3. Permitirse vivir un romance

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Ver la realidad con filtro rosa, suspirar y sentir que la vida corre por cada vena del cuerpo es, para muchos, estar enamorado. Vivir un romance significa pensar todo el tiempo en alguien, desear y saberse anhelado. Cometer locuras, romper con  la rutina y pasar de la más absoluta felicidad a la más nostálgica desesperación, todo en pocos minutos.

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Si se identifica con estas emociones, le costará trabajo aceptar que vivir un enamoramiento también es consecuencia de una reacción fisicoquímica en el cerebro, donde se produce un neurotransmisor llamado fenitelitamina. Esta molécula del amor se encuentra en el hipotálamo y trabaja en conspiración con la dopamina  y la serotonina, otros neurotransmisores, que también se relacionan con el bienestar.