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Fidel Castro: Santo Patrón de Cancún

Con la extinción total del &#34régimen&#34 y de Castro, los turistas de EU inundarán la isla. Est
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Cancún y la Rivera Maya son una mina de oro para México. ¿Nos hemos puesto a pensar qué pasaría si el turismo playero estadounidense descendiera drásticamente? ¿Qué tal un boicot contra México? Imaginemos algo peor, nuestros vecinos del norte se aburren de nuestro exotismo tequilero y nos cambian por el mojito y los largos malecones.

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Pues hay que pensarlo, la realidad se acerca peligrosamente a nuestras peores estimaciones. En 1995, 50% de los turistas en Cuba fueron europeos y 47% de Norteamérica y el Caribe. A raíz del bloqueo de Estados Unidos (Ley Helms-Burton aprobado en marzo de 1996) ahora los estadounidenses representan 44%, mientras que 54% son europeos. En cambio en Cancún, con una aplastante mayoría, 78% son turistas de Estados Unidos y solamente 11% son europeos.

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Aunque los estadounidenses alimentan la Rivera Maya, cuando finalmente puedan viajar a Cuba sin cortapisas legales y, sobretodo, sin remordimientos de conciencia, nuestra industria turística resentirá el golpe. Quintana Roo, ¡cuidado! Así de sencillo: la isla tiene playas en el Caribe, intensa vida nocturna, ciudades coloniales, palmeras, puros, música y mucho ron. No hay que ser ingenuos, de hecho sus bajos precios ya compiten con los del sur de México.

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La Habana puede atraer a miles de jubilados estadounidenses y Varadero oleadas de springbreakers. Las cifras sorprenden: Sin contar a la comunidad cubana estadounidense, en 1995 viajaron 20,000 turistas yanquis, cinco años después lo hicieron 76,000. Si se toma en cuenta que no hay vuelos directos, es claro que esta cifra está muy por debajo de su potencial.

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Cuando el gobierno de Estados Unidos autorice a sus ciudadanos viajar a Cuba, sin duda, lo harán con mayor entusiasmo. Hay que imaginar cuando el inminente cambio de gobierno atraiga las fuertes inversiones de cadenas hoteleras como Hilton, Marriot, Sheraton y tantos otros. Seguro que el país del norte no dejará la isla en manos de los empresarios españoles y franceses.

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Cuba está enfrente de Miami, prácticamente a dos pasos. Miles de estadounidenses pudientes de Florida y Nueva York tienen parientes en la isla. Antes de la revolución, La Habana era como Las Vegas: el cabaret de la costa este. Sin demasiado esfuerzo y alimentado por la nostalgia, el glamour cubano –cañaverales, sol, mambo, habanos y mujeres– puede opacar las arenas blancas y aguas azules de nuestro Caribe.

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Muy a su pesar, Fidel Castro no es eterno y aunque se especula sobre Raúl, su hermano, como posible sucesor y la consiguiente continuidad del “comunismo”, lo cierto es que el régimen está condenado a la extinción.

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Es verdad que parte del encanto es su exotismo político, el último país comunista, pero habiendo cambiado esto, una Cuba reconciliada con la Casa Blanca ejercerá una atracción sobre el caprichoso mercado estadounidense.

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¿Y México? ¿Qué pasará con sus playas? El sector turístico en México se está quedando atrás. El Consejo Mundial de Viajes y Turismo colocó a nuestro país en el lugar 106, de un total de 127 países. Esta ubicación se justificó en la falta de competitividad, en especial por los altos impuestos y la falta de infraestructura y protección al medio ambiente. Se supone que el gobierno mexicano y los hoteleros de Cancún ya tendrán un plan de emergencia para el caso. Tal vez eso explique la construcción del nuevo zócalo en Playa del Carmen, sus terrenos millonarios, la esperanza de formar un bloque turístico con la Rivera Maya y Cancún.

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Aún así, se debe reconocer que con 36% de los ingresos turísticos de México generados en Quintana Roo, a los mexicanos nos conviene un comandante Castro barbudo y revolucionario, que despotrique contra el capitalismo. Sin embargo, todo llega a su fin, incluso Fidel. Debemos estar preparados. ¿No recuerdan aquello de “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, echa las tuyas a remojar”?

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El autor es consultor y contó con la colaboración de Pablo Riveroll.
Comentarios:
hzagal@mixcoac.upmx.mx

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