Guillotina procteriana

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Los revolucionarios se arriesgan a perder la cabeza. Ahora lo sabe Durk I. Jager, quien trató de armar una revolución en Procter & Gamble, el fabricante de marcas como Ariel, Crest y Pringles. Apenas cumplió 17 meses de presidir la empresa cuando anunció su renuncia. Aunque aseguró que esta dimisión era por “razones personales”, quienes lo sustituyeron –Alan G. Lafley, nuevo presidente, y John Pepper, su antecesor, que volvió de su retiro– aclararon que no estaban de acuerdo con la manera en que manejaba la compañía.

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Jager había propuesto un plan de reestructuración, para tomar decisiones más rápido y llevar más productos al mercado. Según sus críticos, el error de Jager consistió en que trató de eliminar gran parte de la cultura “procteriana”.