Si usted es un viajero frecuente no necesita un boleto premier para aguardar la salida de su vuelo en un salón de espera de primera clase. Las aerolíneas pueden venderle una tarjeta por un año que, si bien es cara, por lo general saldrá más barata que un asiento de avión en clase privilegiada.
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Estas salas VIP del Aeropuerto Internacional de la ciudad de México o salones de pre-embarque, tienen la atmósfera de un club exclusivo con monitores de video que indican los horarios de los vuelos y una zona para guardar el equipaje de mano.
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Hay personal, muy amable, que le resuelve al viajero cualquier duda. Se ofrecen bebidas con y sin alcohol. El café, el té, el jugo de naranja y las galletas son gratuitos. El surtido de periódicos y revistas es variado y, quienes lo deseen, pueden ver televisión.
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Los teléfonos están situados en pequeños cubículos con mesas donde se puede colocar una computadora portátil y conectarla para enviar mensajes por fax o correo electrónico. El viajero de negocios aquí tiene todas las facilidades para continuar con su trabajo.
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Varios salones VIP cuentan con pequeñas salas para reuniones o conferencias, por las que se hace un cargo extra. El precio es bastante razonable, de modo que es posible ver al presidente de una compañía de Monterrey, al hacer escala en la ciudad de México a su regreso desde Tapachula, convocando a sus subordinados a una junta en el aeropuerto, en vez de manejar hasta las oficinas locales para impartir instrucciones con una carga acumulada de neurosis.
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