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MBA impulsa empleos y productividad

Los egresados de posgrados en negocios también logran efectos positivos a nivel macroeconómico; sin embargo, para lograr un impacto considerable es necesario un mayor número de graduados de MBA.
lun 22 febrero 2010 06:00 AM
Cuatro años después de terminar un MBA en Kellog, Daniel Speckman logró triplicar las ventas y crear 40 nuevos empleos. (Foto: Alfredo Pelcastre)
efectos mba 1 (Foto: Alfredo Pelcastre)

Cuando Daniel Speckman (34) empezó a estudiar un MBA en Kellogg, hace cinco años, la fusión entre las dos empresas de su padre era un plan que nadie estaba seguro de realizar. Lens Lite fabricaba láminas de plástico, como las que se usan para hacer canceles de baño, y distribuía láminas de acrílico, entre otros materiales. Prismacryl, la otra firma, transformaba esas láminas en diversos objetos, como los displays de los aparadores que exhiben plumas, joyas, lentes o relojes.

Una materia del MBA de Speckman –Entreprenurial Finance, algo así como los números necesarios para saber si una buena idea también es un buen negocio– le sirvió para encontrar los beneficios de una fusión: menores gastos al evitar duplicidades; mejor comunicación entre las firmas para tener a tiempo cotizaciones o conocer el avance de los proyectos; mayor producción suficiente para hacer rentable un cambio de maquinaria que aumentara la productividad y la capacidad para crear nuevos productos.

En 2005 comenzaron la fusión. Los costos bajaron y con las nuevas máquinas pudieron obtener nuevos negocios, como fabricar la réplica de la tumba de Pacal del museo de la zona arqueológica de Palenque. Los resultados en 2009: ventas al triple que en 2004 y 40 empleados más en las áreas de diseño, ventas y producción.

El caso de Speckman muestra que los beneficios de estudiar un MBA van más allá del dinero adicional que ganan quienes lo cursan. Las decisiones de un MBA se reflejan, además, en una mejor conducción de las empresas y, en esa medida, en mejoras a las variables más sensibles de una economía, como el empleo y la productividad.

“Depende del tipo de negocios, pero una empresa familiar aumenta en promedio 20% sus ventas el primer año que se incorpora un egresado de MBA”, explica Fernando Sandoval, director del Centro Internacional de Empresas Familiares (CIEF) de la EGADE, la escuela de negocios del Tec de Monterrey. “Y si incorpora nuevos procesos, esa cifra puede subir hasta 50% en cinco años”. En materia de empleo, Sandoval calcula que también aumenta, aunque a un ritmo menor que las ventas.

La aceleradora de negocios Endeavor calcula que si 70 empresas pasaran de ser medianas a grandes en un año, la economía crecería el equivalente a un punto porcentual. “Si el avance fuera de pequeñas a medianas, se necesitaría un millar de casos para lograr el mismo efecto”, calcula Fernando Fabre, director del organismo. Y en todos los casos, un egresado de MBA puede impulsar estos crecimientos.

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Los MBA suelen cambiar la visión estratégica de las compañías, explica Sandoval. Generalmente, la visión de una empresa familiar está en la mente del fundador, quien por lo regular se siente seguro con la manera como está haciendo las cosas. “En el MBA, a los alumnos se les pide que hagan prácticas con modelos de negocios diferentes y al estar en contacto con otros empresarios se intercambian tips. Por tanto, es lógico que cuando llegan a sus empresas vean qué parte del modelo puede cambiar”.

Lo que sucede en las grandes corporaciones al integrar a un MBA no es muy distinto. Eli Lilly de México contrata MBA porque forman parte de su ‘desarrollo sistémico’. “Tienen muy desarrollado el pensamiento estratégico, una visión global, saben la importancia de promover la innovación y el cambio, que para nuestra visión son habilidades importantes”, dice Elizabeth González, directora de Talent Attraction & Development Manager, del departamento de Recursos Humanos de la farmacéutica.

Esta firma otorga a sus empleados hasta 60% de los recursos necesarios para financiar el MBA, y los condiciona a mantenerse en la compañía al menos dos años después de concluir sus estudios, tiempo en el que recupera su inversión.

En México, siete de cada 10 nuevas empresas quiebran antes del séptimo año de operación. Pero, según Sandoval, un emprendimiento encabezado por un MBA tiene 30% menos de posibilidades de fracaso.

Las pequeñas y medianas empresas son las que ofrecen la mayor parte del empleo. Hay que asegurar que esas organizaciones no desaparezcan y sean sostenibles, y los trabajos que ya existen hacerlos más competitivos; los MBA pueden ayudar en esa tarea, dice Juan Sherwell, director del Programa de Maestría en Finanzas, de la EGADE Zona Centro, campus Estado de México.

