1. Pobreza. El largo camino
La precaria existencia de 42 millones de mexicanos –con un ingreso por debajo de $2 dólares al día– bulle en la conciencia nacional. Aun quienes logran escapar de la pobreza al emigrar a Estados Unidos se preocupan por el pueblo que dejaron atrás. Al tratar de apoyar a sus paisanos, se enfrentan al mismo dilema que roe al gobierno de Vicente Fox: la insuficiencia de recursos y medios para combatir las numerosas causas de la escasez.
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Cuando los emigrantes visitan sus pueblos de origen, salta a su vista la falta de servicios tan elementales como agua potable, drenaje, electrificación, pavimentación, escuelas y campos deportivos, dice Guadalupe Gómez, presidente de la Federación de Clubes Zacatecanos del Sur de California (FCZSC). Ellos realizan bailes en la unión americana con el fin de recaudar fondos y ponen de su bolsillo para financiar obras. El organismo incluso impulsó la creación del programa Tres por Uno, en el cual los gobiernos federal, estatal y municipal añaden un peso por cada uno que los emigrantes en el vecino país del norte aportan al desarrollo regional.
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Tras años de esfuerzo y varios proyectos, la FCZSC se pregunta: ¿Qué ganamos con instalar un sistema de agua potable donde hay 100 casas si al pasar de los años sólo quedan 30? Las comunidades se están quedando solas porque no hay trabajo.
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El nuevo enfoque de esta organización es la formación de empleo. Por eso financia la construcción de una presa para regadío en cuatro comunidades pequeñas del municipio de Juchipila, Zacatecas. Augustín Bañuelos, secretario de Obras de la Federación, estima que unos 200 campesinos hasta ahora temporaleros lograrán una mayor producción y emplearán un total de 100 personas para trabajar sus tierras.
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Así como evolucionan las ideas de este grupo sobre cómo atacar a la hidra de múltiples cabezas, se acumula experiencia a escala mundial sobre las mejores prácticas que permiten cambiar las condiciones de rezago. El programa Contigo, iniciado el sexenio pasado bajo el nombre de Progresa, entrega dinero en efectivo a tres millones de familias, con la condición de que se inscriban para ser atendidas en la clínica de salud y los hijos asistan a la escuela. El equipo actual de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), encabezado por Josefina Vázquez, es el que tiene la tarea de combatir la pobreza este sexenio.
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La funcionaria propone que la Sedesol se encargue de coordinar todas las actividades de desarrollo en microregiones de alta marginación, que abarcan 23,000 localidades, muchas de ellas con muy pocos habitantes. La propuesta se basa en sustituir la estructura gubernamental que se ha dado hasta el momento –en la que cada secretaría de la federación y cada gobierno estatal maneja por separado sus programas y padrones de beneficiados– e imprimirle una mayor cooperación. Según el planteamiento de la directiva, la Secretaría uniría –además de los esfuerzos gubernamentales– los trabajos del programa Tres por Uno y los que se realicen mediante aportaciones privadas. Para ello lanzó a principios de enero la iniciativa Adopta una Comunidad, que consiste en que empresarios se encarguen de financiar actividades contra la miseria en determinadas zonas. Al llamado de este programa ya acudieron miembros de la iniciativa privada, como Carlos Hank Rohn, Roberto González –presidente de Grupo Maseca– y Víctor Alemida –de Interceramic–.
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Si Vázquez logra su propósito, se trataría de un adelanto sin precedentes, opina John Scott, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Pero al tratar de concentrarlo todo, en vez de empezar a vincular ciertos programas, se arriesga a abarcar más de lo que puede. El académico compara el intento con una revolución y no parece darle muchas esperanzas: "La Sedesol no ha logrado coordinar, ni siquiera dentro de la Secretaría, los programas de ataque a la pobreza en forma efectiva."
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En su primer año a la cabeza de la dependencia, la titular anunció la estrategia de microregiones y otros planes, pero en la práctica continuó y amplió el Progresa, que heredó de la administración de Ernesto Zedillo y cuyo presupuesto es mayor al gasto de varias secretarías de Estado. Añadió 763,000 familias al programa, 100,000 de las cuales habían sido excluidas erróneamente. Extendió la cobertura a áreas urbanas y a becas para educación media superior.
