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Bienvenido a México

Hace tiempo que la violencia en México dejó de ser noticia para el mundo. Lo que inversionistas y
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Tradicionalmente, México ha sido visto como una nación hospitalaria. Hoy esta virtud parece extinguirse poco a poco.

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Los hechos delictivos ocurridos en los últimos años podrían estar cambiando esa percepción, sobre todo porque en algunos de ellos las víctimas han sido extranjeros; uno de los incidentes más sonados ocurrió en diciembre de 1997, cuando un ciudadano estadounidense que residía en la Ciudad de México fue asaltado y asesinado en un taxi. Al año siguiente, dos turistas alemanes fueron balaceados durante un asalto a un bar de la céntrica Zona Rosa de esta misma ciudad, y en mayo pasado, un ciudadano japonés murió cuando un grupo de asaltantes pretendió apoderarse de su vehículo en Tijuana, Baja California. Esto, por citar sólo algunos ejemplos.

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Aunque el número de delitos en contra de extranjeros no se compara ni de lejos con el que se registra día a día en contra de los propios mexicanos, las noticias le han dado la vuelta al mundo causando un gran impacto. La pregunta es si tales hechos y tales noticias influyen en el ánimo de los inversionistas y los vacacionistas de aquellos países cuyos ciudadanos han sido afectados a la hora de elegir un destino.

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No parece ser éste el caso de Alemania, de donde procede un importante porcentaje de la inversión extranjera que llega al país. Según Hans Mattern, portavoz de la embajada alemana en México, no obstante que cada mes 15 o 20 compatriotas suyos son víctimas de algún tipo de asalto y que esta cifra se ha mantenido constante en los últimos tres años, la alta criminalidad no ha frenado el arribo de vacacionistas ni de inversionistas. Por el contrario, afirma, ambos indicadores, turismo e inversión, van en aumento. “La imagen de México en Alemania es muy buena: a un alemán que piensa establecer un negocio o venir de viaje a México no le preocupa tanto la criminalidad como los fenómenos naturales, como un terremoto o la erupción del volcán Popocatépetl.”

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Aún así, el riesgo de que la inseguridad ahuyente en algún momento a los alemanes no está eliminado. El asalto a los turistas ocurrido en la Zona Rosa, que el diplomático califica de salvaje, “nos preocupó mucho –sostiene Mattern–, yo mismo hablé con los medios de comunicación porque queríamos dejar en claro que fue un grave incidente.”

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El año pasado se recibieron en el Distrito Federal (DF) 3,573 denuncias de turistas extranjeros que fueron víctimas de algún delito –1997 fue peor en este renglón, con 4,699 casos–. El asesinato del ciudadano estadounidense en ese 1997 provocó, tres días después del crimen, que el Departamento de Estado del vecino país difundiera durante un tiempo un aviso a través de Internet en el que recomendaba a los turistas que visitaran México utilizar sólo ciertos servicios de taxi (de sitio, radiotaxis, o de aeropuerto). Los asaltos a los pasajeros de taxis son muy frecuentes, advertía, además de que las víctimas son golpeadas e incluso atacadas sexualmente; prevenía de los secuestros express , muchos de los cuales se habían reportado en la carretera Ciudad de México-Toluca, y precisaba que el número de delitos en la capital es muy alto debido a que los responsables no son aprehendidos.

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Más aún, la dependencia estadounidense aseguraba contar con reportes de “hombres uniformados” involucrados en crímenes diversos, como detener vehículos para exigir dinero a sus ocupantes o asaltar turistas a altas horas de la noche. En su página electrónica especificaba las calles donde la incidencia de este tipo de delitos es mayor –entre las que aparecían vialidades cercanas a la embajada de Estados Unidos–. También documentaba las técnicas más comunes utilizadas por los asaltantes, como establecer contacto con turistas solitarios, inducirlos a tomar grandes cantidades de alcohol y despojarlos de sus tarjetas de crédito, y rememoraba un caso, ocurrido en 1998, por el cual varios policías fueron detenidos como sospechosos.

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Los ciudadanos alemanes que lo solicitan también reciben recomendaciones de sus representantes diplomáticos, si bien de entrada les sugieren no tener miedo de venir a México. Les advierten que no deben exponerse en horarios nocturnos y zonas desconocidas, no portar tarjetas de crédito, relojes costosos ni más dinero del necesario, no traer a la vista la cámara fotográfica y sólo tomar taxis de sitio.

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Japón es otro de los países relevantes para México en términos de inversión, y México también lo es para los japoneses, aunque en distinto sentido: lo colocan en el primero de los tres niveles en que clasifican a los países según el grado de inseguridad que en ellos prevalece. Figurar en tal sitio equivale a decir que si bien éste es un país a donde los ciudadanos japoneses pueden ir con cierta tranquilidad, deben tener ciertas precauciones, pues es menos seguro que el suyo. Desde la óptica de las autoridades japonesas, Chiapas es una entidad particularmente riesgosa, por lo que sugieren a sus conciudadanos extremar precauciones en caso de visitarla.

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Geografía de la inseguridad
Contra lo que pudiera pensarse, la Ciudad de México no ocupa el primer sitio entre los lugares más peligrosos del país, pero sí el tercero, después de Guadalajara, Jalisco y Tijuana, Baja California.

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Para los extranjeros, sin embargo, la capital de la república es el punto de referencia, y con razón: ocupa el décimo lugar en América Latina por índice de delincuencia, con más de 1,200 homicidios cometidos en un solo año (1995). Y aunque esta situación pone nerviosos a los turistas extranjeros, se reconoce que los robos que se cometen en México son de montos comparativamente pequeños y en la gran mayoría no hay asesinatos.

