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Cine

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

-Un ángel enamorado
-Es de sobra conocido que una de las peores -enfermedades que padece Hollywood es la fiebre por los remakes. En la -inmensa mayoría de los casos, la reinvención de películas previamente -estrenadas sólo sirve de infausto paliativo a la endémica escasez de -guionistas imaginativos y productores arriesgados que asuela la Meca del cine.

- El caso de Un ángel enamorado (City of Angels, 1998) es un -tanto extraño: pretende sonsacar nuevas vertientes a la historia original en -que está basada, en este caso Las alas del deseo (1988), la -extraordinaria fábula del cineasta alemán Wim Wenders. Así, la intención del -director Brad Silberling –responsable de Casper (1995)– es loable -porque trata de escarbar nuevas facetas enriquecedoras no desarrolladas -previamente. El problema es que consigue garabatos de lo que originalmente era -una obra redonda y acabada.

- La historia ha quedado reducida a su expresión más sencilla: Seth (Nicolas -Cage), un ángel de cara pasmada y pestañeo invisible, conoce a Maggie, una -exitosa doctora (Meg Ryan, ese remedo moderno de Doris Day con toques de -adolescente virginal) y, tras mantener profundas charlas teológicas (“¿Cómo -explicas el perdurable mito del cielo?”, le pregunta él en algún momento), -se enamora locamente y decide dejar su puesto celestial para disfrutar de los -sinsabores terrenales.

- Al transportar la historia de Berlín a Los Angeles, Silberling tenía una -bonita oportunidad para realizar una metáfora perturbadora acerca de los -subsuelos que fundamentan el American Dream en su ciudad más -emblemática. Sin embargo, al contrario de lo que presagia el título original -de la película (“Ciudad de ángeles”), el escenario es lo menos importante -de la historia y queda relegado a simplonas estampitas de promoción turística.

- Así, lo que en la versión de Wenders constituía una alegoría de la -cultura occidental moderna, aquí es un nuevo panfleto simplista de esos que -invocan a “disfrutar las cosas más sencillas de la vida”. La búsqueda -poética que Wenders emprendió ha sido suplantada por insulsas secuencias -videocliperas desprovistas de toda sustancia emocional. La historia original, -que trataba de reflejar la sensación de vacuidad de la existencia, aquí queda -relegada a un falso suspenso amoroso con un fondo de la más prototípica -comedia de enredos.

- - Un ángel enamorado es, en definitiva, una película eficaz en su género -pero completamente insulsa, y más aún si se conoce el molde en el que se basa. -Es una lección de cómo la aplanadora de los patrones dramáticos -hollywoodenses (personajes maniqueos envueltos en equívocos sentimentales con -escenarios tan ingenuos como ideales) acaba con cualquier historia por rica y -explorable que esta sea. Lo que en un principio era un argumento celestial, ha -quedado rebajado al ámbito terrenal por unas diabólicas mentes sustentadas en -la ramplonería de que lo único importante es que Nicolas Cage y Meg Ryan se -den un beso.

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- - Jackie Brown
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Quentin Tarantino, el más célebre de los enfants terribles del cine -estadounidense, regresa por tercera vez a la dirección tras la magnífica Perros -de reserva (1992) y la buena –aunque sobredimensionada– Pulp Fiction -(1995). Con esta nueva entrega consigue una excelente película de género -negro, bien planteada y resuelta que, al contrario de lo esperado, no esconde -ningún grito estridente de rebeldía y ofrece gratos –y grandes– momentos -de una sobriedad cinematográfica ejemplar.

- Así, lo que en su trabajo anterior sonaba a ingenio sin sustento, aquí se -ha tornado en sentimiento difícil de desenmarañar. Lo que antes eran chistes -chuscos y llamativos, ahora aparecen como una marca de estilo en el fondo del -decorado. Lo importante es contar una bonita historia de amor entre dos -desclasados –Pam Grier y Robert Foster, dos viejas glorias actorales de los 70– -con olor a estafa gangsteril.

- - Jackie Brown no es la quinta maravilla: es simplemente una película de -género que cumple soberbiamente su cometido. Tal falta de pretensiones podría -considerarse como un gesto de humildad profesional por parte de Tarantino quien, -después de ganarse la Palma de Oro y el reconocimiento mundial con Pulp -Fiction, no se sonroja al reconocer que no tiene prisa por cincelar un -estilo propio y que, desde luego, no está dispuesto a quedarse en fórmulas -repetitivas. Y eso es, ante todo, una muestra de madurez por parte de un gran -cineasta en ciernes de quien se puede –y se debe– esperar mucho más que -risotadas estruendosas.

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