Después de muchos años de estancamiento, el sistema financiero parece haberse revitalizado. Ahora está en equilibrio para el crecimiento, seguido de la reestructuración, la entrada de jugadores foráneos y la revisión del ámbito legal.
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La mayor parte de los obstáculos generados por la crisis de 1995 ya fue superada; la legislación ha sido puesta en su lugar para regular y supervisar varias instituciones bancarias y gobernar las operaciones crediticias. En particular, la Ley de Reorganización Comercial y Bancarrota y la Miscelánea de Préstamos Asegurados, aprobadas en abril de 2000, introdujeron mayor certeza legal para los deudores, acreedores y procedimientos de insolvencia clarificada.
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En el estable ambiente macroeconómico, el
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La mayor parte del incipiente crecimiento en el crédito ha sido a los consumidores, mientras la recesión en la actividad económica desalienta la solicitud de préstamos por parte de las firmas.
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Pero hay mucho espacio para el crecimiento, ya que el financiamiento al sector privado se estableció en 31% del PIB a finales de 2001, comparado con 62% en 1994. El crédito bancario equivalió sólo 13.3% del PIB en el segundo trimestre de 2002, comparado con 13.9% en 2001. El dinero se empleo principalmente en préstamos corporativos, que aún dominan las carteras de las instituciones bancarias. Sin embargo, el año pasado los créditos al consumidor se expandieron 32.2%, mientras los hipotecarios y empresariales contrataron 11.2% y 0.8% respectivamente.
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El gobierno está ansioso por fomentar la competencia dentro del sistema, desarrollando mercados de valores profundos y con liquidez, alentando el ahorro e introduciendo una referencia para instrumentos de inversión a largo plazo. Hacienda ha buscado desarrollar una curva de rendimiento doméstico, expidiendo papeles a 10 años desde julio de 2001 y de siete años desde julio de 2002. La decisión de financiar el déficit fiscal en el mercado interno y la creciente reserva de ahorros representada por las Afore han elevado los niveles de liquidez. Cerca de cinco años después de su creación, las Afore representan 8.9% del PIB y se espera que aumenten a 18.5% en 2010.