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Presidenta de TEPJF desafía a escépticos

María del Carmen Alanís dice que su trabajo hablará por ella ante las dudas sobre su imparcialidad; ha sido cuestionada por su cercanía con Margarita Zavala, Manlio Fabio Beltrones y Lía Limón.
lun 01 junio 2009 06:00 AM
Desde agosto de 2007, María del Carmen Alanís es la primera mujer en presidir la máxima corte electoral del país. (Foto: Carlos Aranda / Mondaphoto)
Maria del Carmen Alanis (Foto: Carlos Aranda / Mondaphoto)

Es una máxima universal: el árbitro es la mayoría de las veces el menos querido en una justa. Y si el terreno de juego es el electoral, eso implica que el árbitro será el menos popular ante candidatos, partidos, el público y otros jueces.

Así lo asume María del Carmen Alanís, la magistrada presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), quien dice que no se puede ser árbitro y esperar gustarle a todos. Uno de sus retos es “trabajar en un terreno electoral con éxito, siendo sujeto de cuestionamientos y más, si se ventilan conflictos”, dice Alanís. Está consciente de las críticas, pero por el momento, parece estar llevando a puerto seguro el proceso poselectoral.

Y es que se suponía que para cierto sector del poder, esta egresada de la carrera de Derecho por la UNAM, representaría una aliada en los comicios de 2009. “Me han vinculado con todos los partidos”, subraya Alanís. Afirma que su carrera siempre ha sido cuestionada, pero nunca se le ha probado nada. “El trabajo es el que habla por sí mismo”, afirma.

Cuando abordó “el barco” –como los vecinos llaman al búnker que alberga las instalaciones del TEPJF ubicadas en Culhuacán, en el sur de la Ciudad de México– se agitaron las aguas. Su arribo no fue de lo más terso. Varios personajes de la vida política nacional la ligaban al grupo del priista Manlio Fabio Beltrones, debido a la relación sentimental que mantiene con Emilio Rabasa Gamboa, académico del Tec de Monterrey y ex colaborador de Beltrones.

Desde agosto de 2007, Alanís se convirtió en la primera mujer en presidir la máxima corte electoral del país. Para ella, el honor era de género, pero también de responsabilidad al calificar los procesos democráticos del país. Pero en su momento, lo que menos importaba a muchos observadores no era una cuestión de persona, sino de las relaciones que la presidenta magistrada había forjado en su carrera.

Ricardo Alemán, columnista de El Universal, lo dijo en su momento: “Frente a la crisis, las ambiciones se desataron y la mano de Manlio Fabio Beltrones resultó determinante para la llegada de Alanís –y la salida de Flavio Galván–, en tanto jefe de una ‘familia’ política a la que pertenecen la feliz pareja que son Emilio Rabasa y María del Carmen Alanís”.

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Otra relación que se le achacó, y que se suponía sería un impedimento para un trabajo objetivo, es su larga amistad con la primera dama, Margarita Zavala, y Lía Limón, ex esposa de Luis Carlos Ugalde, ex consejero presidente del IFE, e hija de Miguel Limón Rojas, secretario de Educación Pública durante el gobierno de Ernesto Zedillo.

Lía Limón, candidata del PAN a la Asamblea Legislativa del DF en la próxima elección, acepta: “Sí, tenemos una relación, pero nos limitamos a la parte amistosa, nunca hablamos de cuestiones del proceso electoral”.

A juzgar por las resoluciones que Alanís ha firmado recientemente como consejera presidenta del TEPJF, la funcionaria parece un modelo de imparcialidad y apoyo de sus colegas. Eso se constata en las sentencias emitidas en la Sala Superior: 96% (3,282 de 3,408) fueron por unanimidad.

Y eso que el Tribunal Electoral ha tenido que enmendar la página al Instituto Federal Electoral (IFE) en cuestiones sobre multas a las televisoras por errores en la transmisión de los spots para promover las elecciones, así como en las resoluciones contra algunos partidos que el IFE había sobreseído.

Hay voces que alertan sobre una ‘judicialización’ del proceso electoral. “El tribunal electoral debería ser la última instancia, pero hay personajes de la vida política nacional que podrían dirimir sus agendas ahí”, dice Alberto Benítez, profesor de derecho constitucional del Tec de Monterrey.

Según Lorenzo Córdova, investigador jurídico de la UNAM: “No hay ningún sesgo político en las resoluciones del tribunal, no hay ninguna presunción, la crítica al tribunal es que no hay claridad en las resoluciones no hay previsibilidad, no hay una línea clara del sentido de sus mensajes”.

Pero esto deriva no de una falla de los magistrados, sino de la propia ley electoral y que, aunque saludada por propios y extraños como la mejor de la historia, no ha sido suficiente. En este sentido, Ciro Murayama, del Instituto de Estudios para la Transición Democrática, asegura que el tribunal electoral ha emitido muchas recomendaciones y sentencias que implican cambios en sus propios criterios. “No todas sus decisiones han sido correctas, algunas han sido confusas”, remata.

Explica que las resoluciones del TEPJF sobre indagatorias y criterios del IFE para sancionar partidos y los juicios de protección de derechos del ciudadano (en el caso de la transmisión de spots) son parte de la polémica.

“Algunas resoluciones han estado encima de los derechos de la Constitución y esto debería cambiar”, añade Murayama.

Para los expertos en cuestiones electorales, Alanís ha podido navegar en esas aguas turbulentas con seguridad. “Ha sido acertada”, dice Murayama. Tanto ella como el resto de los magistrados han tenido definiciones correctas en temas clave”.

Por su parte, Córdova la ve “bien, cada vez más asentada. Tomó la presidencia en un contexto muy complicado, el cual se ha ido asentando”. Según el analista, Alanís también ha dejado en claro que sus relaciones personales no trascienden a su quehacer como presidenta magistrado. “Cualquier vínculo con (Margarita) Zavala no se ve reflejado en la actuación de Alanís”, dice el investigador de la UNAM.

Para él, María del Carmen Alanís tiene la ventaja de que el riesgo político actual es menor al que hubo en 2006, por lo que la magistrada tiene todo en las manos para llevar el proceso electoral a buen puerto. “En la sala superior, cuidamos los votos de los ciudadanos, no de los magistrados”, remata Alanís.

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