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Sabuesos y guerra antinarco

Ernesto Cárdenas opina que la ley y la corrupción impiden a México y EU ganarle la batalla al narco; el investigador de Insyde dice que esto ocurre pese a la intención de combatirlo de forma...
jue 09 abril 2009 06:00 AM
La recepción de Obama en el hangar presidencial cuenta con 3,000 agentes locales y de agencias estadounidenses. (Foto: Reuters)
Obama seguridad

Después de la visita a México del presidente de Estados Unidos, Barack Obama; de las secretarias de Estado, Hillary Clinton, de Seguridad del Interior, Janet Napolitano, y del procurador estadounidense, ya nadie duda que México es la principal preocupación para la seguridad interna del país vecino.

Los decomisos al crimen organizado de unos cientos de millones de dólares anunciados por los gobiernos respectivos en sendos operativos de los últimos años son insignificantes ante las ganancias millonarias que genera el tráfico de drogas. Pero las políticas, leyes bancarias y financieras de ambos países más que ayudar parecen ser el principal obstáculo para combatir el lavado de dinero.

Los reportes de las agencias antidrogas de EU señalan que el mercado de cocaína en su país es de aproximadamente 260 toneladas y deja cerca de 24,000 millones de dólares (mdd) en ventas, lo equivalente a las remesas de los trabajadores mexicanos antes de la actual crisis. En México se estima que se lavan al año unos 10,000 mdd, sólo de cocaína. La circulación de estos flujos genera distorsiones comparativas que para el caso de las mafias mexicanas les permite financiar sus actividades en México y otras partes del mundo.

Otro punto que juega en contra es la ‘inteligencia policial’. La eficacia de la policía mexicana ha estado mermada por la poca formación de sus elementos, la amenaza, la infiltración y la corrupción en forma de colaboración, así como la dispersión y la desconfianza mutua entre cuerpos de seguridad, lo que no ha permitido consolidar un modelo de inteligencia policial.

Es prioritario fortalecer un área de este tipo con la colaboración externa, pero sería indispensable desarrollarla en el ámbito estatal y municipal, ya que algunos estudios señalan que 70% de la ‘inteligencia’ proviene del entorno social; el requisito es disponer de una policía confiable y mecanismos ciudadanos adecuados y eso, parece estar muy alejado.

Tráfico en la frontera
El intenso tráfico de armas debe ser motivo para aplicar efectivos controles tanto a fabricantes como a distribuidores en EU, sobre todo desde la derogación, en 2004, de la Ley de Control de Armas impulsada por el ex presidente Bill Clinton. Su revisión, actualización y modernización, acompañada de un paquete de vigilancia de agentes de todos los cuerpos policiales en el combate a las drogas, armas y migración, pretenden sellar la frontera usando el más moderno equipo y cientos de sabuesos amaestrados para detectar drogas.

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La tecnología en aduanas, puntos de internación y garitas del lado mexicano contribuirá a detener el flujo de mercancías ilegales. Sin embargo, el problema es recurrente: el tráfico de armas, drogas, personas y mercancías ilegales se da gracias a mecanismos opacos de colaboración en ambos lados de la frontera. Nos congratularíamos si en el marco de los acuerdos Obama-Calderón al menos se reconociera la necesidad de garantizar el respeto a los derechos humanos de los migrantes, vía el reforzamiento de la capacidad de observación y monitoreo de una sociedad civil autónoma y organizada.

Si este reconocimiento considera la importancia de la puerta de entrada de migrantes ilegales por la frontera sur y la necesidad de extender las estrategias bilaterales relacionadas con la seguridad en esa región, se lograría un avance de largo plazo.

No es fácil reconocer que el desarrollo de redes de poder del crimen organizado es una causa del aumento de la violencia y que representa un costo social que el ciudadano paga en efectivo, con cargo a sus derechos y garantías constitucionales.

Aceptar que el combate a la corrupción policial es el primer eslabón de una cadena que se integra a la estructura de procuración y administración de justicia, es más difícil. Con todo lo visto, la transparencia, la rendición de cuentas, el respeto a los derechos humanos y la observación civil independiente parecen ser las principales garantías del éxito de una lucha por la seguridad ciudadana en ambos lados de la frontera. Si no se reconoce así, más nos vale aceptar unos cuantos miles de sabuesos que ofrece Janet Napolitano, pues reportan 60% de eficiencia.

El autor es investigador de tiempo completo y coordinador de proyectos de reforma policial en el Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde).
Comentarios: opinion@expansion.com.mx

 

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