Hace seis meses Ricardo Salinas Pliego dijo que se sentía igual que un padre con una quinceañera a la que todos envidiaban. Sin embargo, ahora no encuentra interesados en su hija de nombre Unefon.
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La telefónica, por lo pronto, tendrá que conformarse con el aval de TV Azteca y de la familia Saba –socia temporal de Unefon– que tendrán que echarle la mano con un crédito de $160 millones de dólares para acelerar el crecimiento del operador. Con esto Salinas incumple la promesa que hizo a la comunidad financiera en 1999, cuando prometió desligar a la televisora de la telefonía móvil. La administración aún espera que una compañía foránea compre parte de la empresa aunque, de no lograrse, la televisora del Ajusco aportaría más dinero en perjuicio de la salud financiera de los accionistas.
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Lehman Brothers dice que los requerimientos de Unefon en los próximos cinco años suman $450 millones de dólares, de los cuales $225 provendrían de TV Azteca; la suma representa la mitad del flujo de efectivo que ésta generaría en el mismo periodo.
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En la búsqueda de alternativas, el golpe más duro fue el cese de las pláticas con Telefónica. "Si realmente quiere participar en México la única silla vacía es la de Unefon", comentó Salinas en enero. Pero los ibéricos optaron por Pegaso para ampliar su cobertura.
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Los analistas consultados dicen que el precio de Unefon es demasiado alto –$1,500 millones de dólares– a pesar de que, como explica Merrill Lynch, es una de las empresas más dinámicas en adición de clientes. Pero las preocupaciones de los especialistas van más allá: alertan que de nuevo es cada vez menos probable que Salinas cumpla su palabra.
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