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El diablo en bicicleta

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Montado en una bicicleta roja, un diablo quiere que todos los demás, en bicicletas negras, subamos con él una montaña. Son las 8:15 de la mañana, este diablo se llama Raúl y es el entrenador de spinning. Es como un diablo porque casi simultáneamente  da instrucciones trepado en su aparato, revisa la velocidad en la bicicleta de cada alumno, la forma en que pedalea y si está bien sentado.

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Claro, está tan ocupado que no se dará cuenta que uno flaquea en el ritmo. Nada de eso, aquí está en frente para gritar “derecha, izquierda, derecha, izquierda”.

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La bicicleta estacionaria tenía dos funciones hasta ahora: colgar la ropa en la casa y ver televisión 20 minutos en el gimnasio. Alguien descubrió que tenía otras utilidades. Parece sencillo. Un grupo armado con toallas y botellas de agua se reúne en un pequeño cuarto con bicicletas estacionarias  frente a un espejo. Llega el entrenador, pone música y empieza a dar instrucciones.

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Primero, sentados normalmente, hay que pedalear a baja velocidad. A los 15 segundos, se aumenta la resistencia de la bicicleta –con la palanca de velocidades– y se incrementa gradualmente la velocidad. Se aumenta aún más la resistencia y se cambia de posición: ahora las manos van en la parte delantera del manubrio, el cuerpo echado hacia adelante y las nalgas bien arriba (aquí está la insistencia del entrenador: “en las nalgas se debe sentir el esfuerzo”).

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Quien haya descubierto las otras utilidades de la bici estacionaria, también puede proclamarse el descubridor de un montón de músculos en el cuerpo, aparte de la pantorrilla. El clímax llega casi al final. El entrenador sabe el momento exacto en que entran los tambores en la música para imprimirle más ritmo al ejercicio. Faltan tres minutos y todos se preparan para una carrera (“quiero el 100% en esto último”, grita el entrenador): a pedalear a toda velocidad con tres cuartos de la resistencia de la bicicleta. Como premio, a los 44 minutos, siguen unos ejercicios de estiramiento. Y a las 9:00 este diablillo sonriente dice: “nos vemos mañana”.

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