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El acero vegetal

Cultivada con fines productivos, esta planta representa una alternativa para las áreas rurales. En
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Eugene Sartorius dedica su vida al cuidado de su rancho. Cuando pasea, se detiene en un ojo de agua rodeado de bambús que plantó hace unos 13 años. Por ese tiempo, una delegación de la India llevó a tierras veracruzanas productos típicos de su región. El acero vegetal, como llaman a esta planta en Sudamérica, formó un bosque en los terrenos de Sartorius, pero además trajo otras ventajas, como el enriquecimiento del suelo.

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Sartorius es un colaborador fiel de Rafael Guillaumin, un empresario veracruzano, de Huatusco, empeñado en hacer realidad un sueño concebido hace cinco años: un plan de desarrollo integral del cultivo de bambú en su estado natal. Está convencido de que esta planta es una alternativa ambiental y económicamente viable para los agricultores de la zona, afectados por la crisis del café (70% de ellos viven del cultivo del aromático).

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Guillaumin empezó a trabajar arduamente en su proyecto. A sus 70 años, viaja con frecuencia a Colombia y Costa Rica, donde la gramínea se comercializa desde hace años y representa una opción para la construcción de vivienda de interés social. Evidencias de esto se pueden encontrar también en China, Japón, Tailandia y Brasil. En el país centroamericano, su cultivo ha pasado en muy corto tiempo de 700 a 2,000 hectáreas, y en Colombia ya suman 14,000.

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Dinero verde
También ha quedado comprobado que es un negocio rentable. Guillaumin explica que en una hectárea se pueden cultivar unas 450 plantas de bambú; si cada una produce 18 kulmos o varas, al final se obtendrán 8,100; cada año, se puede cortar un tercio de ellas, es decir, unas 2,700. Si el precio de cada kulmo es de $40 pesos, el agricultor obtendrá $107,000 pesos anuales. Descontando los $25,000 pesos de gastos, queda una utilidad de unos $80,000 pesos por hectárea.

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Esto, empero, sólo ocurre a partir del cuarto año de haber sido plantadas, cuando los costos aminoran y las varas están fuertes y se venden a buen precio. Durante los tres primeros años no hay recuperación de la inversión. Al contrario, el agricultor debe dedicar $12,800 pesos por hectárea el primer año y $4,000 pesos del segundo al quinto. Sin embargo, en el cuarto año se pueden vender varas finas para espalderas. En ese momento, el agricultor puede llegar a recaudar $9,600 pesos por hectárea. Eduardo Villavicencio, consultor mexicano con negocios de bambú en Brasil, asegura que la inversión realizada en esta planta tiene un retorno de capital de 2.54 veces. Comparada con la del café, dice el empresario veracruzano, la rentabilidad es 1.5 veces mayor.

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El bambú tiene otros atributos. Es un sustituto ideal de la madera, su ciclo de cosecha es corto, evita la erosión del suelo y es un recurso agroforestal renovable. “No tiene plagas, es un material fácil de amoldar al medio ambiente y a tierras ociosas – explica–. Es capaz de convivir con una planta de café o con una vaca, en una quebrada o en una cuenca.”

El propósito de este empresario no es sustituir un cultivo por otro, sino ofrecer alternativas a los agricultores con tierras situadas en montañas en donde el café es difícil de sembrar, así como dar más opciones a los que desean invertir en nuevos cultivos. Ya consiguió de la Fundación Miguel Alemán $12,000 dólares para comprar 10,000 plantas de Costa Rica y Colombia. Su idea es plantarlas y regalarlas a campesinos de la zona. Que cada quien elija su negocio, sugiere el también dueño de Cafés Cordial, pero se declara convencido de que el del bambú será el cultivo más rentable de la región. -

Sartorius no es menos rotundo: “Es el negocio del futuro, sin lugar a dudas.” Él lo vende a muebleros de la zona desde hace cinco años. Al principio, la vara de hasta 30 metros de altura la daba a $20 pesos, por lo que obtenía menos de $3,000 pesos anuales. Ahora produce más kulmos y a un mejor precio –$45 pesos–, los que le aportan alrededor de $20,000 pesos. Su plantación, de unas cuatro hectáreas, es casi 10% del área cultivada en Huatusco y algunos municipios cercanos. Los ingresos de este descendiente de un ministro de agricultura de Maximiliano de Hasburgo son pocos, según él, pues, aunque ha recibido muchas visitas de extranjeros interesados en comprar grandes volúmenes del acero vegetal, todavía no hay producción para hacer frente a la demanda, señala Sartorius.

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La Secretaría de Desarrollo Agropecuario de Veracruz calcula que las zonas aptas para este cultivo en el estado suman 12,500 hectáreas, localizadas en zonas indígenas del norte, centro y sur de la entidad. Para este año, la dependencia tiene previsto la plantación de 250 a 500 hectáreas con fines demostrativos y de evaluación, en beneficio de 250 productores. Una hectárea de la planta genera, además, tres empleos directos y 15 indirectos.

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¿De qué está hecho el bambú que lo hace tan atractivo? En la India lo veneran y en Sudamérica se dice que es un regalo divino. Es una planta que no tiene enemigos. Se cultiva en áreas con precipitaciones pluviales de entre 1,300 y 2,500 mililitros cúbicos anuales, con abundancia de nubes, ambiente caluroso y húmedo y temperaturas de entre 18° y 26° centígrados. Los suelos apropiados son areno-arcilloso y arcilloso, conformados por aluviones de ríos donde abundan los nacimientos de agua. Crece en terrenos con buen drenaje y en zonas cenagosas.

