan considerables cifras y ventas”, comenta Hernández.
“Ármense todos”
Corría el año 1996 cuando en las estaciones de radio del norte del país la estrofa de una canción empezó a cobrar popularidad entre los jóvenes: “Ármense todos, todo lo que puedan, hazlo a tu modo, con lo que tú quieras. Andamos armados…”.
La canción ‘Andamos armados’ del grupo regiomontano Control Machete tomó por asalto el mundo discográfico, aunque ya en el pasado grupos como Caló habían colocado en las listas de popularidad temas del género hip hop. ‘Andamos armados’ era la primera canción que representaba un grito de rebeldía de los jóvenes de clases populares.
Los representantes de Machete (que vende dos millones de copias al año) y Mantequilla admiten que uno de los elementos que ha detenido el avance del hip hop, es que los grandes exponentes en Estados Unidos están vinculados a pandillas, muchos, como 50 Cent pasaron de ser vendedores de drogas a empresarios del género.
En México, afirman, la realidad es distinta, porque aquí el hip hop es un movimiento de jóvenes “que protestan contra la desigualdad, de migrantes que se sienten marginados”, señala Babo, vocalista de Cartel de Santa, quien estuvo preso dos años, después de asesinar accidentalmente a un integrante de su equipo de logística.
En un día común, Mantequilla Records recibe un promedio de 30 demos de aspirantes a hip hoperos. Para no producir un álbum de cada uno, la empresa hace compilaciones de los mejores temas y los agrupa en un solo disco (mix tapes) o los ofrece a través de descargas en internet. Un hit puede registrar de 30,000 a 40,000 descargas por mes.
Otra estrategia que implementó Mantequilla para darle salida a estos mix tapes es integrar un grupo de 20 personas llamados ‘soldados de la calle’, para que repartan de manera gratuita estas compilaciones. Actualmente, este grupo funciona en el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey.
El cine nacional ha sido otro factor importante para dar a conocer a los hip hoperos mexicanos. En los últimos cuatro años, refiere Moctezuma, su empresa logró incluir entre 40 y 50 tracks en películas como Déficit, La última y nos vamos y Batalla en el cielo, por mencionar algunas.
“Hasta este 2008 es que hemos entrado en un boom generalizado, esto hace que el presente y el futuro sean mas promisorios que lo que hemos visto en los últimos tres años en cuanto a hip hoperos mexicanos. Hay muchos que están próximos a presentar nuevos álbumes, han venido trabajando muy duro desde abajo, y ahora es que comienzan a cosechar éxito y crecer paso a paso”, manifiesta Hernández.
Niña Dioz, una joven regiomontana que inició hace cuatro años su carrera como cantante de hip hop, reconoce también que el género empieza a captar seguidores. Cuando terminó la preparatoria se enfrentó al dilema de estudiar una licenciatura o tocar puertas. Optó por lo segundo y gracias al dinero que ganaba en una empresa de telemarketing pudo ahorrar para grabar demos y ofrecerlos a sellos independientes.
“Quería expresar rebeldía, cosas con las que no estaba de acuerdo y el hip hop fue una forma de hacerlo… Ha sido difícil, pero ya empiezo a ver frutos”, expresa.
Como artista independiente, Niña Dioz usó el portal My Space para darse a conocer. Gracias a su éxito, firmas como Nike la buscaron para ofrecerle patrocinios en sus presentaciones.
En 2006 sacó un disco de corta duración, con siete canciones, de nombre ‘Marcapasos’, que ‘movió’ 700 copias que se distribuyeron de mano en mano en sus presentaciones, incluso, estuvo nominado como mejor disco de hip hop en los Indy Music Awards.
Actualmente graba su segundo CD, también de manera independiente, que este año llegará a circuitos comerciales.
El otro mercado
Machete Music estima el mercado de consumidores mexicanos de hip hop en un millón y medio de personas que van de los 14 a los 30 años. Este target no sólo busca discos, sino también la ropa y los accesorios ostentosos típicos del movimiento.
