El progresivo desmantelamiento de las barreras comerciales bajo el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) entró en una nueva fase el primero de enero, cuando diversos productos agrícolas sujetos a cuotas arancelarias y salvaguardas especiales comenzaron a entrar a México desde Estados Unidos sin ninguna restricción o tarifa.
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A pesar de haber tenido nueve años para preparar esta eventualidad, los grupos de productores argumentaron que no podrán sobrevivir a la competencia. Las protestas llegaron a su fin, sin embargo, después de que el gobierno ofreció negociar una nueva política para el sector agrícola. Las pláticas empezaron el 10 de febrero.
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No obstante, no está claro si los grupos heterogéneos que presentaron las quejas estarán satisfechos con las proposiciones del acuerdo que acaba de firmar el gobierno. Con las elecciones legislativas que deberán llevarse a cabo en julio, quizás insistan en más concesiones.
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La Secretaría de Economía también está investigando si la carne de cerdo importada de Estados Unidos está dañando a los productores locales. Esto puede llevar a la imposición de tarifas, algo similar al arreglo que se realizó por las importaciones de piernas de pollo.