Ardua siempre ha sido la tarea de meter a Helena de Troya en un cuerpo de mujer de carne y hueso. Hija de Leda, reina de Esparta y esposa de Tindáreo, seducida por el dios Zeus transformado en cisne, ¿cómo no iba a ser una diosa de la belleza? Helena es, también, una diosa del erotismo, la mujer más hermosa de la Tierra, por quien 1,000 naves cruzaron el mar para hacer la guerra a Troya en nombre del honor perdido de los varones de Esparta. La enigmática Helena es también la gran amante infiel, capaz de llevar su pasión por un desconocido hasta las últimas consecuencias y partir con él. ¿Qué más necesitamos para divinizarla?
- ¿Alguna mujer podría encarnar realmente tan mítica y sensual belleza? El director Wolfgang Petersen escogió a Diane Kruger entre 3,000 candidatas, ex bailarina de ballet, top model, actriz en ascenso con pequeños papeles en el cine francés pero desconocida de este lado del Atlántico. Una jugada de riesgo; durante más de un siglo las bellezas de turno en Hollywood han nutrido las fantasías de hombres y mujeres, son parte de nuestra vida, a medida que crecen en la pantalla se revisten de mayor sensualidad y glamour, se convierten en diosas.
- Probablemente entre hombres adultos y con criterio la artista que representaría mejor ese icono de la belleza femenina, Helena de Troya, habría sido alguna de esas diosas ya conocidas: Nicole Kidman, Charlize Theron, Thea Leoni, Jennifer Gardner, Liv Tyler o Uma Thurman; la lista puede ser mucho más larga si incluimos a algunas actrices europeas y con más aire griego como, por ejemplo Monica Belucci o Sophie Marceau. Desconocemos qué criterio siguió el director Wolfgang Petersen para elegir a Diane Kruger, lo cierto es que el papel de belleza mítica que la ha tocado encarnar a la actriz, en una de las historias épicas más famosas de todos los tiempos y, al lado de dos de los galanes más codiciados del momento, le ha reservado ya un pase de entrada por derecho natural al Olimpo Hollywood, división Divinidades Femeninas.