Días de miedo
Septiembre 2002. En varios puntos del orbe se hacían ceremonias para recordar a las víctimas de los atentados terroristas perpetrados contra Estados Unidos. Mientras tanto, la comunidad internacional de hackers aprovechaba para lanzar una ofensiva nunca antes vista.
-
De acuerdo con datos de la compañía mi2g, organización especializada en la administración de riesgos digitales, septiembre de este año pasará a la historia como el periodo que registró el mayor número de agresiones informáticas: en todo el mundo, 11,080 sitios de internet cayeron bajo las garras de los piratas electrónicos. Vale la pena señalar que la firma sólo contabiliza los ataques que son del dominio público y los que puede validar una instancia confiable que no sea la víctima o el atacante.
-
Evidentemente, esta obra del terrorismo computarizado tiende a ampliarse. Los hackers ya representan una amenaza difícil de combatir; no hay sistema que esté al margen del peligro: servidores de internet, bases de datos, teléfonos celulares, computadoras, asistentes digitales personales (PDA, por sus siglas en inglés), redes corporativas, etcétera.
-
Además, definir el comportamiento y las motivaciones de estos delincuentes resulta una tarea demasiado complicada. Algunos grupos actúan impulsados por una causa política, otros sólo tratan de mostrar su pericia técnica y hay quien sólo lo hace para provocar dolores de cabeza a una corporación.
-
Según la compañía Riptech (proveedora de servicios de monitoreo), sólo 37% de los ataques son perfectamente planeados y especialmente dirigidos a una empresa; el resto –63%– son agresiones oportunistas, sitios que el maleante descubre al explorar la Red y que daña sin ninguna motivación específica. La ficha criminal elaborada por el corporativo sólo registra dos parámetros relativamente sólidos: los ataques más agresivos generalmente se presentan los miércoles y los hackers poseen una marcada predilección por los sectores energético, financiero y tecnológico –las industrias del ámbito de la manufactura y del entretenimiento, al parecer, no son consideradas víctimas interesantes–.