Aldo Gutiérrez, aficionado al género desde los 12 años define el ‘hip hop lifestyle’ como “glamoroso, ostentoso. Lleno de ambiciones y mucho ejercicio”.
Aunque es un género urbano, mucha de la ropa se vende en tiendas exclusivas, como la boutique de Sean John. Un traje de esta marca puede llegar a costar hasta 47,000 pesos.
Rocawear, GUnit, Phat Farm, Baby Phat, Louis Vuitton, Fubu y South Pole son marcas preferidas por los hip hoperos. Coches deportivos y camionetas 4x4 complementan el look.
Jorge Hernández, alias el ‘Stickers’ es uno de los vendedores de ropa de hip hop más populares en internet, y para él, el género ya empieza a ser negocio, tanto que abandonó su carrera de filosofía y letras hispanoamericanas para dedicarse a la venta de prendas en línea y en tianguis del Estado de México.
“Aquí en el centro del país mis compradores son básicamente los jóvenes, porque lo toman como moda, pero más hacia el norte el mercado se amplía en el rango de edad, ahí, más que una moda, es un estilo de vida”, dice.
Vincent, ex representante artístico y creador de la marca Doce Cero Tres, probó ya las mieles del hip hop. Su marca nació hace cinco años con la idea de traer a cantantes de rock tendencias de ciudades como Nueva York.
Grupos de rock y pop, como Maná y RBD, se apuntaron en su lista de clientes. Dentro de su tienda en la colonia Roma del Distrito Federal, también tenía accesorios clásicos del hip hop, como coronas, relojes y anillos.
Al principio sólo vendía entre dos o tres piezas al mes, sin embargo, la demanda creció a tal nivel que hace año y medio tuvo que abrir otra tienda exclusivamente para vender accesorios. En este local registra al mes ventas de un aproximado de 150 piezas con precios que van de 300 a 650 pesos. Cada mes y medio tiene que renovar su inventario.
Reconoce que su marca no fue pensada para hip hoperos, pero “cada día hay más compradores de bling bling que buscan cadenas, cristales, es un mercado que está creciendo”.
Escépticos vs hip hoperos
Pese al entusiasmo de los representantes de las disqueras, para Carlos Martínez, director de Music and Talent de MTVMéxico, el hip hop nacional es un movimiento independiente que no ha captado la atención de las grandes trasnacionales.
“La verdad es que eventos de hip hop importantes no hay en México. La cuestión del lifestyle ha podido penetrar más que el movimiento musical … México está a años luz de lo que presenta para el mercado”, considera.
En el caso de esta cadena de videos musicales, asegura que en los últimos dos años, solamente entraron a la programación dos grupos del género en español: los mexicanos Cartel de Santa y los españoles La Mala Rodríguez.
“No se han desarrollado la cantidad de proyectos suficientes, al mes no recibo ni cinco videos de hip hop en español. Tiene que ver con otros factores más que de imagen, el hip hop nació como un movimiento de expresión sociocultural en EU. La verdad es que no siento que en México se desarrolle como un movimiento social”, acota Martínez.
Moctezuma asegura que ya empiezan a surgir grandes figuras mexicanas del género, además de los históricos Cartel de Santa y Control Machete, entre ellas Big Metra, quien tiene un promedio de cuatro presentaciones por semana.
“Esto no es como la Bolsa de Valores, es un negocio para la gente que ama el negocio”, apunta y como ejemplo pone su empresa que después de trabajar tres años en números rojos, cerró 2008 con números negros.
Y es que producir un álbum representa para Mantequilla Récords una inversión de entre 10,000 y 15,000 dólares. Estos costos limitan a la empresa a la producción de ocho álbumes por año, de los cuales seis llegan al mercado.
“Creo que 2009 es un año que el hip hop y en general la música urbana hecha en México dará de qué hablar fuertemente y que, además, logrará capitalizar las inversiones de recursos y de tiempo para pequeñas empresas y sellos, así como de las corporaciones internacionales”, finaliza Hernández.
Babo es menos optimista, “mientras esto no se convierta en un negocio millonario como en Estados Unidos, el futuro es incierto”.