Banqueros sin banco

No, son los que perdieron en 1995. Ofrecen servicios financieros desde tiendas como Elektra. ¿Despe

Hace apenas unos años, los bancos cubrían todas las necesidades financieras de los mexicanos. Quien quería obtener una tarjeta de crédito para comprar aparatos electrónicos o acceder a financiamiento para un coche, tenía que acudir a la banca. Pero ante la grave sequía de créditos que impera en el sector bancario desde 1995 y la falta de recuperación del poder adquisitivo de la población, empresas de muy diversos giros crearon sus propios esquemas de financiamiento para colocar sus productos en el mercado y comenzaron a arrebatarle la clientela a los bancos.

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Fabricantes de autos, cadenas comerciales y hasta compañías telefónicas ofrecen ahora planes de crédito para automóviles, electrodomésticos y paquetes de computadoras. Muchas empresas se han erigido así en nuevos competidores de la banca.

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Esta tendencia, aunque incipiente todavía, empieza a preocupar seriamente a los bancos, de acuerdo con un estudio internacional realizado por la firma consultora Deloitte Consulting, a partir de encuestas y entrevistas sostenidas con 133 altos ejecutivos bancarios de 17 países.

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Según el análisis titulado Compitiendo por sus clientes, el futuro de los servicios financieros minoristas, 78% de los banqueros entrevistados opina que “jugadores no tradicionales” como las empresas comerciales y de software constituirán la “mayor amenaza competitiva” en los próximos años.

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En México, el Grupo Elektra, la empresa comercial de Ricardo Salinas Pliego orientada a los sectores populares, es una muestra representativa de esta tendencia.

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A través de su red de más de 700 tiendas Elektra (electrodomésticos) y Hecali (ropa) en todo el país, la firma ofrece una gama de servicios financieros que van desde las transferencias de dinero y los créditos al consumo, hasta la venta de seguros y el manejo de cuentas de ahorro. Aunque en su mayoría estos negocios son producto de alianzas estratégicas con compañías especializadas como Western Union, Seguros Inbursa y Banca Serfin, generan importantes flujos de efectivo para Elektra.

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Tan sólo en 1998, la compañía de Salinas Pliego obtuvo ingresos de $1,688 millones de pesos por los intereses de sus ventas a crédito en las tiendas Elektra y Hecali, y $306 millones más por las transferencias de dinero nacionales e internacionales, que opera a través de su marca Dinero Express y la licencia de Western Unión.

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Al cierre del año pasado, Elektra y Hecali manejaron en conjunto 1.3 millones de cuentas de crédito. Asimismo, a través de un convenio celebrado con Serfin, Elektra operó en sus tiendas un total de 452,000 cuentas de ahorro activas de los productos Mi Guardadito-Ahorro y Mi Guardadito Tanda, con saldos promedio de $500 pesos.

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Esta competencia no hace muy felices a los banqueros tradicionales. Según un alto directivo bancario, muchos de estos servicios no están sujetos a la misma regulación que la de los bancos, que sí tienen que pasar por otros trámites y dar más cuentas a las autoridades.

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La respuesta a esta nueva forma de competencia ha sido elocuente. En 1997, Bital empezó a otorgar créditos y facilidades a sus clientes para adquirir artículos de línea blanca y aparatos electrónicos. Este año, Banco Bilbao Vizcaya inició la promoción Cero Pretextos para vender computadoras personales en mensualidades inferiores a $400 pesos y plazos de hasta 30 meses para pagar. Y en los últimos dos años, Bancomer desarrolló en el df y Monterrey una empresa denominada Crédito Familiar que otorga financiamiento desde $2,000  hasta $40,000 pesos a personas que ganan entre tres y 10 salarios mínimos para cubrir sus necesidades.

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¿Qué tan fuerte será la competencia de estos nuevos prestadores de servicios financieros?. Según Javier Romero, socio-consultor de Deloitte Consulting en México, si los bancos no desarrollan estrategias más enfocadas al cliente y a sus necesidades correrán el riesgo de perder cuotas de mercado.

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“Puede ser que ahorita la amenaza no sea tan clara en penetración de mercado ni a corto plazo, porque la base de clientes no se moverá. Pero si hablamos de 10 o 15 años, es claro que los bancos están amenazados de fondo”, dice Romero.