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El uso intenso de las fibras de esta planta ayuda a depender menos de los bosques, y por ende se reduce la tala. Sobrevive al nivel del mar y hasta 4,000 metros de altura, y produce cuatro veces más oxígeno que otras especies. Gracias al secuestro que hace del carbono es un descontaminador nato. Por tanto, sembrar bambús es cultivar un proyecto de desarrollo ambiental y productivo. Es materia prima para la industria de la transformación: vivienda económica, fabricación de muebles y de artesanías, entre otros usos.

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En Veracruz hay condiciones favorables para la siembra de la planta; en el estado existen 50 de las 150,000 variedades que hay en el mundo y su cultivo es respaldado por organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Banco Centroamericano para la Integración Económica, el Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, la Organización Mundial del Trabajo (OIT), la Sociedad Japonesa de Bambú, universidades europeas y el gobierno de Holanda.

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Guillaumin asegura que dedicará su vida al bambú. Su plan de desarrollo integral ya está en marcha, pero necesita mucho apoyo para extender en México “la cultura de uso y producción del cultivo”. Su pretensión es atraer recursos de fondos internacionales destinados a proyectos de mejoramiento ambiental: “vender oxígeno”. La riqueza de un país, señala, “se basa en la cantidad de este gas por metro cuadrado, así que contribuiremos a mejorar el medio ambiente.”

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Se propone establecer convenios entre los municipios veracruzanos de Huatusco, Ixhuatlán, Coscomatepec, Alpatlahuac, Zentla, Paso de Macho y Soledad Doblado para promover el desarrollo agrícolaforestal, industrial y comercial. De igual forma, busca coordinar con las diferentes instituciones educativas del país y del extranjero investigaciones para el desarrollo de técnicas de producción del bambú. Con este fin quedará constituida, antes de terminar el año, la Asociación Civil Bambuver. Por el momento, el gobierno estatal apoya económicamente los estudios de factibilidad del cultivo de la gramínea en Huatusco y sus alrededores. Una vez concluida la etapa de análisis, reconoce el empresario, “(Miguel) Alemán contará con los instrumentos de estudio necesarios para atraer a inversionistas nacionales y extranjeros”.

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Aunque algunos, como Agromod, empresa de Grupo Pulsar, tiene ya una plantación de 2,000 hectáreas en Chiapas. En Tapachula montaron un centro de exposiciones donde muestran una casa de interés social, un invernadero y otras construcciones. Hormilson Cruz, gerente del Proyecto bambú, explica: “Nos involucramos con agricultores, generamos unos 500 empleos directos y alrededor de 3,000 indirectos.” Agromod fue pionero en plantar bambú guadua (variedad especial para construcción) con fines comerciales en México en 1992; actualmente la suya es la plantación grande del mundo de esta variedad más. La idea de la compañía es abastecer al mercado local, para construcción, como astilla para papel, y exportar después. “Del bambú se ha dicho que es la madera de los pobres. Ahora se está volviendo sinónimo de sobriedad, lujo y elegancia”, cuenta Hormilson Cruz.

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Cultivo de casas
Frente a la carencia crónica de vivienda, recurrentemente agravada por fenómenos naturales como las torrenciales lluvias, habría una mejor respuesta. “Con 500 hectáreas de bambú se podrían construir unas 3,000 casas de interés social” para los damnificados. “Serían casas de bajo costo y fácil transportación –señala Guillaumin–. Muchos afectados hubieran recuperado sus viviendas.” Para este productor cafetalero, “el estado de Veracruz sería capaz de atender en pocos años un mercado potencial de aproximadamente 15,000 casas de interés social”.

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Otra opción sería que “cada productor puede cultivar su propia casa –añade el empresario–, sembrar la madera de sus muebles, además de vender este sustituto maderable a la industria mueblera, a la papelera, alimentaria o de vivienda”. Una casa de interés social construida con este material puede costar unos $35,000 pesos, asegura el promotor, en tanto que las edificadas con materiales convencionales llegan a costar unos $100,000 pesos.

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En algunos países su uso en la construcción está más difundido, no sólo entre la población pobre. En Tailandia, donde se destina a su siembra 10% del territorio, se cultiva más de 50% de las especies existentes. El Proyecto Nacional de Bambú, en Costa Rica, es un ejemplo más cercano para los mexicanos. La finalidad fue sustituir el uso de la madera un material de construcción alternativo, más económico y adecuado a una zona sísmica. El proyecto se echó a andar en 1986, y comenzó con un programa intensivo de construcción en áreas rurales, lo que requirió de capacitación técnica, cultivos masivos de bambú, organización de la comunidad, asesoría ambiental en tecnología y producción de muebles y artesanía para la exportación.

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El plan pretende posicionar al bambú como material base en un programa de vivienda indígena, además de su industrialización para producir diversos artículos. En 1995, la fundación Funbambú tomó el programa y ha logrado que las casas hechas con este material sean 20% más baratas que las tradicionales.

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Ahí, en Costa Rica, desarrollaron una tecnología de construcción de viviendas que abarata los costos significativamente. Con las tiras del tallo de la planta elaboran páneles, es decir, partes preconstruidas –paredes principalmente– que se unen para dar forma a la vivienda. Con el fin de agilizar y abaratar el proceso de construcción, instalaron una fábrica de páneles y otra de prototipos de muebles.

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El uso del bambú en la fabricación de muebles ya se ha iniciado en México, aunque de forma precaria. En Monteblanco, Veracruz, 70 muebleros emplean este material. Pese a que han habido intentos de organización, operan de forma fragmentada. Muchos de ellos tienen plantaciones, pero producen en muy pequeña escala.

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