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El programa que ahora se llama Contigo es uno de los primeros del mundo que no opera del lado de la oferta, pues no intenta llevar más servicios de educación y salud a las personas de bajos recursos –asevera Scott–, sino que introduce la novedad de obrar del lado de la demanda, al compensar a las familias el costo de oportunidad de enviar a sus hijos a la escuela y al centro de salud; es decir, les proporciona el dinero que de otro modo ganarían al poner a sus hijos a trabajar. Incluso, la ayuda que da alcanza para comprar comida más nutritiva.
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Para el investigador del CIDE, este programa busca desarrollar el capital humano entre los pobres e intenta romper con el legado de miseria de una generación a otra. Sus desventajas –según él– se limitan a la calidad de los servicios de educación y salud que se brinda a los beneficiarios y al hecho de que algunas personas pobres que no tienen acceso a estos servicios, por vivir demasiado lejos de los centros de población con clínicas y escuelas, quedan fuera del proyecto.
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A Vázquez le incomoda la mera transferencia de dinero que implica el programa, por lo que empieza a imprimirle su marca, además de que se incluirá a un millón de familias más y becas para la educación superior. "El gran reto es pasar del paternalismo y la tutela a una visión de oportunidad y desarrollo de capacidades," comenta. Quiere fomentar proyectos productivos. En el caso de Contigo sería para las mujeres, que representan 90% de sus beneficiarios. La capacitación para la actividad, la alfabetización y otros planes son "puertas de salida" que la secretaria quiere construir.
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Otra idea que la funcionaria quiere imprimir a la política social es el derecho al patrimonio individual. Partidaria de las propuestas del economista peruano Hernando de Soto, para quien los derechos de propiedad constituyen un detonador de la actividad económica en sectores desfavorecidos, la titular de la Sedesol propone dotar a los pobres de títulos sobre sus viviendas y terrenos. "Muchos proyectos de desarrollo regional han fracasado porque, aunque la gente de una comunidad tenga la posibilidad de ir a trabajar a otra parte, no se va por temor a abandonar ese pedazo de tierra y la esperanza de algún día ser dueño de algo", afirma Vázquez.
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De Soto advierte que eso no es suficiente: "tener un título puede ayudar al propietario a defender sus posesiones, pero hay que asegurarse de que el papel pueda entrar al mercado". Su instituto, Libertad y Democracia, calcula que los pobres de México poseen activos con valor por $315 millones de dólares. El equipo mexicano de De Soto está identificando los obstáculos en las normas actuales que impiden que estos haberes se conviertan en capital. Su planeamiento implica una reforma legislativa amplia.
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Scott no percibe en la política social del actual gobierno una separación clara con el pasado, aunque admite que el gobierno tiene poco margen de maniobra con el presupuesto. Los programas sociales representan 42% del gasto público total, pero sólo 10% se dirige específicamente hacia los pobres, subraya. El resto representa el gasto en educación y seguridad social.
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Pasarán años antes de saber si la política actual en esta materia fue exitosa, pero el mandatario tiene que demostrar resultados pronto. "Si para la mitad del sexenio no convence a la población de que él es diferente, el pan perderá las elecciones frente al PRI", augura el académico.
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La administración foxista parece consciente del reto. Durante un encuentro con la Federación de Clubes Zacatecanos en Estados Unidos, Juan Hernández –de la Oficina Presidencial para Mexicanos en el Exterior– mostró interés en que el Presidente inaugure la presa de Juchipila, como un reconocimiento del gobierno a sus esfuerzos. Los miembros de la FCZEU están de acuerdo y aceptan incorporarse en la coordinación de microregiones de la Sedesol, hasta cierto punto…"Tenemos confianza en que la intención está ahí –afirma Gómez–. Pero que se lleven a cabo las cosas es también nuestra labor, nuestra responsabilidad, porque no le vamos a dejar todo al gobierno."
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