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Estas características resultan significativas vistas a la luz de la inversión productiva. Masashi Mizukami, ministro de la embajada de Japón en México, dice que la criminalidad, cuando menos hasta este momento, no ha porpiciado una disminución de la inversión de su país en México. A veces, opina el diplomático, los medios de comunicación exageran la realidad de la delincuencia en el país.

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Sin embargo, admite que “todavía no estamos en punto de crisis” y advierte que “una vez que se  llegue a esto será muy difícil quitar esa fama”. En el largo plazo, considera, la inseguridad sí podría convertirse en una barrera para la llegada de nuevas inversiones. “Queremos que esto termine antes de llegar a este punto –exclama–; que pare el sentimiento de inseguridad que tenemos los japoneses que vivimos en México.” Más que el número de delitos, aclara, lo que les preocupa es la frecuencia de los mismos. Cada mes, afirma, cuatro japoneses son víctimas de algún delito, además de que dos de los tres corresponsales de medios japoneses asignados en este país fueron asaltados a bordo de taxis, reporta Mizukami.

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Hay otros puntos de vista. La Cámara Americana de Comercio (Amcham, por sus siglas en inglés) realizó un estudio donde revela que el principal obstáculo para invertir aquí es precisamente la inseguridad. James McCabe, presidente de Bank of America en México y titular en turno de la Amcham, considera que el asunto de la inseguridad personal y corporativa de empresas es muy importante. Los hechos delictivos en los que una persona pierde la vida o resulta herida, afirma, tienen una repercusión muy grande en el exterior. Sin embargo, acota: “Amcham quiere ser balanceada en sus puntos de vista, no es (la inseguridad) un problema que sólo afecte a extranjeros, sino también a los propios mexicanos.”

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McCabe opina que no hay una línea recta entre inseguridad personal e inversiones, por lo que, en el caso de Estados Unidos, éstas no han disminuido; a lo que sí ha dado lugar, señala, es a que “la gente tome más precauciones y que tal vez se quede menos tiempo en México.” La Amcham agrupa a 2,700 empresas que representan 85% de la inversión estadounidense en esta nación.

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El diplomático estadounidense coincide en que está latente el riesgo de que la inseguridad frene la inversión extranjera; una de las actividades que más se podría ver afectada es el comercio, advierte. El intercambio comercial “ha crecido en los últimos siete años de manera importante –señala–. Lo que preocupa realmente a la cámara y a sus socios es que si no se hace nada  al respecto se podrían tener efectos muy graves.” Por ahora, agrega, las empresas invierten en servicios y productos de seguridad para evitar asaltos, lo que encarece el precio de los productos.

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Los mercados, afirma, están atentos a los programas para la prevención del delito de las autoridades mexicanas, y sólo si descuidan dichos programas la inversión se podría ver afectada en el futuro.

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El segundo más peligroso
De acuerdo con el último informe sobre competitividad del Foro Económico Mundial, que agrupa a líderes políticos y empresariales de todo el orbe, México ocupa un lugar destacado en materia de inseguridad y criminalidad. El estudio, dado a conocer el pasado 14 de julio, incluye una lista de 59 países ordenados de acuerdo con el grado de seguridad que ofrecen y en él México figura en el penúltimo sitio, apenas un peldaño arriba de Sudáfrica, mientras que en el renglón de crimen organizado se coloca en el sitio 55, y en el 52 por nivel de violencia.

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Para Gery Smith, corresponsal en México de Businessweek, revista de negocios estadounidense, existe la impresión generalizada de que es peligroso caminar por las calles de la Ciudad de México. “La gente ha captado eso en los reportajes que lee en los periódicos o que son enviados por las agencias de noticias y en los que detallan secuestros, asesinatos y, en general, los niveles del crimen en la Ciudad de México.”

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Esta imagen de inseguridad tiene repercusiones sobre todo entre los pequeños y medianos inversionistas, señala, pues no tienen los recursos económicos de las grandes empresas para  protegerse de la violencia. Aunque las grandes empresas tampoco están a salvo de los efectos de la delincuencia, expone Smith, “puede suceder que una empresa grande considere que los costos de contratar un seguro antisecuestro o comprar un carro blindado son tan altos que aumentan sus costos y cortan el margen de ganancias”, y entonces tampoco quede suficientemente protegida.

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La periodista, quien ha vivido en distintos países sudamericanos, sostiene que la violencia en México no se compara con la existente en lugares como Moscú, en donde muchas empresas multinacionales están acostumbradas a manejar riesgos en materia de secuestros, robos, fraudes y corrupción. “Creo que las empresas que realmente quieren hacer negocios en México están esperando a ver que los gobiernos locales y federal  implementen programas que tengan efectos reales sobre los niveles de crimen”. Y en esta actitud vigilante es central el papel de los medios de comunicación. “Es muy difícil para ellos juzgar desde afuera si están funcionando o no (los programas de seguridad), pero si ven reportajes diciendo que el crimen está aumentando o no está disminuyendo, van a comenzar a cuestionar si en el futuro mejorará o empeorará la situación. La gente –concluye– piensa dos veces antes de establecer un negocio en un país violento.” 

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No es irrelevante: si hay un momento en el que las ideas que cruzan por la cabeza de un extranjero son preocupantes, sobre todo para un país como México, es cuando planean sus inversiones, o incluso sus vacaciones.

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