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El compromiso de convocar

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Diciembre de 1994 es recordado como el mes de la gran devaluación del peso, cuando lo que más perdió valor fue la palabra del gobierno mexicano, quien disminuyó su credibilidad dentro y fuera del país. Inevitablemente, la administración del presidente Ernesto Zedillo heredó de su predecesora la dinámica que llevó a la devaluación monetaria, pero ¿tiene que cargar con la devaluación de la confianza?

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La respuesta la darán los resultados de su gestión en el corto y en el mediano plazos.

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En este sentido, difícilmente habrá quien cuestione los objetivos del Programa de Fomento Industrial y Comercio Exterior dado a conocer por el presidente el pasado 8 de mayo. Pero esa no es la cuestión, sino el hecho de que el citado programa implica compromisos para el propio gobierno y de no asumirlos el programa quedaría como un formulario más de buenas intenciones.

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La administración zedillista deberá demostrar con hechos: que asume su responsabilidad de promotora —no de obstructora— de la actividad económica a través de una desregulación efectiva y de eficiencia administrativa; que puede iniciar una campaña de erradicación de la corrupción y dar transparencia a las gestiones de la administración pública; que es capaz de promover el desarrollo regional y revertir el centralismo fiscal; que tiene los medios para abrir vías de acceso al crédito para las actividades productivas; que puede evitar las distorsiones del mercado bajo la premisa de que con índices de marginación como los actuales no puede dejar actuar por sí mismas a las fuerzas del mercado, y que está dispuesto a enfrentar la apremiante y enorme tarea de dar empleo, educación y condiciones de vida dignas a la población marginada.

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Si la empresa es la pieza que pone en marcha la actividad productiva, un Estado auténticamente promotor, como pretende serlo el actual, debe asumir el reto de revitalizar la micro, pequeña y mediana empresa; de llevar la idílica productividad a todos los segmentos, incluyendo al sector paraestatal y de generar una nueva actitud entre empleados y empleadores.

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En el programa anunciado ya se mencionan algunos de estos propósitos, pero como ha sucedido en el pasado, no se explica bien a bien cómo habrán de materializarse. En todo caso, la convocatoria hecha por el Ejecutivo es, ante todo, un compromiso, y si no se cumple, la palabra gubernamental seguirá sin repuntar en los indicadores de credibilidad.

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Pérdida irreparable
El Grupo Editorial Expansión lamenta profundamente el deceso de Víctor Calderón Jacobs, joven y brillante analista del escenario internacional y colaborador de esta revista.

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Sin duda su desaparición constituye una sensible pérdida para el periodismo nacional, tan necesitado de profesionales que sepan contextualizar la realidad mexicana en el devenir global. Inteligente y sencillo, Víctor deja un recuerdo cálido en esta casa editorial. Descanse en paz.

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