El MBA genera valor económico en el país en el momento en que sus estudiantes lleguen a las compañías. “Lo que hasta ahora ha pasado en México es que los negocios son de poca innovación y crecimiento”, detalla Fabre, de Endeavor.

“Los MBA fomentan la innovación en las empresas porque en los programas se hace énfasis en la perspectiva de negocios, en identificar tendencias que mejoren las empresas”, dice Sandoval. “La innovación no tiene que ver siempre con desarrollar nuevas tecnologías; se puede innovar en el modelo de negocio, en la forma en que se hace cierto trabajo o proceso”.

La relación entre la formación académica y el desarrollo de un país se da porque los estudiantes dejan de ser técnicos en ciertas áreas y empiezan a desarrollar su capacidad de crear, con propuestas más acordes a la productividad que requiere un país, dice Jamil Salmi, especialista en educación del Banco Mundial.

El ‘efecto MBA’, sin embargo, aún está lejos de sentirse en México. Antonio Morfín, director del Centro de Alta Dirección en Economía y Negocios, de la Universidad Anáhuac Norte, es pesimista al vincular la educación de negocios y la competitividad del país. El desempeño económico de México, dice, suele ser bajo debido a los problemas estructurales que tienen más relación con el entorno para hacer negocios que con las capacidades de quienes los realizan. “La rentabilidad esperada de los programas MBA, por tanto, no es alta para tanta gente como en otros países”.

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Además, hay muy pocos MBA en la economía. Según el INEGI, en México operan más de 5.2 millones de empresas, 90% de las cuales lo hacen con menos de 10 empleados. Pero en toda su historia, las 16 escuelas de negocios consultadas para este ranking calculan haber titulado a únicamente 31,193 estudiantes. Si agregamos los 4,933 alumnos que en la actualidad cursan el MBA en alguna escuela del país y los 196 que lo hacen en el extranjero, las posibilidades de que este efecto se haga evidente en poco tiempo siguen siendo bajas.

El costo de la matrícula es otro obstáculo. En México, el programa completo de un MBA cuesta entre 70,000 y 792,000 pesos, según la escuela de negocios. En el extranjero, el curso puede costar hasta 100,00 dólares.

Además, hay pocas fuentes de financiamiento. Juan Luis Sherwell, de la EGADE, dice que las formas de financiamiento más solicitadas por los alumnos son las becas y los créditos.

Según una encuesta realizada por Expansión entre 433 egresados de MBA, 46% del costo pagado fueron recursos personales o de su familia; 31% fue financiado por la empresa en donde trabajaba; 17% de los recursos los obtuvo de la misma universidad, y sólo 6% fue pagado con un crédito bancario o algún otro tipo de financiamiento.

Sherwell cree que bajar el costo de los programas no será una medida fácil. Las escuelas suelen incurrir en servicios costosos, como traer maestros del extranjero o pagar estancias de los alumnos fuera del país, además de realizar el gasto de mantener la infraestructura de la universidad.

Una alternativa que ve es vincular más las escuelas de negocios con el mundo empresarial. Por ejemplo, una compañía podría encargar cierta investigación a una universidad y pagarle por la misma. “Así se pueden tener más fondos para apoyar con los financiamientos a alumnos”, dice Marcela Ramírez, directora de la Maestría en Administración, de la EGADE Zona Centro, campus Estado de México.

La EGADE, por ejemplo, tiene una red compuesta por egresados que apoyan los programas de MBA con patrocinios para eventos de la maestría, como congresos o conferencias. Así ahorran ciertos recursos, aunque no lo suficiente como para reducir el costo de los programas.

Mario Salamanca, director de la Fundación Mexicana para la Educación (Funed), cree que hay otras barreras que no tienen que ver con los costos. “Quien quiere superarse encuentra los recursos económicos para hacerlo. El estudiante mexicano a veces carece de ambición, adopta la filosofía de ‘si no me lo regalas todo no lo acepto’. Existen apoyos tipo crédito que nos han ofrecido gobiernos e instancias internacionales, pero si hay una paga de por medio, aunque menor, no lo aceptan”, dice.

Una forma de cambiar esta actitud es difundir desde las licenciaturas los programas de MBA y sus ventajas. Salamanca cree que se deberían hacer esfuerzos conjuntos  para cuantificar los beneficios de estudiar una maestría y que los estudiantes pudieran consultarlo en internet, además de entregarles material durante las tareas de promoción.

“Si no hubiera ido al MBA, tal vez a estas alturas seguiría buscando grandes clientes para el avance de la compañía”, dice Speckman. “Ahora entiendo mejor cómo hacer un proceso de toma de decisiones, qué debo analizar cuando llega una oportunidad, cómo plantear escenarios de lo que puede pasar, qué riesgo implica tal determinación”. Y estas habilidades le vendrían bien a México, y no sólo en sus empresas.

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