Elige tu perversión

Guía para reconocerse en el placer.

Freud afirmó en 1904 que el niño es un perverso polimorfo. Con ello quería decir que no nacemos heterosexuales, homosexuales, masoquistas, voyeuristas o pedófilos, sino que somos originariamente un deseo libre e indiferenciado, que con la educación y la madurez biológica encuentra más o menos su cauce. Dicho de otra forma: nos inclinamos sobre lo que nos da placer a lo largo de la experiencia familiar y social con base en nuestros gustos y nuestras pérdidas.

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Si Freud tiene razón, todos somos perversos; pero también, si es verdad su afirmación, la palabra no tiene por qué asustarnos. Entendamos que, bajo este esquema, una conducta completamente sana o totalmente patológica son inconcebibles. Existe un largo claroscuro que nunca es negro ni blanco, y ahí nos hallamos todos. La palabra gris, en este caso, no tiene decibeles de alarma. Todos tenemos selectas tendencias eróticas, unas nos excitan más que otras.

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Sadismo
Sus límites oscilan entre una delicada mordida en la oreja o una leve succión en el cuello, hasta el asesinato. Estamos en ese claroscuro donde a veces una nalgada o un marcar de uñas en la espalda es gozable y sano.
LIBRO: Justine y Los 120 días de Sodoma, del Marqués de Sade.
PELÍCULA: Saló o los 120 días de Sodoma (Pier-Paolo Pasolini, 1975); Viólame (Corale y Virgine Despenates, 2000).

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Masoquismo
Sus límites oscilan entre el sano abandono de sentirse en ocasiones dominado(a) hasta aceptar la humillación extrema. El claroscuro va desde el placer por una mordidita oportuna o excitarse con palabras ofensivas dichas en momentos cumbres, hasta gozar el daño físico.
LIBRO: los de Sacher Masoch, claro.
PELÍCULA: Portero de noche (Liliana Cavali, 1974); Luna amarga (Roman Polanski, 1992).

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Voyeurismo
Sus límites oscilan entre el inocente acto sexual con la luz prendida y la transgresión a toda intimidad que emplea secretamente la tecnología y el espionaje. El claroscuro está entre mirar el cuerpo desnudo de quien se ama, hasta la obsesión pornográfica y los espectáculos en vivo.
LIBRO: La historia del ojo, de Georges Bataille.
PELÍCULAS: Henry & June (Philip Kaufman, 1990); Sliver (Philip Noyce, 1993); 8 milímetros (Joel Schumacher, 1999); Ojos bien cerrados (Kubrick, 1999).